Diario de un rescate en la Guerra de Ucrania
Dani Alonso, el 'héroe de Filomena' en silla de ruedas que parte al rescate de ucranianos con su 4x4
ABC acompaña a un convoy de españoles que emprende el viaje a la frontera de Polonia para llevar suministros y trasladar refugiados a España
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Los parpadeos ámbar de los vehículos en doble fila iluminan la madrugada de la partida. José Luis pega una bandera ucraniana en uno de los vehículos, Fátima coloca el equipaje que rebosa en el maletero y Nacho detalla la ruta que seguirá el convoy. Son las 6 de la mañana en el intercambiador madrileño de Avenida de América y por delante hay 2.800 kilómetros y unas 25 horas de viaje en carretera acompañados por ABC . El destino es la frontera con Ucrania ; el plan transportar suministros y, sobre todo, recoger a las personas que huyen de una guerra que cumple ya 19 días.
El Toyota Land Cruiser de Dani Alonso , con remolque y baúl en la baca incluidos, está repleto de comida, mantas y artículos de higiene. Entre ellos encaja la silla de ruedas de este fisioterapeuta de 48 años, que también se puso al volante de su 4x4 hace 15 meses para ayudar a los varados por el temporal Filomena . «Los límites nos los ponemos las personas», declara, «una silla de ruedas no es impedimento para poder ayudar e ir adonde haga falta». Dani salta sin un jadeo al asiento del conductor y la silla se desmonta y se guarda entre el montón de paquetes que se repartirán en Polonia.
—¿A cuánto vais a ir? ¿Vamos juntos? —le pregunta Eduardo minutos antes de marchar. El convoy está formado por ocho vehículos, con dos personas en cada uno, todos cargados hasta arriba, todos financiados con la solidaridad de familiares, amigos e incluso desconocidos.
—Nada, a 110 o 120 kilómetros por hora, que si no chupa mucho —responde Dani. El Toyota arrastra unos 700 kilos de suministros , con sacos de pienso para perros apilados en el remolque y envueltos en plástico. La amortiguación acerca el todoterreno un poco más al asfalto.
Las luces del alba aparecen en plena carretera de Burgos. Los viajeros se dirigen al norte para atravesar el País Vasco, Francia, Bélgica y Alemania. «El plan es irnos lo más próximo que podamos a la frontera con Ucrania, ya hay distintos sitios en los que van organizando a la gente que sale, y esperar a que nos asignen una familia o personas que haya que traerse para España», explica Dani. Al menos, el plan inicial. De momento, lo único seguro es que «un contacto» en la capital polaca, Varsovia, orientará a varios miembros del convoy para descargar suministros y cargar refugiados.
El ‘bizum’ solidario
El Toyota consume más de dos depósitos de gasolina en la primera etapa del trayecto: unos 1.500 kilómetros y 14 horas en coche para llegar a Mons , ciudad belga y fronteriza con Francia donde pasar la noche. Así se esfuman los primeros 300 euros del viaje, de los cerca de 4.000 que ha conseguido Dani gracias a las aportaciones de sus allegados, vecinos de Valdemorillo, amigos de su grupo de caza, conocidos de todos los rincones de España. «El ‘bizum’ [el sistema de pagos instantáneos entre particulares] lleva tres días bloqueado», asegura. A las ocho de la tarde, la plataforma envía un mensaje: ha superado el número de transacciones mensuales.
La travesía se organizó contra reloj. El pasado lunes, Dani veía cómo la gente se abastecía para partir hacia Polonia y socorrer a los refugiados, así que se lo propuso a Nacho Trillo, líder de Resiste España, un colectivo no adscrito a ningún partido político que ya salió a las calles por Filomena. «En tres días se decidió y en cinco hemos tenido que prepararlo todo», asegura Dani. Improvisación y solidaridad compartida. A Fátima Velez, otra de las integrantes del grupo —hombres y mujeres unidos de forma espontánea por este viaje humanitario—, también se le colapsó el ‘bizum’ en cuestión de horas.
Dani conduce sin hacer relevos; dice que no se cansa, que está acostumbrado a estar sentado. «El que está tirando es el coche, yo no tengo que ir tirando de la silla, si no, iríamos un poquito más despacio», bromea. Un Cristo plateado de la Buena Muerte, el símbolo de la Legión, donde entrenó como francotirador, cuelga de su cuello. El accidente de tráfico que sufrió a los 26 años nunca ha sido un obstáculo. Dani caza, pesca, monta en quad, viaja… y mantiene el «espíritu de unión, compañerismo y solidaridad» que bebió del ejército. Antes de que confirmara el viaje a Ucrania, su madre ya lo sabía: «Ella tenía claro que en cuanto pudiera me iba a ir para ayudar».
La noche cae en la campiña francesa, después de solo dos paradas técnicas para repostar. En la segunda, Dani aprovecha para inflar los delgados neumáticos de su silla de ruedas. Sándwiches mixtos, patatas y Redbull en marcha ha sido el menú del viaje. El convoy, un puñado de furgonetas, todoterrenos y todocaminos colmados de provisiones, se separa en la carretera y llega a cuentagotas al alojamiento de Mons. La noche será corta para retomar el camino de madrugada, otra media jornada hasta Varsovia. Dani insiste en que se habría ahorrado las horas de sueño. «Necesito ayudar, está dentro de mí el espíritu de ayuda», es una de sus frases al volante. Siempre al volante.
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