Un ángel sin piernas y en 4x4
Llegó Filomena y Dani Alonso cargó su silla de ruedas en el coche. Condujo 1.230 kilómetros y ayudó a 115 personas
El reloj rondaba las dos de la madrugada y el termómetro los siete grados bajo cero cuando Dani Alonso distinguió un «bulto negro» entre la nieve. Había llegado a su destino, en una calle del barrio de Simancas, al este de la capital, aún blanca ... tres días después de la gran nevada . «Eran tres. La mamá que iba a dar a luz, el papá y una niña de unos 3 añitos, que la tenía el papá cogida y abrazada», rememora una semana más tarde, junto a su todoterreno verde botella y sentado en su silla de ruedas . «Esa es una de las imágenes que tengo grabadas».
Dani tiene 47 años y una clínica de fisioterapia en una residencia de mayores. Y no necesita piernas. Llegó Filomena y se puso al volante de su Toyota Land Cruiser para auxiliar a las centenares de personas acorraladas por el temporal y el colapso de los servicios de emergencias en la Comunidad de Madrid. Apenas tarda unos segundos en encaramarse al alto vehículo; primero, coloca sus piernas inertes, después, abraza con fuerza la agarradera y se eleva. Luego desmonta las ruedas de la silla y la deja en los asientos traseros. Ni un resoplido. «Estoy acostumbrado a hacerlo todo solo y sin ayuda», sonríe. Su ayuda la necesitaron otros .
El fin de semana histórico lo dedicó a limpiar las calles de su urbanización, Cerro de Alarcón, en Valdemorillo , montado en su «quad» y arrastrando un palé. «Las cosas no son fáciles o difíciles, es aprender a hacerlas», dice, con naturalidad. El lunes abandonó a sus vecinos para recorrer la región: 1.230 kilómetros —casi dos depósitos de 90 litros de gasolina— y 115 «servicios» en menos de una semana .
Espíritu de lucha
Dani asegura que obtuvo su espíritu de lucha en la mili. Su mascarilla luce la enseña nacional. «Todo esto de los 4x4 empezó por el grupo de Resiste España por Whatsapp. Luego se abrieron otros grupos de Telegram de distintos hospitales», explica. Se refiere al movimiento «apolítico» que emplea simbología castrense y que se dio a conocer en los primeros meses de la pandemia para «honrar a las víctimas» y «defender la unidad de España».
La primera embarazada que transportó Dani empezó con las contracciones la madrugada del 11 de enero en un rincón de Simancas. La pequeña familia aguantó 20 minutos a la intemperie hasta que llegó su salvador. «Había que llevar a la niña a casa de los padres de ella. Creo que vivían por el barrio de la Concepción o así, porque ya perdí un poco la noción de dónde estuve, lo ves todo blanco... », relata. Condujo a toda prisa al Hospital de La Paz y la mujer arribó con 7 centímetros dilatados.
Esa misma noche se topó con las luces de la Policía. «¿Sabe usted que no ha parado en ni un solo semáforo de la avenida de los Poblados?», le detuvieron los agentes. «Ya, pero es que mire, voy de urgencia y no he podido parar», justificó Dani. Continuó su camino. Los días siguientes trasladó a otras tres mujeres que dieron a luz en plena borrasca. Reconoce que fue «ligerito» por la M-30. Madrid era una ciudad sin ley paralizada por el temporal . «Estoy esperando porque alguna multa me va a llegar», se resigna.
Los adornos navideños todavía decoraban este martes su casa, un chalé de una sola planta entre arboledas. Sus tres perras de caza saludaron a los visitantes. El accidente de tráfico en el que sufrió una lesión medular, el día en que cumplió 27 años, ocurrió en época de berrea. Su madre y una de sus dos hijas aguardaban en el salón para comer cocido. La pequeña, de 9 años, estaba orgullosa: «Mis amigos me dicen que mi padre es un superhéroe» .
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete