Cartas al alcalde
Navidad
Estamos muy enredados en fijar el cuadrante de familiares para las fiestas, pero por ahí sigue preocupando el hostal a cielo abierto de los que no tienen más privilegio que pillar pronto un bocadillo
Hacemos a diario un plan de Navidad distinta, pero hay una Navidad invariable y cruda, la Navidad del desesperado, la Navidad del que aguanta la biografía hundida y sólo va a brindar con el silencio sólido, a media intemperie, o bien cubriéndose el corazón aterido con tres harapos de cartonaje , que son la sastrería del mendicante. No sólo hay una tribu dispersa y creciente de mendigos , sino una copa ancha de gentío novedoso que anteayer tenía trabajo y hoy va a las colas del hambre, a por el menú de náufrago . Les dicen clase media en los telediarios, y es verdad. Estamos muy enredados en fijar el cuadrante de familiares y allegados para las fiestas , pero por ahí sigue preocupando el hostal a cielo abierto de los que no tienen más privilegio, o sorpresa, que pillar pronto un bocadillo , si el transeúnte se enrolla, o si acuden a Cáritas.
En los soportales de la Plaza Mayor malvive una colonia de mendigos. Esto no es asunto navideño, sino de más atrás, porque Madrid es ciudad perseverante en mendigos . Bajo las arcadas del Viaducto improvisan el refugio una familia deshilachada de mendigos, que ahí estiran media la manta de orfandad , como ajuar urgente, y una litrona de zumo, para ir tirando. Hay mendigos en la Plaza de Oriente que te dan las buenas noches en inglés. Cito rápido algunos recodos del Madrid absurdo, y hambriento, alcalde.
Se ve que estas gentes pobres no tienen más que el clima frío y abierto, la barba de presidio, y un reloj que espera la hora de irse al comedor social de Cáritas , que queda a la orilla de Tirso de Molina . Demasiadas mañanas, ese mismo sitio resuelve una cola de gentes que llevan poco empleo en la necesidad. Hay mucho solitario que no pondrá árbol de Navidad, porque el árbol de Navidad es el propio espíritu sin adorno y sin luces, que les crece por dentro, y no sólo ahora, sino durante todo el año.
La ciudad se ha vuelto a cargar, cinematográficamente, de esa nocturna intimidad de bombillas encendidas que es la Navidad. Hay relente, y llueve a ratos. La lluvia es algo que sucede en el pasado, sentenció Borges. Para algunos, la Navidad es algo que sucedió en el pasado . Eso, si sucedió, algún día.
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