«¿Y si nos casamos por la ventana?»: la historia de una pareja que ha aplazado su boda por el coronavirus

Quería una boda diferente y, al final, la ha conseguido. Alba Díaz es organizadora de bodas, la cara visible de « Frida Kiwi », una de las empresas más aclamadas del sector. Por eso su enlace era tan especial. Ella misma, en sus redes sociales, confesaba que era «raro estar del otro lado», pero por fin había encontrado la manera perfecta para casarse: rodeada de su familia, en su pueblo, Monforte , y en un espacio que ella misma había decorado a su antojo. Pero la crisis sanitaria que rodea al país, y a todo el continente, terminó por resquebrajar sus planes. Era imposible reunir a tanta gente junta ante las posibilidades de contagio, por lo que se volvieron a La Coruña , donde tienen su casa, para empezar el confinamiento. El sábado amaneció muy distinto a como ellos se lo habían imaginado. Las horas fueron transcurriendo con pesar y desilusión, pero de repente Daniel , el novio, tuvo una idea: «¿Y si nos casamos por la ventana?». La respuesta negativa de Alba no se hizo esperar, pero poco después cambió de opinión. Aunque cada cosa a su tiempo, toda historia tiene un principio y el de esta joven pareja empieza el pasado jueves 12 de marzo.

«Estaba en Monforte y no había ninguna persona que hubiese dado positivo en coronavirus, pero cuando el viernes nos levantamos vimos que ya había tres casos … Nos dimos cuenta de que la cosa estaba fea, pero ya lo teníamos todo preparado», explica la novia. Mesas, manteles, flores y hasta los nombres de los invitados colocados en sus sitios correspondientes. Una boda de ensueño tristemente aplazada por una pandemia que ha cambiado los planes de toda España y parte del mundo. «Los problemas para cancelar la celebración llegaron cuando nos dimos cuenta de que todos los invitados ya habían llegado a Galicia. Ahora no pueden volver a sus casas», lamenta Alba Díaz. De hecho, varios amigos suyos eran de Islandia , pero deben quedarse en la Comunidad como un acto de responsabilidad para con los demás.

Y fue el sábado cuando Daniel se atrevió a preguntarle si se quería casar por la ventana, una idea que ella rechazó desde el principio «hasta que nuestros amigos nos metieron en un grupo de Whatsapp donde les empezaron a enviar las fotos vestidos y maquillados como hubiesen venido a nuestra boda. Ahí todo cambió», recuerda Alba muy emocionada. «Salimos a la ventana. Conocíamos a una de las vecinas, la que graba el vídeo y, poco a poco, empezaron a salir espontáneos. El hombre de la ventana de al lado empezó a oficiar la boda como pudo y nos casamos igual», añade con alegría. Todo ello les hizo volver a ver las cosas con positividad. Tomar la decisión de cancelar todo a última hora fue muy duro, «después de tanto tiempo, esfuerzo y dinero invertidos», asume la novia, «pero nos quedamos con todo el cariño que estamos recibiendo», añade en conversaciones con este diario.

«Todo está pagado, porque todo estaba montado», admite. La ceremonia iba a ser en la Plaza de Abastos de Monforte, mientras que el convite en una nave que llevaba doce años cerrada: «Los equipos de limpieza entraron hace cuatro meses para empezar a acondicionarla, hay un trabajo muy largo por detrás», confiesa Alba. Por ello, espera que pronto termine el confinamiento y que, por fin, pueda celebrar su boda como tenía previsto. Porque precisamente ese es su plan: aprovechar todo el montaje para que, una vez termine el estado de alarma, puedan casarse, por fin, como siempre habían soñado. Aunque finalmente, y a pesar de las circunstancias, esta pareja pudo disfrutar de su particular final feliz desde la ventana de su casa.