Las elecciones de 2020, pendientes del presidente
Todos los caminos llevan a Feijóo
El líder del PPdeG emplazó al primer trimestre para despejar oficialmente la duda de si opta a un cuarto mandato
Desde el partido se desea y confía en que dirá «sí»;una negativa cogería por sorpresa a propios y a extraños
En la ecuación de las elecciones gallegas, previstas para 2020, queda por despejar la gran incógnita: si Alberto Núñez Feijóo optará a un cuarto mandato . Ya hay piezas colocadas en el tablero: Gonzalo Caballero por el PSdeG , Ana Pontón por el Bloque... pero falta la más importante, la de quien ha ostentado la presidencia en las tres últimas legislaturas, todas con mayoría absoluta. Una rara avis no solo en España, sino en Europa. El líder de un partido, el PPdeG, que partirá de nuevo como gran favorito. «El presidente dijo que durante este primer trimestre diría lo que todos estamos esperando que diga: que se vuelve a presentar por cuarta vez para intentar revalidar la Xunta». Estas palabras recientes no las pronunció cualquiera, sino nada menos que Alfonso Rueda, mano derecha de Feijóo. Y traslucen que en el partido se desea y confía en que Feijóo dirá que sí.
A propios y extraños, por igual, les cogería con el pie cambiado un anuncio del barón popular de que se excluye de la carrera hacia San Caetano. Hasta ahora, sin embargo, Feijóo ha preferido envolverse en un halo de misterio y se ha negado sistemáticamente a aparcar la duda cuando se le ha requerido, y con no poca insistencia, en sus comparecencias. No es el lugar ni el momento, ha despejado cuando la cuestión se colaba entre la batería de preguntas tras el Consello semanal. El anuncio llegará en otro escenario, ha advertido siempre, y cuando los tiempos así lo aconsejen y propicien.
Lo que sí ha hecho es ir dejando un rastro de miguitas en forma de insinuaciones con las que ha puesto nerviosos a sus rivales y ha surtido de titulares a la prensa. Véase una comparecencia en el Parlamento en la que comentó aquello de «nos vamos a seguir viendo (...), a lo mejor durante más tiempo de lo que usted se cree» . O en el Debate sobre el Estado de la Autonomía, donde dejó frases que hicieron correr igualmente ríos de tinta:«Galicia puede contar conmigo/Para mí lo es todo». Posteriormente Feijóo le ha restado trascendencia a estas declaraciones, apuntando a la querencia de la prensa por sacar punta a la más mínima digresión.
En el arranque del curso de los populares, en Cerdedo-Cotobade, fue Pablo Casado, presidente del PP, quien sumó su grano de arena a la causa al indicar al «querido Alberto» , según la habitual fórmula de alusión en mítines: «Te necesitamos, cuando decidas, con quien decidas, esta tierra sigue necesitándote cuando se convoquen las elecciones autonómicas». La buena sintonía marcó el encuentro de ambos en la carballeira del municipio pontevedrés, pero la relación no ha estado exenta de alguna tensión durante el último año. Cabe citar el tira y afloja a cuenta del proyecto de coalición de centro-derecha España Suma , que Feijóo avaló para el resto, pero dejó muy claro que «en Galicia no es necesario». Pero el punto álgido llegó tras las elecciones de abril, cuando Feijóo y los suyos sufrieron el desplome de Casado, que les arrastraba a un 27,4% de votos, por primera vez superados por el PSdeG. Y Feijóo, a la vista del desastre, señaló ante la prensa que era necesario «ensanchar» el partido para abarcar a «diferentes sensibilidades» ; «abrir puertas» en lugar de cerrarlas.
Como publicó entonces este diario, mientras se guardaban las formas de cara al exterior, bajo la superficie latía un considerable malestar ante las ideas-fuerzas diseñadas desde Génova por la irrupción de Vox. Pérdida de la centralidad, abandono de la moderación , un discurso duro que no casaba con la templanza de Feijóo: motivos para el descontento que quedaron para el análisis interno. El posterior giro de Casado hacia el centro, avalado el 10-N, vino a demostrar el acierto de la receta de Feijóo, y de paso sirvió para templar los ánimos.
Confianza y optimismo
En el PPdeG se tiende la vista hacia el otoño electoral tras un 2019 marcado precisamente por las urnas. Si el 28-A dejó un traspié inédito, con la derrota ante el socialismo por el arrastre de la debacle popular , los comicios municipales de mayo se saldaron con la pérdida de la única ciudad que gobernaba, Orense. El rumbo se enderezó el 10-N, de nuevo como primera fuerza, y desde el partido se proyecta una imagen positiva. Son «optimistas», según Rueda; hay «confianza», aseguró el portavoz parlamentario Pedro Puy.
El escenario se ha apretado en el centro-derecha, con dos rivales, pero en el PPdeG ven a Ciudadanos tocado , con menos opciones que en 2016, y perciben que Vox es un objeto extraño en la idiosincrasia gallega. El partido de Santiago Abascal —que no duda en atacar con dureza a Feijóo, y lo retrata como un nacionalista— amenaza en todo caso con ser más útil a la izquierda, robando votos por la derecha, que como eventual apoyo en la suma de escaños.
Sin relevo a la vista, todos los caminos en el PPdeG llevan a Feijóo. La sensación que da el partido es de tranquila espera hasta que oficialice su «sí». Ante el líder popular aparece en el horizonte, más que un reto, una hazaña:vencer a todos y, sobre todo, a la tendencia que apunta a que las mayorías absolutas son cosa del pasado.
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