El TS rebaja a la mitad las condenas por el secuestro del maderero de Cambre
El alto tribunal elimina las agravantes y fija como pena máxima para los acusados los ocho años
Los ocho acusados de secuestrar a un empresario de Cambre en 2014 verán reducidas las penas que les impuso la Audiencia Provincial de La Coruña por entender el Tribunal Superior en la revisión de la condena que no concurren agravantes en el delito . En concreto, el TS se refiere a que «no hubo aprovechamiento de la circunstancia de lugar a la hora de cometer los hechos», que derivaron en un secuestro de seis días durante en el que la víctima estuvo vigilada por hasta ocho personas. De ahí que los once años de prisión iniciales se hayan limitado a ocho en el caso de los seis implicados principales, y a seis en el caso de los dos cooperadores necesarios.
En la sentencia de la Audiencia Provincial se señalaba a Jesús Mejuto como cabecilla de la trama y al resto de acusados como «autores discretos y personales criminalmente responsables de un delito de secuestro » . Según el testimonio de Abel Diéguez, la persona secuestrada y a quien el rapto le dejó importantes secuelas psicológicas, sus secuestradores supieron que se habían equivocado de víctima incluso antes de hacerlo entrar a punta de pistola en el maletero del coche. «José Manuel [por uno de los hermanos Mejuto] dijo que no era yo mientras los otros me arrastraban», explicó el empresario durante el juicio celebrado el pasado febrero mientras narraba la cita en la que, supuestamente, lo detuvieron y se lo llevaron hasta una palloza abandonada. La liberación corrió a cargo de los agentes de un grupo especial de la Guardia Civil, que se hicieron cargo de las pesquisas para dar con el empresario y rescatarlo con vida casi una semana después de su desaparición. Durante el tiempo que se prolongó el secuestro —en principio planeado para el hermano de la víctima— los captores llegaron a ponerse en contacto con la esposa del secuestrado, a la que amenazaron para que les diese dinero a cambio de su libertad. «Uno de ellos me dijo que mi vida valía 70.000 euros. Yo llamé a mi mujer muy asustado para que pagase» , reconoció durante el juicio, cubierto por un biombo, el maderero.
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