Camino hacia las autonómicas
Una idea, dos bandos irreconciliables
Anova y BNG vuelven a escenificar la imposibilidad de entendimiento para formar una candidatura nacionalista
La relación con Izquierda Unida y Podemos, así como las viejas disputas, vuelven a ser claves en el desencuentro
El epílogo de una historia de desamor y viejas rencillas no olvidadas. Eso fue la reunión de esta semana entre Anova y BNG . Los dos mayores partidos que se definen como nacionalistas en Galicia volvieron a escenificar una aparente negociación para crear una candidatura de reunificación tras el fracaso de este proceso en las pasadas elecciones generales, con la diferencia de que en esta ocasión parece que las cartas están boca arriba desde los primeros minutos y no se llegarán a prolongar artificialmente unas conversaciones que nacen destinadas a no prosperar. Pese a que comparten catecismo soberanista y posiciones de izquierda , dos son los factores clave que imposibilitan en el corto plazo un entendimiento entre bandos.
El primero de ellos es la fractura provocada en la Asamblea de Amio en 2012 . La escisión de Anova de la hasta aquel momento «casa común» del nacionalismo provocó unas heridas en el BNG que están muy lejos de cicatrizar. Todavía quedan cuentas pendientes que ajustar y odios entre personajes destacados de ambos bandos que dinamitan cualquier puente que se pudiese intentar tender.
El segundo es la estrategia electoral. Ambas formaciones parten de posiciones a priori que son de todo punto incompatibles. De una parte, en el seno de Anova no se cuestiona que la fórmula del éxito pasa por la confluencia con otras formaciones de izquierda radical como IU y Podemos, ya empleada experimentalmente en 2012 con AGE y repetida con las Mareas en 2015 aprovechando el impulso del partido de Pablo Iglesias. De la otra, la línea roja del BNG de no acudir en una lista en la que se encuentren partidos no nacionalistas que pudiesen desvirtuar la base de su discurso.
Corto y largo plazo
Los resultados de unos y otros en las últimas convocatorias electorales evidencian una posición dominante de Anova, que se traduce en mejoras expectativas a corto plazo. Mientras la hipotética Marea parece destinada a disputarle el segundo puesto al PSOE , la batalla del BNG se centrará en sobrevivir y superar la barrera del 5% que le garantice la posibilidad de alcanzar representación parlamentaria, un objetivo más que modesto para una organización que en su día aspiró a ostentar la hegemonía de la izquierda en la Comunidad.
Aun siendo plenamente conscientes de esta realidad, desde el Bloque se ha apostado por trazar un itinerario que piensa en un plazo más largo. La elección de Ana Pontón como portavoz nacional , un rostro de la ortodoxia del partido , y la aprobación de un documento político más bien continuista en su última Asamblea Nacional, así lo certifican.
Desde el BNG se trabaja con la hipótesis de que las Mareas son una moda pasajera , que antes o después morirá de éxito víctima del desgaste de su gestión en las ciudades y las fricciones provocadas por sus diferencias internas. De ambas cuestiones ya ha habido muestras en los últimos tiempos, con las sucesivas polémicas que se han venido dando en La Coruña, Santiago y Ferrol , o las discusiones que provocó en la coalición En Marea su posición acerca de la autodeterminación de Galicia.
De sobrevivir a las autonómicas que previsiblemente se celebrarán en octubre, se abriría en Galicia un período de tres años sin elecciones, que desde el BNG se ve como una oportunidad de rearmarse y volver a presentarse como una alternativa sólida ante la sociedad después del eventual pinchazo de la burbuja rupturista.
Grupúsculos y marcas
La incógnita en los próximos meses, una vez constatada la imposibilidad de entendimiento de los bandos, será la de ver cuál de ellos consigue atraer a los pequeños partidos de este espacio para unirse a sus filas, como pueden ser Compromiso por Galicia o Cerna , entre otros, aunque ya deslizaron que su primera opción sería integrarse en la Marea.
Aislado en las negociaciones o abocado a entenderse con grupos minoritarios como en las generales, el BNG también deberá elegir si utilizar su marca , reconocible por la mayoría de la sociedad, o renunciar a ella como hiciera el 20-D con Nós Candidatura-Galega , una decisión que a la luz del resultado fue leída por muchos nacionalistas como un grave error.
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