Spectator In Barcino

La resistencia a la realidad

Cuando parece que el Ayuntamiento se pone a la labor y anuncia homenajes a Ruiz Zafón y Juan Marsé, el nacionalismo saca la lengua y se resiste a la realidad

Instalación sobre la cultura y literatura catalana en la Feria de Fráncfort de 2007 Efe
Sergi Doria

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Me referí en «Zafoniana», Tercera de ABC de 19 de noviembre de 2020, quinto mes de la muerte de Carlos Ruiz Zafón, al ninguneo nacionalista a los escritores catalanes en castellano. Aquella Feria del Libro de Fráncfort de 2007, cuando el Tripartito (PSC, Esquerra e Iniciativa) priorizó «la presencia del libro y el multimedia catalán como identificador único». El consejero Bargalló excluyó a Ruiz Zafón, Juan Marsé, Ana María Matute, Juan y Luis Goytisolo, Javier Cercas, Ana Maria Moix, Félix de Azúa, Eduardo Mendoza... También a Valentí Puig, periodista, novelista, ensayista, poeta y el mejor dietarista vivo en catalán. No debió gustar su valoración del bilingüismo en «L'os de Cuvier» (Destino, 2004): «De manera majoritària, els ciutadans de Catalunya fan servir les dues llengües. Fa falta una considerable resistència a la realitat per suposar que això pugui ésser un problema».

Este 2021, por las mismas fechas de la muerte de Ruiz Zafón, se cumplirán veinte años de «La sombra del viento», la novela española más leída después del Quijote. Concluía la Tercera: «No cabe esperar el reconocimiento de la Cataluña oficial del nacionalismo. Debería llegar del gobierno español o de su ciudad. La Barcelona que puso en el mapa literario mundial. La que pronuncian cincuenta lenguas: Bar-ce-lo-na».

Cuando parece que el Ayuntamiento, Joan Subirats mediante, se pone a la labor, al anunciar homenajes a Ruiz Zafón y Juan Marsé, fallecido el 18 de julio de 2020, el nacionalismo saca la lengua y se resiste a la realidad.

En su imprescindible ensayo «Otra Cataluña» (Destino), Sergio Vila-Sanjuán evoca aquel encuentro con Jordi Pujol un Sant Jordi del 97. El periodista valora la obra de Mendoza: «No és el mateix», replica Pujol: «La respuesta del President me inquietaba. ¿La tradición literaria catalana en castellano no era tan buena como la otra? ¿No era tan catalana? ¿Pertenecía a una segunda categoría?», colige Vila-Sanjuán.

En los desgobiernos separatistas, las consejeras de Cultura –el fugitivo Lluís Puig no tuvo tiempo de excretar sectarismo–, han reiterado que el castellano es un cuerpo extraño en la cultura catalana. Para Laura Borràs, firmante del manifiesto Koiné por el monolingüismo, una «lengua de imposición» por un «proceso de colonización».

Vilallonga lamentaba escuchar «demasiado castellano» en TV3 y el Parlament. El castellano, decía la consejera de la laca, se habla en Cataluña, como centenares de lenguas, como el urdú. Y Ponsa compara también la lengua de Cervantes con los dialectos africanos: «Aquí no se discrimina a nadie ni por hablar en castellano ni en suajili». Aconseja hablar castellano en la intimidad: el franquismo decía lo mismo sobre el catalán en los años cuarenta (¡que cosas!).

El recalcitrante coro se ha ampliado con Carlota Benet Cros (Barcelona, 1981), hija del dramaturgo Josep Benet i Jornet, fallecido el 6 de abril de 2020. Su carta, que corrió por las redes, tenía una parte sentimental y otra deleznable.

La sentimental: «I al meu papa queeee???!!!» espetaba a Subirats: «A ver si encuentras un momento para un autor catalán en lengua catalana como mi padre, Josep Maria Benet i Jornet. Por cierto, muchas de sus obras son cantos de amor a Barcelona». Carlota Benet Cros se presenta así en Twitter: profesora (es filóloga) y «defensora de la República Catalana» (¿dónde se estudia eso?).

La parte deleznable rezumaba victimismo: «Ninguna elección es inocente y quiero remarcar que el hecho de que el ayuntamiento escoja dos autores en lengua castellana y novelistas (por otra parte, también muy premiados en vida) para recordar quiere decir alguna cosa y que no es buena para la cultura catalana… A parte de que desde mi punto de vista decir 'autores catalanes en lengua castellana' es absurdo y que, si acaso, se les tendría que reconocer como barceloneses. A mi padre nunca se le hará un homenaje en la ciudad de Madrid como autor español en lengua catalana, lo digo para que nos entendamos…».

Dudamos que su padre, que en 1995 recibió el premio Nacional del ministerio de Cultura por «E.R.», homenajeado en el madrileño Matadero en 2013, suscribiera tales agravios. «Papitu» fue un niño de posguerra: como Terenci Moix, Maruja Torres o el propio Marsé; crecido entre cines, seriales radiofónicos y «aventis» del mercado de Sant Antoni: lejos, pues, del banquero Pujol y la burguesía montserratina de Òmnium.

«Vigilemos, vigilemos porque cada día se nos quiere rebajar más nuestras aspiraciones culturales…», advertía la hija del dramaturgo.

Los resistentes a la realidad levitaron: «No hay literatura catalana en castellano», proclamó Josep M. Virgili, cabecilla de Koiné (el mismo que afirma que solo los independentistas son catalanes. «Tantos años explicando una cosa tan básica», añadió la imputada Borràs .

Hubo respuesta de Joan Subirats: «La cultura y la lógica cultural de Barcelona no diferencia por materia lingüística; la lengua nunca ha sido ni será un criterio». A ver si es verdad.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación