Coronavirus / En primera línea

«Se está vendiendo más de lo que esperábamos en pescadería y no falta género»

La vallisoletana Vanessa de Castro sigue todos los días al frente de su negocio tal y como hacía antes de la crisis sanitaria. Ha visto como la clientela ha cambiado rutinas y prevé que la demanda de su género pegue «un bajón importante» en unos días

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Vannesa de Castro, pescadera ABC

M. ANTOLÍN

El estado de alarma ha disparado las ventas en los establecimientos de alimentación. Tanto que ni los propios comercios, que ya contaban con que la demanda podría crecer ante la expansión del coronavirus y las medidas de aislamiento social decretadas, se creen lo que está sucediendo. «Se está vendiendo más de lo que esperábamos y no esta faltando género, está llegando con normalidad, como siempre», asegura Vanesa de Castro , que durante estos días atiende en su pescadería tal y como venía haciendo antes de la crisis sanitaria.

Lo que sí ha cambiado es la rutina de la clientela. «La gente viene más a primera hora y compra para más días porque está el miedo a que no vaya a haber género». «Durante el fin de semana se ha vendido mucho y se sigue vendiendo durante la semana», explica. Pero ahora de lo que tienen temor es que en las próximas semanas la demanda caiga en picado.

Un previsible bajón

«De lo que tenemos miedo es de que la gente ahora compre, compre, compre y de aquí a dos semana se deje de vender porque, por ahora son quince días, pero la gente está comprando para no quedarse sin el pescado», expresa. Así que es posible y casi previsible que tras el abundante acopio que se ha hecho estos días «pegue un bajón importante».

Antes de la declaración del estado de alarma, pocos eran los que tomaban alguna medida de seguridad frente al Covid-19, pero fue a raíz de pasado domingo -cuando entraron en vigor las medidas de aislamiento- cuando los clientes se lo han tomado más en serio.

Un cartel en el establecimiento recuerda que se debe dejar al menos un metro entre dos personas como medida de precaución y aconseja el pago con tarjeta. Además, los clientes ya se protegen. «Vienen con mascarillas, guantes y mantienen la distancia de seguridad», relata Vanesa, que sí tiene miedo al contagio, sobre todo, por sus dos hijas. «Lo temo más por ellas que por mí», dice. Pero seguirá al frente de su negocio, pese al coronavirus: «Si nosotros no abrimos, la gente no puede comer. Así que de momento tenemos que hacerlo así».

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