ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCH
Del tiempo y sus caminos (25): Chesterton o cómo no ser hijo de su tiempo
«El Carpe diem no es la religión de la gente feliz, sino de gente muy infeliz»
Bien es sabido que en la obra de Gilbert Keith Chesterton se percibe vocación de permanencia. Y no sólo porque la obra de Chesterton, dado el genio lúcido de su creador, es, en sí, permanente, sino por la firme creencia, lo que podemos llamar fe , en lo permanente que caracteriza la personalidad y la obra del autor inglés. Frente al «Carpe diem», que él considera pesimista por basarse en el verlo todo como algo efímero y pasajero, Chesterton, escribiendo sobre Dante Alighieri, afirma lo siguiente: «El Carpe diem no es la religión de la gente feliz, sino de gente muy infeliz, l a gran alegría no está en recoger los capullos de rosa mientras se pueda , pues sus ojos están fijos en la rosa inmortal que Dante vio».
Está claro que Chesterton supo ver algo verdaderamente feliz y luminoso en la permanencia de todo aquello que da sentido a nuestra vida, como, por supuesto, el amor. En esto Shakespeare y Chesterton se hermanan , pues es el autor renacentista inglés quien, en su soneto dieciséis, afirma: «El amor no es el juguete del tiempo, aunque al compás de su guadaña caiga la frescura de labios y mejillas».
En el caso de Shakespeare, su fe en el amor, en el amor incluso más allá de la muerte, desafía al tiempo en abstracto . Chesterton desafía también al tiempo como entidad abstracta, porque cree en lo permanente, pero también lo desafía en su realidad concreta, esto es, el tiempo en una época determinada. ¿Y cuál fue el tiempo de Chesterton? Un tiempo en el que, con gran parecido al nuestro, era ya frecuente oír a individuos, escritores e intelectuales, decir que no creen en la verdad, que la verdad no existe, que todo es opinable . Y, por tanto, que algo puede ser bueno o malo según la opinión generalizada del momento, según la época, según el tiempo. Esta idea ya se había generalizado en vida de Chesterton. Y Chesterton, en Ortodoxia, 1908, pone de manifiesto la falacia de esta forma de pensar , la inconsistencia de quienes afirmaban que lo que pudo ser bueno para una época puede ser malo para otra. Y viceversa. Esto no es otra cosa que relativismo moral, lo cual, sin duda, es algo grave, pero, a su vez, ridículo , como muestra Chesterton con su enérgico sentido del humor: «La imbécil costumbre de decir que una cosa puede ser sostenida en una época pero no en otra es lo mismo que decir que cierta filosofía puede ser creída en lunes pero no en viernes».
Chesterton fue más allá de su propio tiempo, de todo tiempo . Y su obra vive en permanencia.
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