ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Del tiempo y sus caminos (22): La herida de la belleza
«Está tan unida a la verdad que, en realidad, son lo mismo»
La belleza, lo dijeron Platón y, mucho después, en el siglo XIX, el joven poeta romántico inglés John Keats en su poema «Oda a una urna griega», está unida a la verdad, y ambas están tan unidas que, en realidad, son lo mismo. Mas la belleza, tanto para Platón como para Keats, no es sólo algo que se percibe con los sentidos, sino que, junto a ello, es decir, la belleza que captamos con los ojos, la que nos llega, como la música, penetrando nuestros oídos, es la belleza invisible, lo que tiene que ver con el bien : aquello que no se ve pero se percibe con el alma, aquello que eleva el espíritu, lo que nos hace mejores, incluso más sabios, pues la belleza no visible está también unida a la sabiduría.
Hace tiempo escribí, en la sección «Tomando la palabra» de mi libro Hermano tiempo. Pensamientos a la intemperie , que la belleza es la diosa que tiene la facultad de ser visible e invisible. Y, en ambas manifestaciones, la belleza es algo esencial en nuestra vida.
La belleza, asimismo, causa herida. Pero es una herida que, lejos de perjudicar, nos enriquece, nos da, incluso, ese golpe manso al corazón que nos salva del vacío. No pocas veces la belleza sobrecoge y hasta nos hace llorar . Un acto de bondad, de sacrificio, de generosidad, de entrega amorosa, hace brotar nuestras lágrimas y nos redime frente al mal y su fealdad. También los adagios musicales duelen y se gozan a un tiempo. Lo bello, intensificando nuestra emoción, puede hacernos llorar mientras lo gozamos.
Los espíritus heridos por la belleza salen fortalecidos por ella, pues están penetrados por su verdad y por su luz. La propia palabra «lucidez» ya habla por sí sola. Ser lúcido es tener clarividencia, y la clarividencia se sustenta en la belleza y la verdad , clarividencia que nos hace también ver, aunque a simple vista parezca algo paradójico, todo aquello que forma parte del mal y que es, por tanto, rechazable, Con la belleza, con la verdad, adquirimos la fuerza para combatir a sus enemigos, es decir, al mal y a sus agentes.
La belleza, como la poesía, es revelación, es epifanía. Y su herida, ese golpe benévolo que nos despierta y que despiertos nos mantiene, nos hace fuertes desde el llanto, nos enriquece de amor y de empatía.
Gozosa es la herida de la belleza. Gozosa es la lágrima que la belleza hace brotar. Que nos siga haciendo fuertes esa herida suya al contemplarla con los ojos, al oír su música. Y al sentirla invisible, pero siempre grande y poderosa.
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