El PSOE recurre a la investidura de Mañueco para poner a prueba a Feijóo
Sánchez y Tudanca piden al futuro líder del PP que frene un pacto con Vox, pero dan por hecho que no lo hará
Feijóo tardará «semanas o meses» en dedicarse exclusivamente a ser presidente nacional del PP
La incertidumbre y las consecuencias de la guerra han engullido la actualidad política, que hace justo tres semanas despertaba con la resaca de las elecciones en Castilla y León. Entre medias, una dramática crisis interna en el Partido Popular que ha acabado con el liderazgo de Pablo Casado y que llevará en menos de un mes a Alberto Núñez Feijóo a la planta séptima de la calle Génova. Ambos elementos confluyen esta semana. El próximo jueves 10 de marzo, a las 12 horas de la mañana, se celebra la sesión constitutiva del nuevo parlamento regional.
Ese día será la primera prueba de fuego para comprobar las posibilidades de pacto entre el PP y Vox. Los de Santiago Abascal reclaman la presidencia de las Cortes, aludiendo al mismo esquema de representación que obtuvo Ciudadanos en 2019. Lo siguiente será el Gobierno regional, vicepresidencia incluida. En el PSOE está extendida la idea de que, de un modo u otro, al final habrá acuerdo porque para Alfonso Fernández Mañueco sería una temeridad ir a elecciones tras haber comprobado que en Castilla y León no se replicaba la recuperación cosechada en la Comunidad de Madrid. Y más si cabe tras la profunda crisis interna.
Con la evolución de los acontecimientos el PSOE ve ante sí la posibilidad de testar por primera vez un liderazgo que Núñez Feijóo todavía no ostenta de forma oficial. Las referencias al PP y al todavía presidente de la Xunta de Galicia es de lo poco que se abrió paso ayer en un Comité Federal convocado por Pedro Sánchez y centrado casi exclusivamente en Ucrania. Durante su intervención, el presidente del Gobierno apeló al PP recuperando la idea de ese «cordón democrático», como lo llaman ahora los socialistas, sobre Vox. «Hay una amenaza que no podemos conjurar solos, que es la de una ultraderecha que crece para llegar al poder», dijo Sánchez. «Y para eso necesitamos una derecha que deje, de una vez por todas, de coquetear con la ultraderecha», añadió. El presidente aprovechó para trasladar su apoyo al líder del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, por el «ofrecimiento» al PP para llegar a un «acuerdo que evite que por primera vez la ultraderecha acceda a un gobierno autonómico». Pero lo cierto es que esa oferta que el PSOE plantea se hace en unos términos muy complejos para el PP. Porque, recordó Sánchez, «el acuerdo debe extenderse» a través de «una solución estructural» para toda España «para frenar a la ultraderecha». Cuando el PSOE hizo este planteamiento hace tres semanas solicitó además al PP una explicación pública de los motivos por los que los populares no querían gobernar con Vox. Es decir, que públicamente expusiese sus distancias con Vox y su preferencia por el PSOE . Si lo primero puede tener adeptos en el PP, lo segundo se presenta como totalmente inviable.
Tudanca, último intento
Este ofrecimiento quedó postergado tras una primera reunión fracasada entre Mañueco y Tudanca. Y cayó en el olvido. Pero el PSOE lo resucita ahora, a las puertas de una semana clave en las negociaciones de la nueva legislatura. A su llegada a la reunión del Comité Federal del PSOE celebrado ayer en Madrid, Tudanca abrió la puerta a una nueva reunión con Mañueco: «La única condición es saber si quiere participar en un cordón sanitario frente a la extrema derecha, aunque no parece tener ninguna intención».
El barón socialista consideró que el «nuevo PP» de Alberto Núñez Feijóo «va a ser prácticamente igual» que el de Casado pero «con una cara más amable». Pese a ese diagnóstico negativo le reclamó que impida el acuerdo que los socialistas ya dan por hecho entre PP y Vox: «Feijóo aún tiene la oportunidad de demostrar que quiere hacer cosas diferentes en el PP y frenar el pacto que Mañueco va hacer con Vox». Aunque lo cierto es que su diagnóstico apenas deja margen para ello: «Va a pasar, yo creo, lamentablemente lo previsible, y es que el PP va a acabar pactando con Vox como llevo diciendo desde el primer día». A puerta cerrada dirigentes como Salvador Illa también hicieron esa apelación al presidente de la Xunta de Galicia.
Y es que en el PSOE viven este relevo en el PP con expectativas de un cambio en las relaciones entre ambos partidos. Saben en la Moncloa y en Ferraz que una eventual presidencia de Alberto Núñez Feijóo «eleva el nivel de exigencia» , en palabras de un dirigente socialista. Por eso este lance es una primera prueba para que el presidente gallego «demuestre con hechos» su apuesta por un PP distinto al de Pablo Casado. Aunque el cónclave del PSOE estuvo enfocado casi en exclusiva en la guerra de Ucrania, esta cuestión y las referencias al PP se colaron en algunas intervenciones pero sí estuvieron más presentes en las conversaciones informales: «Básicamente hace falta que el PP se separe de Vox y deje de alimentarles», reflexionaba ayer un líder regional. En el Gobierno, no obstante, van a intentar mejorar las relaciones con el PP ante la incertidumbre que marca la guerra y ante el nivel de crítica que están desplegando desde Podemos. Aunque la sensación es que la coalición resistirá.
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