Mayte Alcaraz

La noche más larga de Elvira Rodríguez, Cospedal y Santamaría

El rostro de la esposa de Rajoy en el balcón de Génova recordó a la de 2008, cuando abrazó emocionada a su marido

MAYTE ALCARAZ

Mariano Rajoy estaba abatido. Las miradas de su mujer, en su despacho de la planta séptima de la calle de Génova, delataban que no solo era él el hundido. Al presidente no le gustan mucho las idas y venidas de colaboradores durante las noches electorales . Prefiere que le dejen en paz, relatan en su entorno.

A pesar de ello, la puerta de esa estancia no paró de abrirse. Pero de entre todos los asesores que intentaron infundirle ánimo cuando el panorama pintaba ingobernable, tres mujeres parecían decir lo contrario con sus gestos. Elvira Fernández, María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría no podían disimular lo que el ordenador destilaba: el marido para una y el jefe para las dos últimas, podía ser el segundo presidente electo de la democracia que no repetiría una segunda legislatura. Un compañero las describe así: «Viri, muy cariñosa con Mariano; Cospedal, resignada (no en vano a ella le acaba de pasar algo parecido) y Soraya, que llegó muy tarde de la central de datos, aparentemente tranquila».

La cara de la esposa de Rajoy en el balcón de Génova recordó a la de 2008. Ese año, el líder del PP perdió la segunda oportunidad para ser presidente. Elvira, vestida de color chocolate y con un collar étnico, no quiso disimular aquel 9 de marzo y se abrazó a su marido emocionada y triste. Algo parecido ocurrió el domingo. Así lo relata un político muy cercano al presidente.

Dirigentes socialistas contuvieron el aliento tras conocer unos sondeos desfavorables

«Para entender a Rajoy muchas veces ayuda observar a Viri. Yo estuve presente hace siete años y ese día ambos sangraban por la herida de las incomprensiones internas, los navajazos de algunos compañeros y la incertidumbre sobre el futuro. Pero el 20-D, la pareja estaba conforme con la labor hecha pero sobrepasada por la excesiva caída del PP y el debilitamiento de las expectativas de Ciudadanos».

Anoche los canapés que los solícitos camareros del PP se esforzaban por ofrecer, de un catering cercano, quedaron correosos sobre la mesa. Rajoy solo tomó una copa de vino . Entre los presentes, la presidenta madrileña Cristina Cifuentes intentaba dar ánimos. Lo mismo que Pablo Casado y Fernando Martínez Maíllo , dos de las caras nuevas del PP para contrarrestar los recortes y la corrupción. Sin embargo, dos testigos coinciden en que tanto la número dos del partido como la mano derecha de Rajoy en el Gobierno estaban «tocadas».

Algo de ello pudo verse en el balcón cuando, ambas junto a la esposa de Rajoy, le flanquearon. Viri y Cospedal, vestidas de blanco roto, y Sáenz de Santamaría con un suéter rojo y una capa, que ya se había puesto en la votación de la mañana, parecían una metáfora del revés de las urnas.

Pablo Iglesias fue el protagonista el 20-D

Rajoy sufrió lo suyo y lo de Ciudadanos que, a cuatro kilómetros de distancia, en el hotel Eurobuilding, purgaba también su noche más triste. Los 40 diputados naranjas se quedaban cortos para el PP pero sobre todo para Albert Rivera .

Después de comer con su pareja, Beatriz Tajuelo , el líder emergente llegaba a su hotel fetiche a última hora de la tarde y, otra metáfora, se quedaba bloqueado en una puerta giratoria, uno de sus tabúes políticos. Su núcleo duro le oyó lamentarse durante la noche por el resultado en Cataluña, donde había quedado el quinto, después de ser segundo en las autonómicas. Begoña Villacís intentaba mantener el ánimo pese al sombrío ambiente. Ni las copas a 12 euros subieron la moral.

Pendientes del «sorpasso»

El clima de funeral fue por barrios. En el de Ferraz, a la ribera del Manzanares, las primeras horas en la sede del PSOE no fueron aptos para cardíacos. Las encuestas a pie de urna eran dramáticas. Por más que el número dos de Pedro Sánchez , César Luena , se esforzaba por mantener la tranquilidad, muchos dirigentes socialistas contuvieron el aliento hasta las nueve de la noche, cuando el recuento dio un respiro a los socialistas. Los primeros sondeos hablaban de 75 escaños y el «sorpasso» de Podemos . Barones como Fernández Vara y García Page, colgados al teléfono, se esperaban lo peor. Sánchez, encerrado en la planta cuarta junto a su mujer, Begoña, recibió la llamada de Felipe González cuando se supo que en sus manos estaría dejar o no que Rajoy gobernase.

De ahí, la primera intervención del candidato cediendo al PP la legitimidad para ser el primero en intentar formar gobierno. Las cajas de champán tuvieron que esperar.

Iglesias, la noche soñada

Pablo Iglesias sí vivió la noche electoral que soñaba. Desde que, tras la victoria de Manuela Carmena , la hoy alcaldesa le cambió el paso y le obligó a ser su telonero en Las Vistillas, el domingo todo estaba milimétricamente previsto. Íñigo Errejón , el más moderado del núcleo de Iglesias, pidió a sus compañeros prudencia. Alrededor de unas coca-colas y unos bocadillos de máquina, más de uno se creyó que el PSOE les cedía el segundo puesto. No pudo ser. Pero la fiesta en la plaza del Reina Sofía esperaba.

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