«Fortunata y Benito», Galdós no es un vejete con bigotes

La Joven recuerda el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós con una reinterpretación de su novela «Fortunata y Benito» escrita y dirigida por Laila Ripoll

Una escena de «Fortunata y Benito» La Joven
Julio Bravo

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«Una historia de jóvenes, para jóvenes, porque Galdós no fue siempre ese señor mayor con bigote». Con esta frase se presenta el nuevo montaje de La Joven , « Fortunata y Benito », que lleva la firma de Laila Ripoll, su autora y directora. Zhilah Azadeh, Cristina Bertol, Yolanda Fernández, Julio Montañana, Eva Caballero, Juan Carlos Pertuso y Jorge Yumar son los intérpretes de este montaje, que pretende «afeitarle el bigote» al autor de los «Episodios Nacionales» en el centenario de su muerte. La obra estará los días 7, 8, 14 y 15 de febrero en los Teatros del Canal .

«Entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía, como he referido en otro lugar -escribió Galdós en el capítulo segundo de «Memorias de un desmemoriado»-. Escapándome de las cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en «flanear» por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el Teatro Real y un café de la Puerta del Sol, donde se reunía buen golpe de mis paisanos». Y este testimonio de juventud, explican en La Joven -una compañía dirigida por José Luis Arellano -, «bien podría definir nuestro objetivo con esta función. Un Galdós de hace más de un siglo que se comportaba igual que un joven de hoy en día. Galdós fue nombrado por Max Aub el escritor «más popular» desde Lope de Vega y el «más universal» desde Cervantes . Desde el siglo XXI miraremos a la época de Galdós y a su crónica para descubrir cuánto de aquella España, de aquellas mujeres y hombres queda aún en nuestra sociedad».

¿Cómo sería una de sus novelas y sus personajes en el siglo XXI? A esa pregunta es a lo que ha tratado de contestar Laila Ripoll , que en su primera colaboración con La Joven ha reinterpretado « Fortunata y Jacinta », una de las novelas más populares de Galdós, y que ya fue llevada al teatro a finales de los años sesenta por el dramaturgo Ricardo López Aranda .

«Siempre imaginamos a Galdós como un vejete con bigote -dice la autora y directora, pero lo cierto es que hubo un tiempo en el que don Benito fue un joven alto, seductor y bien plantado que hacía pajaritas y vivía la bohemia y la noche de Madrid . También hubo un tiempo en el que soñó en un tranvía, en el que asistió atónito a una revolución o desolado al asesinato de Prim».

Asegura Laila Ripoll que Benito Pérez Galdós es un autor «inacabable, enorme y apasionante», y no duda en calificarlo como «el más grande novelista en español de la edad contemporánea, sin el que no seríamos». También se refiere a «Fortunata y Jacinta» como la obra magna de Pérez Galdós y, junto a « La Regenta », como «la más grande novela en español del siglo XIX: la más moderna, la más mestiza y la más colosal».

El metro y el tranvía, el rap y la zarzuela, las nanas y el reguetón se unen en esta adaptación llena de música, y en la que una joven estudiante se queda dormida en el metro soñando con la obra del autor que le tocará en un próximo examen de Literatura . En ese sueño se encuentra con el propio Benito Pérez Galdós , que le guiará por el Madrid decimonónico y por los rincones que atravesaron sus personajes, entre ellos las propias Fortunata y Jacinta.

Cuenta Laila Ripoll que ««Fortunata y Jacinta», como «Fortunata y Benito», sucede en Madrid , ciudad desordenada, sucia, repleta de vida, generosa y abierta, siempre fascinante. Partiendo de «La novela en el tranvía» -un cuento escrito por Galdós en 1871- llegaremos a nuestra Fortunata, pero no sin antes añadir un chorreón de « Episodios Nacionales », algo de « Tristana », una pizca de las «Memorias de un desmemoriado», unas gotas de '' Misericordia '', un aroma de « La desheredada » y una generosa cantidad de música y baile».

Y es que, concluye la autora y directora, el objetivo de la función es «encontrar, en este Madrid moderno, canalla, contemporáneo y vital , a un Juanito en un restaurante, una Fortunata en un portal, una Jacinta en una cafetería, una Mauricia en cualquier acera o un Maxi al doblar cualquier esquina».

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