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Diez y sin abusar
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Diez y sin abusar

21.06.13 - 14:27 -
Villa celebra uno de sus goles contra Tahití./ Efe

Por mucho que los suplentes deseen reivindicarse y pisen el templo de Maracaná, donde hasta este jueves solo habían marcado los españoles Zarra, Basora e Igoa en el lejano Mundial de Brasil '50, resulta complicado motivarse para afrontar un partido sin competitividad, más cómico que exótico e impropio de un gran torneo internacional porque lo devalúa. Tampoco hace falta exigirse o implicarse mucho para superar el 8-2 de Brasil a Arabia Saudí de 1999 y firmar un inolvidable 10-0, la mayor goleada en la historia de la Copa Confederaciones. Cuatro goles de Fernando Torres, y eso que falló un penalti, un hito que no se recordaba desde que el madridista Raúl se los endosó a Austria en 1999, con Camacho en el banquillo. Y tres de Villa, que se dispara como máximo artillero en la historia de la selección, ya con 56 dianas. España alcanzó el doble dígito pero pudo pulverizar su mayor goleada de siempre, el 13-0 a Bulgaria en un amistoso de 1933. Y el 12-1 a Malta. Pero no era cuestión de hacer sangre.

El fútbol de Tahití está en las antípodas de España. Es de perogrullo. Es el campeón de Oceanía porque Australia se aburrió de golear y en 2006 decidió competir en la zona asiática, y Nueva Zelanda perdió una semifinal inaudita ante Nueva Caledonia. Tahití es una isla paradisiaca de la Polinesia Francesa, que sedujo al actor estadounidense Marlon Brando e inspiró al pintor postimpresionista parisino Paul Gauguin, pero el fútbol es una broma por los Mares del Sur. Los 'Tao Aito' son los 'guerreros de fuego' para humillar por 30-0 a las Islas Cook pero caerían a un tercera división español. Salvo Vahirua, que jugó el año pasado en el Mónaco y actuó seis veces con la selección sub-21 de Francia, el resto se ganan la vida con otros menesteres. Para ellos, enfrentarse a España era vivir un cuento de hadas. Profunda admiración. Regalo de los collares de caracolas a todos los componentes del equipo rival como es tradición, y pleitesía al banquillo hispano. Solo les faltó pedir un autógrafo o una foto a Xavi, Iniesta y compañía. Confió su seleccionador, Eddy Etaeta, en la bondad de Del Bosque, para no sufrir una humillación. «El seleccionador español conoce los códigos del fútbol y sus valores. No querrá que sus jugadores fuercen contra nosotros», rogó en la víspera. Y el técnico charro pidió a sus pupilos emplearse con respeto, sin mirar al marcador, pero con comprensión, hasta con misericordia.

Bondadosos

Fue curioso el desarrollo del partido, ya que España tuvo que cambiar ciertas características de su fútbol de tan fácil que se lo pusieron. Sin apenas elaboración, apenas con un pase largo bastaba para que Torres o Villa se plantasen solos ante el portero. Los tahitianos salieron con cinco atrás pero adelantaron la defensa en plan suicida buscando el fuera de juego. Se tomaron el partido como un entrenamiento para citas de mayor enjundia en Oceanía, y no modificaron su estilo. Hay que agradecérselo pero es como si un equipo de alevines de un pueblo decide jugar al fuera de juego contra el juvenil A del Real Madrid. Insólito.

Torres mostró el camino a los cinco minutos. Penetró por el perfil izquierdo como cuchillo en mantequilla y la colocó lejos de Roche, que se fue al suelo con antelación. El 'Niño' no lo logró pero parecía en condiciones de batir su propio récord, el del 'hat trick' más rápido en la historia del fútbol español. Se mantiene con esas tres dianas que les colocó a los neozelandeses en solo 11 minutos, en la anterior Confederaciones de Sudáfrica. El segundo se hizo esperar, ya que Silva acertó pasada la media hora tras dos amagos de Villa. A partir de ahí, el duelo se transformó en una sucesión de imágenes de goles, tímidas celebraciones y gestos de Roche, el portero titular del Dragón, el mejor equipo de Tahití. Regaló goles de puro amateur y festejó como un gran triunfo que Torres lanzase un penalti alto, ya con 8-0 en el marcador. Un triunfo personal y un error del fuenlabreño, que le pidió el balón a Villa para mejorar sus guarismos. Marcó su cuarta diana instantes después, antes de que a Silva le tocase el décimo. Vuelta de honor para los tahitianos.

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