Cádiz CF

Al calor de una noche fría

El encuentro ante el Girona acabó con el entusiasmo por los tres puntos conseguidos y por el feliz convencimiento de que tenemos al alcance la salvación

El Cádiz CF ganó 2-0 al Girona. ANTONIO VÁZQUEZ
Pepe Reyes

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Arribó la tardía hora del inicio del encuentro frente al Girona y en la cresta sombría de Preferencia se advertía un terso flamear de banderas, como un inquieto y adumbrado estandarte de danza tensa, nerviosa y rectangular.

Gélida y desabrida, la noche se enredaba en el bramido rudo de un enfurecido, de un desquiciado viento de levante. Jornada, pues, más propicia para el recogimiento y cobijo doméstico que para permanecer a la intemperie, en temeraria quietud, al desagradable albur de las inclemencias.

Pero el Cádiz CF jugaba en casa , en jornada trascendental, y eso queda siempre por encima de cualquier circunstancia, por hostil que ésta pueda presentarse. Miles de cuerpos ateridos convergieron en unívoca alma para insuflar calor a un equipo que correspondió con creces a tan masiva y abnegada asistencia .

Porque, en todos y cada uno de los minutos, el cuadro amarillo derrochó entrega denodada, por momentos trenzó fútbol fluido y vistoso, y finalmente se alzó con una victoria de suma importancia , tanto en su inmediata repercusión anímica como en sus efectos clasificatorios.

Segundo triunfo consecutivo en casa, donde parece que se erige, al fin, ese anhelado y aguerrido fortín , de asalto infranqueable para los rivales.

Las nuevas incorporaciones se van acoplando de forma acelerada al conjunto y la dupla Alcaraz-Escalante parece destinada a dotar de solidez y equilibrio al centro del campo. Al tiempo, Ocampo va a más en cada encuentro y hasta su compañero Bongonda lo acompaña ya en desbordes y diabluras desde la otra banda. Ambos goles conseguidos vinieron precedidos de sendas internadas por los extremos.

Y el alto nivel mostrado por los cuatro componentes de la defensa constituye el verdadero armazón sobre el que se asienta este salto de calidad experimentado por el equipo.

Finalizaba el partido y las banderas, rehenes de la arrebatada fuerza eólica, aún aleteaban furiosas en vertiginoso frenesí. Pero el frío, lo helado de la noche, se había tornado en calor, en alegría y entusiasmo por los tres puntos conseguidos y por el feliz convencimiento de que tenemos al alcance la salvación.

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