Pan y circo
Demasiadas carencias
'Un compungido soplo de pesimismo y de afligida resignación envuelve a la afición cadista'
Un compungido soplo de pesimismo y de afligida resignación envuelve a la afición cadista tras el triste partido frente al Sevilla. No crear ocasión alguna de peligro y permanecer la totalidad del encuentro a merced del control y los arreones del rival constituye un golpe demasiado duro para la moral y el orgullo de tantos y tan incondicionales seguidores. Sobre todo, si tras soportar casi noventa minutos de sufrimiento e impotencia ofensiva, de padecer la opresora inquietud de ver cómo el rival merodea de manera permanente nuestra área, todo se derrumba en el último instante. Tanto fue el cántaro a la fuente que, al final, de la manera más absurda e inesperada, acabó por romperse. Valiosísimo punto que se nos escapó, tanto o más que los dos que volaron cinco días antes contra el Elche, corolario fatal de una segunda parte desastrosa. Resta mucha temporada y tiempo hay para la reacción. Pero las sensaciones que desprende el equipo no son nada alagüeñas. La línea defensiva, donde Iza y Espino carecen de solventes sustitutos, pende del peligroso alambre de las lesiones, que con tan inaudita saña ha convertido ya en páramo el eje de la zaga. En el centro del campo, donde Diarrá parece no ser el hombre que el Cádiz necesita, sólo se dispone de Alcaraz, San Emeterio y Álex, con la agravante salvedad de que la participación de este último se hace imprescindible detrás del delantero, para poblar y dar equilibrio a la zona medular. Cuando ha jugado de mediocentro y dos puntas arriba, el descontrol siempre fue considerable y cualquier rival ha movido el balón a su antojo. En las bandas contamos con un precipitado e imprevisible en su rendimiento, Alejo, con un inédito Bongonda, y todo queda supeditado a la inspiración de Ocampo, que ha mostrado destellos mientras las fuerzas le duran en los partidos de casa. Aparte del comodín de Sobrino y los escasos minutos que aporte Negredo, sólo contamos con Lozano, único delantero. Frágil, exiguo, escuálido bagaje de elementos para acometer la obligada empresa de la remontada.