Cádiz CF
Cádiz CF: Dos derrotas que señalaron el camino
En los inicios de Cervera, se produjo un severo tropiezo en casa que abrió los ojos de un entrenador que ha vuelto a sentir la misma sensación tras otro varapalo en Carranza
Hay derrotas que aclaran la mente. Y hay tropiezos de los que se aprende. Pero también hay victorias que tapan verdades . El Cádiz CF de Cervera, sin ir más lejos, las ha vivido este mismo año. El triunfo en Balaídos fue un ejemplo y la derrota en Carranza ante el Alavés constituye otro.
Este Cádiz CF 21/22 ha vivido prácticamente de todo y todavía no ha llegado ni a Navidad. Eso, seguramente, le dará unas tablas a un equipo que ya las tenía pero que no por ello debe despreciar el aprendizaje en este primer tercio de Liga.
La experiencia de este equipo viene de lejos. De hecho, las raíces del tronco que ha crecido en Primera las echó en mitad de la ciénaga de la Segunda B. Porque hay que irse al pasado, a finales de abril de 2016, para rescatar y desempolvar el 'adn' de este equipo.
Ya saben, era la temporada regular dentro del desaparecido grupo IV de Segunda B y quedaban cuatro jornadas cuando llegaba al banquillo local de Carranza un señor con cara de catequista, tímido y, sobre el papel y los resultados de los tres primeros partidos, carne de paro.
Cervera debutó con una derrota (0-1) ante el Mérida con golazo del excadista y ahora jugador del Sporting Aitor García . No mejoró la cosa a la semana siguiente, ya en mayo, ante el humilde Jumilla, contra el que no se pasó del empate sin goles en un partido televisado que resultó soporífero. Llegaba el tercer encuentro, el 'play off' ya estaba conseguido previamente con Claudio en el banquillo, y se perdía en Carranza 0-2 ante el UCAM de Murcia. Era tal la desolación en el cadismo que parte de él exageraba, con razón, diciendo que para ir al 'play off' a hacer el ridículo mejor ni presentarse. Pero ahí, en mitad de un entorno repleto de críticas sin pasión, desaires al equipo y más cansancio que cabreo, apareció la bendita locura del señor de las gafas, el único que había visto brotes verdes en la derrota ante un UCAM disparado hacia Segunda A.
Porque sí, a pesar de todo, esa derrota sin paliativos en el marcador dejó marcas en el camino a Cervera de que lo que buscaba comenzaba a encontrarlo. Y lo cierto es que más allá del resultado, el Cádiz CF de aquel día comenzó a creer sin saberlo en algo que estaba en ciernes de convertirse en una religión: el cerverismo.
A la semana siguiente, en Jaén, el Cádiz por fin ganaba con un gol de Salvi 'made in Cervera'. Esta victoria sólo fue vista en director por la expedición cadita. Era la última jornada de la liga regular y ni el partido era televisado ni falta que hacía porque la audiencia hubiera sido mínima. Nadie confiaba en el Cádiz. Casi nadie. Casi nadie salvo Cervera, sus chicos y unos cuantos cadistas que se desplazaron en autobús para vivir en vivo y en directo la resurrección amarilla en A Malata. Cervera había dado con la tecla dos semanas antes de ganar en Ferrol. Y lo hizo después de un 0-2 en Carranza ante el UCAM de Murcia. Una derrota que sirvió par confirmarle a Cervera de que sólo había un resquicio por el que escapar y el camino era ese.
Ha pasado mucho tiempo. Al Cádiz CF que resucitó en Galicia le quedaba por delante un dulce paraíso trabajado, eso sí, a base de esfuerzo y sacrificio. Pero un paraíso al fin.
Lejos había quedado el lodo de la Segunda B y de buenas a primeras el once de Cervera se comenzaba a codear con la nobleza de la Segunda A, esa que llamaba año tras año a las puertas de la elite. Las cosas salían también en Segunda con las mismas armas con las que se consiguió salir del lodo. El cadismo, por fin, sonreía con tranquilidad viendo a su equipo acostumbrado a llegar a la última jornada de liga con opciones de meterse en el 'play off' de ascenso a Segunda. Así se pasó cuatro años, el primero de ellos soñando con el ascenso del tirón a Primera. La gente se ha acostumbrado a contar con que el equipo no pasase apuros y hasta, quien lo diría, se asomaba por la puerta la exigencia.
Apareció la exigencia y se ascendió. Como se ve, el 'and' nacido en las profundidades daba sus frutos y la Primera abría sus puertas a un equipo que creció de la derrota. Aquel 0-2 del UCAM tan solo era producto de la memoria de los más analíticos ya que el Cádiz CF no sufría desde entonces. Quizás un poco también en Almendralejo, donde se perdió ante el Extremadura cayendo a puestos de descenso y se rumoreó que Cervera estaba a un tris de decir adiós. No lo dijo. Empató en casa ante el Sporting, se apoyó en Sergio Sánchez -luego defenestrado- y retomó el vuelo con siete victorias consecutivas. Aquello fue el preludio de una nueva resurrección que terminaría en la orilla de los 'play off'.
Años después, otro 0-2
Más allá de esos breves escarceos a principios de temporada con el descenso, el Cádiz CF de Cervera siempre ha estado en 'on'. De vez en cuando perdía el rumbo pero dentro de una tranquilidad asombrosa. Incluso en Primera tuvo que perderlo en pleno Tourmalet de partidos antes los más grandes pero no tard´o en recuperarlo. Y es que en la elite no se ha sufrido hasta este año que han aparecido las curvas, la maleza y los arbustos por todos lados.
Lesiones. incidentes extradepotivos, divorcio total entre presidente y entrenador... De todo está ocurriendo y hoy por hoy y pese a todas esas rémoras, el Cádiz CF está fuera del descenso y con un punto más sobre el mismo. Eso sí, años después han vuelto los miedos, los temores a un descenso, las críticas, las dudas, los cabreos apasionados. Y otra vez, en mitad del ruido de la tempestad ha aparecido la calma del bloque que comanda Cervera.
Las cosas se ponían feas con el 2-0 ante el Espanyol en donde el Cádiz CF daba una imagen muy lajana de lo que su afición quiere. Brazos caídos en el terreno de juego y en el banquillo. Rostros desanimados y sin esperanza. Todo ello se unía a los problemas extradeportivos que salían del vestuario, se dramatizaban desde el banquillo y se extrapoloban al palco, donde Vizcaíno más que calmar los ánimos, los agitaba. Ambiente preocupante en una afición que acudía a su estadio con la idea en la cabeza de ver a su equipo hacerse el 'haraquiri' ante el Alavés, que venía hundido en la tabla.
Y efectivamente, el partido defraudó. Se perdió 0-2 (mismo resultado que contra el UCAM hace cinco años), se daba vida a un rival directo y la fe parecía perdida en muchas cabezas salvo en algunas como las del entrenador, que otra vez apartaba todo lo malo que ofrecía el resultado para centrarse en los brotes verdes que había vuelto a ver en mitad de la porquería .
Al igual que Cervera vio ante el UCAM conceptos claros que debía perfeccionar su equipo como el cuchillo de Salvi en la banda y Mantecón y Abel en el centro del campo, ante el Alavés atisbó que a su equipo le venía bien un centro del campo mitad contención-mitad organización. Así se salió y se jugó ante Villarreal, Mallorca y Athletic, rivales ante los que se ha sumado cinco de nueve puntos que pudieron ser siete si no llega a ser por los desgraciados últimos minutos en El Madrigal.
El camino se ve mejor. Ojo, se ve mejor, pero no por ello no se observa lo empinado que va a seguir estando. Eso sí, la ilusión, la fe y la esperanza se ha vuelto a recuperar. Y otra vez, años después, tras una derrota por 0-2 que sólo enterró a aquellos que no llevaba la brújula cerveriana.
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