Cádiz-Alavés
Brotes verdes en mitad de la maleza (0-2)
Injusta derrota del Cádiz ante el colista en un partido en el que Cervera da con la tecla en el descanso
El camino oscurece en mitad de maleza y el panorama es negro, pero ojito que Cervera ha podido encontrar el cuadro de luces. Y dentro de él hay de todo. Interruptores, brújulas y el botón de 'on'. Ese que puede convertir en verde lo que ahora más que rojo parece negro. Además, es octubre, el equipo no está siquiera en descenso queda un mundo aún. Eso si, la unidad debe volver. Del palco al banquillo y de este al equipo. Se puede, y con luces mucho más.
El Alavés ha ganado en Cádiz en lo que es su primera victoria en Liga. Suena duro este 0-2, pero es más que injusto . Injusto por un poco todo. No hay que centrarse en el árbitro, pero desde luego este Alberola Rojas tiene que tener un recuerdo muy amargo de su infancia en la que un gaditano se la jugó porque no es normal el doble rasero que ya desde el año pasado tiene para dirigir al Cádiz. No ayudó al trencilla, como tampoco lo hizo el primer planteamiento de Cervera en el primer tiempo. Se fue al descanso perdiendo y en los vestuarios encontró la luz. Y la hayó desde la sensatez. Puso al mejor de los suyos a jugar, lo colocó donde él se siente más futbolista y de paso devolvió a su mejor defensa al centro de la zaga. Y la cosa, así, funcionó. Perea estaba feliz y el Cádiz pudo y debió empatar pero ya entraron las prisas y el Alavés se llevó el botín. Fue una pena pero dentro de la maleza que se le presenta al Cádiz hay brotes verdes.
Pocas veces el ruido que sale de un club, da igual si del vestuario, de un despacho o de la cantina del estadio lleva la crispación a la grada, pero el Cádiz es un club tan singular que a veces le sucede eso. Normalmente suele ser al revés, pero Cádiz es así, qué vamos a hacerle, que diría el poeta que perdió esta tierra. La enésima ruptura entre el presidente y el entrenador solo es una gota más que colma la paciencia de los sensatos. Pocas veces un equipo, con su entorno de la mano, está deseando pegarse un tiro en el pie a pesar de que se encuentra en un momento dorado de su historia. Da igual. Cádiz es una ciudad de extremos y aquí se está con o contra alguien. No hay grises, desgraciadamente.
Pero esta vez el disparo al pie ha salido de los propios incondicionales del entrenador , esos que han creado de manera absurda un clima de ultimátum (sin estar ni pensado) en torno a una figura que se ha sentido obligado de estar agradecido por el apoyo de esos 'fans' de la misma forma que aprovechaba para desviarle el tiro. «El que necesita el apoyo no soy yo, es el Cádiz», dijo con maestría para descatalogarlos al mismo tiempo.
Y así, bajo ese clima enrarecido, se presentaba un Cádiz ante una afición que no sabe muy bien a qué atenerse tras los últimos acontecimientos producidos por la 'factoría Vizcaíno' . El presidente dispara sus tiritos al cielo y las balas le llegan a Cervera, que sin apuntar directamente al destinario, se las devuelve a su manera . De todo esto no sólo se percata el aficionado, sino que también el futbolista, que es, no lo olviden, sobre el que descansa el destino de una institución que ante el Alavés se jugaba mucho más que tres puntos.
Cervera hizo dos cambios respecto al once sacado ante el Espanyol y quiso confiar en dos hombres que deberían darle al equipo más sujeción y protección del balón como Negredo y Perea. Los damnificados fueron el Choco Lozano y Jonsson, pero a que no estuvieron del todo mal en el primer tiempo ante el once perico. El técnico se olvidó del triple pivote y volvió al doble con el que a su equipo se le reconoce más.
Estaba el encuentro ligando la salsa cuando está se cortó de la peor manera para los hombres de la casa, que se llevaron la mano a la cabeza cuando a los cinco minutos Alberola Rojas, un viejo amigo, señalaba el punto de penalti tras un rigurosísimo derribo de Alarcón sobre Joselu , que ni se lo pensó dos veces para ir
se al suelo en cuanto sintió la pierna inexperta del chileno.Desde los once metros, el propio Joselu adelantaba al Alavés.
La reacción en la grada no se hizo esperar y los esfuerzos de la hinchada comenzaron a dividirse entre amonestar con protestas cada decisión arbitral y levantar la moral de su equipo, que al poco de recibir el gol lo intentaba con un balón parado de Alarcón cabeceado alto por Sobrino.
Estaban feas las cosas y peor se pudieron poner si el centro chut del lateral Duarte encuentra la escuadra de Ledesma, ya superado. Se tensaba la cuerda con el reincidente Alberola Rojas, aquel trencilla que se negó siquiera a ver repetido la acción de Foulquier sobre Perea la temporada pasada en lo que fue asumido como un penalti como una catedral. Calentita estaba la grada y más que la encendió el colegiado, que dejaba pasar un claro rodillazo de Loum sobre Perea -otro-, que se quedaba tendido sobre la hierba con ostensibles gestos de dolor ante los que Alberola Rojas se vio obligado a detener el juego cuando los vascos atacaban en mitad de un griterió desaforado.
Por impulsos, el Cádiz avanzaba metros ante el colista . Sobrino, esta vez por tierra, lo intentaba con un disparo cruzado y sin ángulo tras evadirse de dos defensas, pero no había ligazón en el ataque amarillo. Por su parte, Negredo metía presión al árbitro pidiendo penalti tras un encontronazo en el área con un central. 'Jueguen, jueguen...', decidía una vez más Alberola Rojas sin echar mano del VAR.
Eso de estar pensando más en el árbitro que en el balón le pudo costar caro al Cádiz, que si no es por el Pacha Espino habría visto como en una contra mal defendida el Alavés hubiera conseguido el segundo. Joselu asistía a Pellistri, que perdonaba un mano a mano con Ledesma desbaratado por su compatriota, que raudo y veloz apareció por detrás para entorpecer el disparo al uruguayo.
Sin alardes ni continuidad, lo cierto es que el Cádiz no tenía otra que llevar el peso del partido ante un equipo que no conocía la victoria. A base de balones colgados llegó una oportunidad para los de Cervera, pero Alarcón, que recibió cerca del área pequeña, se revolvía bien pero sin la puntería necesaria para empatar el partido. Poco después, otro centro a balón parado, este de Espino, era peinado por Víctor Chust aunque sin encontrar puerta tampoco.
Descanso con bronca
Finalizaba el primer tiempo con otra contra facilitada por el Cádiz que no supo resolver el Alavés. Como estaba cantado, el personal despedía al trío arbitral con una sonora pitada que no quitaba la evidencia de que una vez más el equipo de Cervera regresaba a los vestuarios sin saber cómo para el portero rival.
Salía de la caseta el Cádiz con caras nuevas y coloridas , como la del rubio Jonsson y la del pelirrojo Álex. El madrileño retrasaba la posición de Fali y sentaba a Alarcón mientras que el danés retiraba a Chust. Cervera entendía que hay que poner a la gente en su sitio y quizás así el orden y los resultados también vuelvan.
Y lo primero que sintió el equipo fue que alguien tomaba la batuta y que ese alguien comandaba un ataque donde también aparece la varita de Perea, que se inventó un túnel cerca del córner para salir de dos contrarios y adentrarse en el área sin la fortuna de que su pase de la muerte encontrase un novio.
Las acometidas se sucedían en el área babazorra , donde Negredo controlaba con el pecho para colocarrse la pelota y de tijeras rematar para qu Pacheco despejase a córner ante el frenesí de una afición volcada con su equipo en estos primeros minutos de la reanudación.
Encerraba el Cádiz al Alavés y sabedor de ello, Calleja, movía el banquillo buscando frenar a un adversario crecido por los cambios. No le quedaba otra que arriesgar al Cádiz, pero lo hacía con temple y cabeza, lo que no eximía de exponerse a alguna contra vitoriana bien salvada entre Ledesma y la defensa, ya liderada por Fali.
Mientras, el Cádiz y Álex seguían a lo suyo. Del madrileño brotaban las jugadas, que durante varios momentos partían de la banda de Iza, que entraba en el área vasca como el cuchillo en la mantequilla. En una de esas, desde la línea de fondo, esta vez Salvi era el que buscaba en el segundo palo a Perea, que listo como el hambre , se aprovechó de una cesión con el pecho al portero para interponerse, meter el pie para empujar el balón por debajo de las piernas de Pacheco pero con la mala fortuna de encontrarse bajo palos con la bota salvadora de Laguardia.
Gol anulado al Alavés
Cuando más merecía el empate, más cerca estuvo el Alavés de sentenciar, pero la posición incorrecta de Edgar Sánchez invalidaba su posterior voleón al fondo de las mallas.
Seguía vivo el Cádiz y Cervera incrementaba la llama con más madera, la del Choco Lozano, que sustituía a Salvi para mandar a Sobrino a la derecha y situarse en la delantera junto a Negredo.
Tanto ansía por el gol dejaba espacios para un Alavés que perdonaba de nuevo en un contragolpe en el que Álex persiguió como un poseso a Rioja para que el pase de la muerte de este acabase en las manos de Ledesma. Poco antes de esta acción, Jonsson originaba dicha contra tras no rematar a puerta un preciso centro de Perea al saque de un córner.
Parecían agotarse las fuerzas en los hombres de Cervera, que volvían a conceder, esta vez en un saque de esquina, una magnífica oportunidad, pero el cabezazo de Joselu, libre de marca, quiso Dios que fuera a las manos del meta argentino del Cádiz.
El reparto de mandobles estaba servido. Y sobre el ring otra vez aparecía el gancho de Negredo, que por segunda vez veía como Pacheco recogía una tijereta suya dentro del área. Seguía con vida el Cádiz y quería seguir teniéndola gracias a Álex , que leía perfectamente la subida de Jonsson para darle con un balón con el que el danés se llenó de ideas antes de disparar muy pero que muy desviado en una nueva ocasión franca para empatar.
Antes de la recta final, ambos equipos tomaron aire, lo que no quitaba que Joselu siguiera existiendo puesto que un disparo suyo a la media vuelta fue detenido por Ledesma poco antes de que el Cádiz volviese a la carga, a esa que se apuntaba Álvaro Jiménez para dar recambio a Sobrino a falta de cinco minutos más el añadido.
Ya en el descuento, Haroyan se hizo un lío con Ledesma con las prisas y en su intento de sacar el balón jugado Miguel roba el balón para darle el pase de la muerte a un siempre bien colocado Joselu, que senteciaba el encuentro.
Pésimo resultado, el peor, sin duda, pero no queda otra que agarrarse a esos brotes verdes que se han dejado ver en la segunda parte para confiar en un entrenador y una plantilla escarmentada de tanto error.