Athletic-Cádiz
La banda quiere y sabe (0-1)
Los guerreros de Cervera dejan claro en La Catedral que tienen fútbol pero más corazón con una victoria salvadora
La banda sabe. Y quiere. Está unida y se sacrifica. Y lo hace en la Catedral del fútbol, ese escenario donde no pediría su entrenador para sumar tres puntos que sí ha sumado su equipo en el momento más importante de la corta temporada que se lleva.
Había dudas, pero también fe. Había y hay problemas, pero hay trabajo. Había errores, pero se corrigen con corazón y cabeza, la que puso Cervera en un once que cada vez quiere jugar más. No solo sobre el blanco, también sobre el verde. Hubo brotes verdes en la derrota en casa ante el Alavés y han terminado de germinar en un escenario de lujo. Queda un mundo, muchas batallas, una guerra por delante, pero la banda ha dado, ha vuelto a dar, la cara. Y lo ha hecho con fútbol, con garra y sin perder la identidad.
Salía el Cádiz con vocación ofensiva por segunda semana consecutiva pero esta vez en La Catedral y ante todo un Athletic y no contra un Mallorca, al que no le atacó como en un principio parecía sobre el dibujo. Pero sí, Cervera volvía a confiar de nuevo en un doble pivote conformado por Álex y Jonsson y devolvía la titularidad a Salvi en detrimento de Chapela así como a Haroyan para sentar a Fali, la gran sorpresa, por ausencia, del once.
Y con esa idea, y con el error aprendido, el Cádiz afrontaba los primeros minutos con esa valentía que le faltó hace una semana ante el Mallorca . Tanto puso sobre la mesa que en apenas cuatro minutos Perea ya había disparado a puerta en dos ocasiones, en una se encontró con los guantes de Unai Simón. Tocaba y tocaba en campo contrario el Cádiz y hacía valer a sus jugadores de toque que había sobre el verde.
Tan bien lo estaba haciendo que la justicia le premió en el minuto 5 tras una buena jugada trenzada en banda por Álex y Jonsson que acababa con un centro al corazón del área donde aparecía Lozano para controlar en largo pero asistiendo de maravilla a Salvi, que empalaba con potencia y garra para meter el balón por debajo de las piernas del arquero internacional.
Le sentaba el gol de maravilla al Cádiz, que no se cansaba de robar balones a través de un Choco Lozano que está tan acertado con el balón como en sus tareas de presión. Pasaban los minutos y Ledesma seguía sin aparecer aunque el partido no rebajaba su ritmo, algo que inquieta a todo entrenador que va por delante del marcador.
Tuvieron que pasar 20 minutos para que el Athletic probase a Ledesma con un tímido disparo raso de Sancet que fue a parar a las manos del meta de Pergamino. Apretaba el once de Marcelino y aguantaba el Cádiz sin excesivos temores.
Ocasiones para el segundo
Pudo ponerse mejor la cosa si Perea, que robó un balón de oro cerca del área vasca, llega a estar más fino en un disparo que se le quedó muy centrado y con muy poca fuerza.
Pasaban los minutos y el Cádiz se lo iba creyendo cada vez más al tiempo que el Athletic se iba desquiciando. La dinámica era esa y de ella debió servirse para poner más tierra de por medio más aún si en dos llegadas consecutivas el Choco Lozano está algo más fino, primero con un centro muy bueno de Salvi al que no llegó y acto seguido con otro de Perea que sí conectó pero al que supo reaccionar felinamente Unai Simón.
Fue una pena que no entrase ese segundo pero pudo ser peor si el Athletic marca en una incorporación por banda que apagó bien un enorme Haroyan al desequilibrar con mucha experiencia a un Williams que volvía a pedir penalti.
Se llegaba al descanso y Marcelino dejaba duchándose a Balenciaga y metía más madera con el pequeño de los Williams, Nico. Y desde muy pronto comenzó a exigirle al Cádiz los leones, que en cinco minutos habían enviado ya varios balones al área para obligar a Ledesma.
El guion marcaba sufrir y más con la entrada de Raúl García, que en la primera que tuvo vio como Ledesma le quitaba el balón justo cuando se prestaba a rematar. Los vascos comenzaron a llegar con mayor frecuencia. Por tierra, en una combinación entre los hermanos Williams, y por aire, en un córner rematado por Yeray que Ledesma, bien colocado, atrapó con rapidez.
Movió el banquillo Cervera para meter a Akapo por Iza, lesionado, y a Fali por Lozano, que dejó solo en la delantera a un Sobrino que minutos después le faltó confianza y olfato para llegar al segundo palo a un centro chut de Espino que ni olió ni mucho menos siguió.
La inercia mandaba al Athletic seguir en la búsqueda del gol y casi lo encuentra en una llegada del juvenil Nico Serrano, que enganchó un zurdazo al que respondió Ledesma cual portero de balonmano para evitar el empate.
Quemaba sus balas Cervera transmitiendo a sus pupilos un mensaje ofensivo sentando a Jonsson y sacando a Negredo en el 84'. Y lo primero que hizo el madrileño fue despejar un disparo de Raúl García que llevaba veneno.
Lo pasaba mal el cadismo, pero más por los recuerdos de una historia cargada de pesares, que por lo que se veía sobre el campo porque lo cierto es que los de Cervera mantuvieron el orden hasta que el pitido final desveló la tremenda unidad que una victoria da. Abrazos entre todos y un rostro del Pacha, que parecía que acababa de cargar El Perdón, reflejaban el honor y la alegría recuperada de un cadismo que se aleja del descenso momentáneamente.
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