La imaginación de algunos políticos no tiene fin cuando se trata de buscar nuevas vías de financiación. Uno de los pioneros en España fue Alberto Ruiz Gallardón, que, cuando era presidente de la Comunidad de Madrid, orgulloso de su idea a pesar de las críticas, implantó el llamado céntimo sanitario con el que gravaba 1,7 céntimos de euro el -ya de por sí inflado- litro de gasolina para financiar la sanidad autonómica. Ahora acaba de cantar ¿eureka! el eurodiputado francés Alain Lamassoure, que después de darle muchas vueltas a la forma en que mejorar el régimen de la financiación de la UE ha hallado en uno de los hábitos más comunes de los europeos, el envío de SMS o mensajes de texto a móviles, la piedra filosofal con la que sacar del apuro a las mermadas arcas europeas.