Para español, pulse el 1. For English, press 2». Así empieza la mayoría de los contestadores automáticos que se encuentra cualquier estadounidense al llamar a la compañía de teléfono, la farmacia, la seguridad social y un largo etcétera. Y ahí empieza también la indignación de quienes ven en el crecimiento de los hispanos una amenaza a su identidad nacional. «¿Por qué tengo que elegir mi idioma en mi propio país?», clamaba furioso Jim Hudson, autoconvertido en vigilante fronterizo al margen de la ley, en una entrevista durante la pasada campaña electoral.