La próxima temporada será diferente para ellos. Aunque serán otros los que se lleven los aplausos y las ovaciones, su papel será clave. Sobre ellos tiene que descansar la madurez de un grupo en donde se encuentran jugadores jóvenes y no tan jóvenes. Mantener la calma, trasmitir tranquilidad en momentos tensos, dialogar con los árbitros, evitar todo tipo de disputas, contactar con la directiva... estás y otras muchas más funciones pertenecen a este sector del vestuario que deben alinearse desde un primer instante junto al próximo entrenador que llegue a la Tacita. Son los veteranos del equipo. Esos que deben llevar la voz cantante en las decisiones que se tomen dentro del vestuario. De ellos depende que el clima del vestuario sea sano. De ellos depende que el espíritu que reine sea el del compañerismo y la solidaridad con el que esté jugando. De ellos depende que no existan voces que discrepen y que se salgan de la filosofía que tan de moda puso Víctor Espárrago de remar todos hacia la misma dirección. De ellos depende bastante que no se creen grupúsculos dentro de un mismo grupo humano. En definitiva, los veteranos del equipo, el núcleo duro, las vacas sagradas o como se quiera denominar tienen la misión de dirigir un vestuario con el complicado objetivo de ascender en sólo un año.