JEREZ | TRIBUNALES

Los psiquiatras afirman que el acusado por el parricidio de Arcos tiene «un trastorno mental grave»

A pesar de estar con tratamiento de antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos aún no se ha denominado la enfermedad que sufre

Imagen del acusado saliendo en el coche policial de la Audiencia el pasado viernes E.C.

Elena Carmona

En la jornada del lunes, la Audiencia Provincial de Cádiz con sede en Jerez celebraba la cuarta jornada del juicio sobre el parricidio ocurrido en Arcos en junio de 2007 , donde Isidro Sánchez padre de Enmanuel, de ocho meses de edad, está acusado de haber asfixiado al niño. En las dos últimas sesiones se ha tomado declaración a los peritos: forenses, médicos de familia y psiquiatras que atendieron a este hombre de 46 años días en las jornadas posteriores y anteriores al fatídico episodio. Como resumen destaca que cuatro forenses del servicio de psiquiatría del Instituto de Medicina Legal de Sevilla consideran que tiene un Trastorno Mental Grave (TMG) y que tiene «muy limitadas» las capacidades intelectuales y volitivas.

La médico de familia que le atendía en el centro penitenciario Sevilla II manifestó que el acusado se encontraba dentro del programa de Prevención de Suicidios , por lo que semanalmente se valoraba su situación tanto por el médico de familia como por el psiquiatra. Desde entonces se le prescribe un tratamiento compuesto por antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos. «Tenía ideas de muerte pero no estructuradas, es decir, no sabía ni el medio de llevarlo a cabo ni cuándo», apunta la médico.

Mientras tanto, dos de los forenses del servicio de psiquiatría del Instituto de Medicina Legal de Sevilla, que, entre otros estudios, mantuvieron dos entrevistas con el acusado para buscar los síntomas patológicos que explicasen lo que hecho por el sujeto, indicaron que en los días anteriores a los hechos hubo alteraciones en el individuo hasta tal punto que fue escoltado, por requerimiento de la familia, hasta el centro de salud para que lo atendieran. « Llevaba años de tratamiento psiquiátrico y por consumo de drogas ». Hay una «ruptura» con la realidad pocos días antes de lo ocurrido. «Él no tiene conciencia de enfermedad y se niega a ir al psiquiátrico». Ya en 2008 consta un cuadro maníaco, «no podía dormir, con una actividad exagerada, hablaba sin parar, con interpretaciones delirantes, le hablaba a la tele y a la música. Incluso creía que era el demonio e intentó suicidarse pensando que así iba a salvar el mundo». Los expertos lo que vieron fue un «cuadro psicótico, con un elemento psicótico que rompe la realidad. Tanto en 2008 como en 2017 piensa y ve algo que no existe».

En la primera entrevista fue poco colaborador y no paró de decir que no había sido él, que no lo recordaba, que se creía que era el demonio… Mensajes dispersos que cambiaron en la segunda entrevista, donde aceptó que lo había matado pero que no sabía por qué. «Fue ahí cuando habló de que el móvil se le conectó a una red extranjera y que debía poner la huella del quinto dedo sobre el móvil para conectar, en ese momento se ponía muy brillante y empezaba a dar órdenes: que aplacara a Sara y que matara a su hijo . En el momento en el que le daba a aceptar llegaba la siguiente instrucción».

Durante la entrevista tuvo escasa resonancia afectiva con los hechos. «La persona, por su propio trastorno, tiene incapacidad de expresar sus sentimientos, parece que todo le importa poco. Pero cuando se entra en la afectividad, que existe internamente, se le escapa algún signo», añaden los forenses.

En el informe de los psiquiatras, que fue impugnado por la Acusación Particular, se indicaba que la capacidad intelectiva estaba «gravemente afectada» (esa es la que tienen todas las personas para saber qué hacemos y por qué lo hacemos: la comprensión), mientras que la volitiva (actuar conforme a una voluntad libre, donde hay que tomar una decisión) estaba «anulada». Es decir, su capacidad de decisión se produce «a partir de la patología» o lo que es lo mismo, «sabía lo que estaba haciendo pero para él estaba actuando porque tiene que llevar a cabo una acción superior para salvar al mundo».

No obstante, una persona psicótica sabe cómo se llama y dónde está, pero hay que tener en cuenta que «rompe la realidad y que partía de trastornos». Desde la acusación particular se preguntó en varias ocasiones por la posibilidad de que el acusado estuviera mintiendo o falseando la realidad, a lo que los peritos argumentaban su opinión profesional en la experiencia y en el estudio del paciente (especialmente en la entrevista), donde a pesar de esa ruptura con la realidad y de mantener esa idea delirante «puede tener orientación de uno mismo y del lugar en el que se encuentra». De ahí que fuera considerado un padre coherente, válido para ocuparse de su hijo, sin conducta agresiva. En esa ruptura con la realidad que, según los expertos, sufre Isidro Sánchez , también hay que tener muy en cuenta el consumo de sustancias tóxicas, que él niega en todo momento.

El segundo informe de los otros dos especialistas en la materia, también procedentes del Instituto de Medicina Legal de Sevilla, coincide con el primero en que «durante los hechos, Isidro Sánchez presentaba un cuadro psicótico que le ocasionaba una merma importante de la capacidad intelectual, afectando gravemente a la capacidad volitiva». Dicho informe se ha realizado cuando el acusado llevaba ya dos años en prisión y encontrándose bajo tratamiento antidepresivo, con ansiolíticos y antipsicóticos. Y aunque tiene un trastorno mental grave de larga duración, aún los médicos especialistas no han denominado la enfermedad. Coinciden también en que Isidro Sánchez no tiene conciencia plena de su enfermedad y que el consumo de estupefacientes es un «factor de riesgo» importante.

Otras declaraciones

En la sesión también se le tomó declaración a las especialistas en medicina legal y forense encargadas de evaluar la situación de violencia de género que podía existir en el episodio. Las peritos solo valoraron a Sara B, la madre del bebé . De la declaración, los antecedentes, la exploración y la entrevista semi-estructurada que llevaron a cabo llegaron a la conclusión que en ella «destacaba una incapacidad leve», es decir, que está «por debajo de la media, con gran dependencia puesto que no puede ni planificar, ni organizar, ni cuidar al bebé. Siempre ha necesitado de la ayuda de alguien». Asimismo, afirmaron que Sara B. no «era consciente de saber si ese hombre la estaba controlando o no». Consideran que es una mujer que tiene «una gran vulnerabilidad». Como conclusión de su declaración indican que «no descartamos» que hubiera violencia de género, pero «basándonos en la entrevista, no podemos acreditarlo», por lo cual sólo apuntan a una conflictividad de pareja.

Durante la jornada también testificaron: la médico de familia de la Guardia Civil; la psiquiatra del hospital de Jerez, cuyo juicio clínico indicaba que «en ese momento no hay psicopatología»; y el médico del Urgencias del centro de salud de Arcos, que lo derivó a su médico de cabecera y le inyectó un ansiolítico el día antes de los hechos.

Para el martes está prevista la fase de conclusiones , después de que la defensa renunciara a una serie de testigos. Por ello, el miércoles, se entregará al jurado el objeto del veredicto y comenzará la deliberación.

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