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Un pontificado con luces y sombras
Actualizado: 18:29

OCHO AÑOS AL FRENTE DE LA IGLESIA

Un pontificado con luces y sombras

Ratzinger aporta como legado una apuesta por el ecumenismo y un deseo de limpieza en el seno de la Iglesia, pero deja sin resolver el problema de la pederastia

11.03.13 - 18:29 -
'George Clooney' no pudo reprimir las lágrimas en el adiós a Benedicto XVI. / Efe | Reppublica

Benedicto XVI, abrumado por las intrigas y con síntomas de agotamiento, deja en herencia un Pontificado que se ha visto lastrado por el ‘caso Vatileaks’, el escándalo que puso de relieve la corrupción y la lucha de facciones en la Curia. Joseph Ratzinger, de 85 años, se retira después de haber sucedido a uno de los papas más carismáticos de la historia, Juan Pablo II, lo cual ha empalidecido su herencia. Al final de un ministerio petrino que ha durado ocho años, el primer papa alemán de la era moderna abandona su misión tras haber afrontado el azote de los curas pederastas, un problema que le indujo a proclamar “tolerancia cero” con los abusos sexuales dentro de la Iglesia.

El testamento de Benedicto XVI arroja luces y sombras. En su haber figura su apuesta por el ecumenismo y el diálogo entre fe y razón, así como haber establecido las pautas para acometer la limpieza y la renovación en la Iglesia. Sin embargo, estos buenos propósitos quedan ensombrecidos por las denuncias de pederastia, que se extienden como una mancha de aceite por Irlanda, EE UU, Austria, Bélgica o Alemania. En descargo de Benedicto XVI hay que reconocer que no ha mirado para otro lado. Él fue quien acabó con la indulgencia de su antecesor con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.

Enemigo del relativismo moral y de un mundo que da la espalda a Dios, Ratzinger se propuso combatir la secularización del mundo posmoderno creando un dicasterio ‘ad hoc’ para acometer la nueva evangelización. Deja como tarea pendiente cerrar las negociaciones abiertas con lefebvrianos, los ultraconservadores que fueron excomulgados en 1998 y que se resisten con tenacidad a cualquier forma de renovación eclesial.

El deseo de Benedicto XVI de infundir transparencia al banco del Vaticano, el célebre Instituto para las Obras de Religión (IOR), hizo agua. Sus esfuerzos para que el IOR dejara de ser un mecanismo para el blanqueo de capitales ha sido un sonoro fracaso. Ratzinger designó a su amigo Ettore Gotti Tedeschi al frente de la entidad y le encomendó la misión de mejorar la reputación de la banca vaticana. El encargo se reveló una tarea imposible por los intereses enfrenados y la animadversión hacia Tedeschi del secretario de Estado, Tarcisio Bertono, a quien se atribuye su cese. Gotti Tedeschi temía por su vida y redactó un informe en el que contaba la verdad por si alguien pretendía atentar contra él. Las filtraciones de ‘Vatileaks’ pusieron de manifiesto las conjuras, un escándalo más de los muchos que acumula el IOR en su historia.

El Papa emérito ha defendido con firmeza el celibato sacerdotal y ha impedido que los homosexuales ejerzan el ministerio. A diferencia de Juan Pablo II, Ratzinger ha concedido más dispensas para que los curas se casen.

Discurso de Ratisbona

En lo que atañe a las relaciones con el islam, Benedicto XVI endosa a sucesor una herencia peliaguda. Aunque trató de enmendar el desaguisado, el famoso discurso de Ratisbona le colocó en el ojo del huracán. Las palabras con que que atribuía al profeta Mahoma el traer al mundo “mal e inhumanidad” sembraron la discordia y concitaron protestas callejeras en algunos países islámicos. Los musulmanes lo interpretaron con un insulto, lo que movió a Ratzinger a visitar la Mezquita Azul de Estambul para intentar una reconciliación con los seguidores del Corán.

Con los judíos no tuvo mejor suerte. El acercamiento a los lefebvrianos comportaba el levantamiento de la excomunión al obispo británico Robert Williamson, que niega el Holocausto. Tampoco ayudó a la pacificación la pretensión de beatificar a Pío XII, que en la comunidad judía levanta ampollas por su falta de contundencia ante la masacre del Tercer Reich.

Su querencia por la liturgia tradicional animó a Ratzinger a bendecir la misa en latín, un gesto que complació sobremanera a los tradicionalistas de la Hermandad Sacerdotal San Pío X y que se consideró una medida para atraer al redil a los ‘hijos pródigos’ de Marcel Lefebvre.

El Papa dimisionario lega al orbe católico tres encíclicas y numerosos documentos. La carta ‘Spe Salvi’ (Salvados por la esperanza), de 2007, arremete contra el materialismo y el marxismo, mientras que ‘Caritas in veritate’ (Caridad en la verdad), de 2009, aboga por un nuevo orden financiero que busque el bien común. En esta tercera encíclica el sucesor del Pedro proclama que el mercado no debe servir para que el fuerte atropelle al débil.

La herencia de Benedicto XVI se notará en el cónclave pronto se celebrará. En 2007, por medio de un decreto papal o ‘motu proprio’, Benedicto XVI restauró la norma de una mayoría de dos tercios para la elección del pontífice, incluso después de numerosas votaciones sin resultado. Juan Pablo II en 1996 había abrogado tal norma e introdujo la mayoría absoluta tras 33 votaciones sin resultado.

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