Una pequeña infección pulmonar le lleva al abandono
hris Froome lleva una temporada para enmarcar, de esas que resulta muy difícil volver a repetir. Con 28 años, el ganador del Tour de Francia, y de otras muchas carreras, totaliza trece victorias hasta el momento en 2013, a las que se unen quince puestos entre los diez primeros, lo que habla de su regularidad.
Froome ha desaparecido de los grandes titulares del ciclismo mundial, pero sigue corriendo. Estaba participando en la USA Pro Cycling Challenge en Colorado y tuvo que abandonar en la séptima etapa.
Lo que más llama la atención en Froome es la carga de trabajo que lleva desde que comenzó a vencer en la Vuelta a Omán. Para conseguir dominar como lo hizo en esa prueba tuvo que entrenar muy fuerte antes.
Allí donde ha corrido, hasta el Tour, había ganado, menos en la Tirreno-Adriático, donde sucumbió ante Vincenzo Nibali, el líder de la Vuelta a España, y el Criterium Internacional. Oman, Romandía, Dauphiné y Tour han sido sus grandes triunfos. En Italia se descuidó con la ropa de abrigo en un día de mucho frío y también con los desarrollos.
Su temporada es impresionante. Lo más curioso es que a diferencia de otros ciclistas que después del Tour desaparecen, la temporada de Froome se va a alargar hasta el Giro de Lombardía, es decir, nueve meses a un nivel muy alto, algo que resulta casi imposible de conseguir. Por no hablar de la Vuelta a Pekín y de la Japan Cup, que también puede correr, se supone que convenientemente primado.
Ganar el Tour de Francia sigue cotizando al alza. Con un físico muy diferente al de Bradley Wiggins, esperemos que Froome no acuse los esfuerzos de este año. Después del Tour realizó el circuito de criteriums, por lo que tampoco ha descansado.
Llegó a la prueba americana después de tener un parón de tres semanas. Hay curiosidad por ver si es capaz de alcanzar el nivel que tenía a principios de año. Su próximo objetivo son los Campeonatos del Mundo de fondo en carretera en Florencia, para lo que se va a concentrar en Boulder (Colorado), en altitud, junto a Richie Porte.
Froome lleva una vida espartana que pasa entre las carreras y las concentraciones en altitud. En Colorado ha vivido una cara del ciclismo que hacía tiempo que no le tocaba vivir: «Resulta sorprendente ver como te pasan sesenta corredores. Eso me da a entender que nadie es invencible». Está corriendo a tres mil metros y sin un gran estado de forma le toca sufrir. Su entrenador, Tim Kerrison, piensa que es posible para él llegar a un buen nivel a los Campeonatos del Mundo.
Froome ha comentado que ganar el Tour no le ha hecho cambiar, salvo que «tengo a mi alrededor muchas más personas que antes, pero me siento muy bien a nivel personal». No ha tenido mucho tiempo de descanso después de ganar la carrera francesa: «He tenido que seguir entrenando. No puedes dejar de montar en bicicleta. También he tenido muchos compromisos personales. Supongo que en noviembre estaré más tranquilo, pero también habrá muchos compromisos que deberé de atender».