El líder de la Vuelta a España, hasta este lunes, Vincenzo Nibali, se ha quitado un peso de encima. La victoria de Chris Horner y su liderato le permitirán tomarse un cierto respiro, tanto a él como a su equipo, y mantenerse lo más descansado posible con el paso de las etapas para compromisos realmente importantes.
También al propio Nibali le vendrá bien descansar del protocolo. Además, que Horner se haya vestido de rojo supone que RadioShack, que tiene una formación fuerte, tendrá que trabajar, por lo que la responsabilidad recaerá en ellos. De momento, la operación es buena para Nibali.
Mientras, Alejandro Valverde y Purito Rodríguez han comenzando su reconquista del tiempo perdido en la contrarreloj por equipos segundo a segundo, gracias a las bonificaciones que hay en la meta, que no son muchas, pero van a ser importantes.
A los dos les sorprendió Horner. Se vio más activo a Movistar que a Katusha. Purito corre muy escondido, apenas se le ve donde va, salvo cuando él quiere que se le vea, en las subidas finales selectivas, que es donde puede hacer daño y arañar segundos. Desgasta lo menos posible y se mueve solo si tiene muy claro que puede conseguir algo.
Y el lunes, el final no daba para mucho. Se estiró el grupo, pero la llegada no era explosiva, sino tendida. La mejor explicación de lo que decimos es que Haimar Zubeldia e Iván Basso fueron octavo y décimo. Son corredores a los que les van los puertos tendidos, cuanto más largos mejor, pero no ascensiones cortas en las que les pueden sacar de punto con más facilidad.
El viento, los cortes, las caídas fueron lo más peligroso de la etapa a la espera de nuevas trampas en la carretera, que llegarán. Habrá tensión antes de las grandes citas. Movistar no quiere que le pase lo del año pasado camino de Valdezcary y llevó a Valverde muy arriba, lo mismo que el Astana a Nibali, al que protegían seis corredores. Las cartas de la carrera continúan marcadas, sin que nadie las muestre de verdad a la espera de oportunidades.