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Las mejores vistas de Londres llevan sello español

Día 14/11/2012 - 20.32h

Meliá inaugura su segundo establecimiento en Londres, situado en el edificio de la casa Marconi, antigua sede de la BBC

Las vistas del nuevo hote Me London, de la cadena Meliá, son espectaculares
Un detalle del cuarto de baño
Una de las habitaciones del hotel Me London
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Hace tiempo que hospedarse en un hotel constituye una experiencia que trasciende del mero alojamiento. La arquitectura y el diseño escriben su nombre en mayúsculas cuando el cliente busca despertar sus sentidos y ser seducido por una atmósfera intrépida, reveladora y vanguardista. La cadena española Meliá abre su segundo establecimiento en Londres con ansias de desmarcarse de todo aquello que resulte demasiado convencional.

Situado en el corazón de Covent Garden, el hotel se emplaza en la casa Marconi, antigua sede de la BBC, desde donde la cadena pública lanzó sus primeras emisiones musicales. Este hito en la historia de la radiofonía impregna cada uno de sus rincones. En la entrada, el Marconi Lounge embellece el vestíbulo decorado con varios abanicos de tubos plateados que evocan las barras del sonido asociados a la radiodifusión. En la azotea del hotel, en la planta décima, el Radio Bar ofrece unas espectaculares vistas panorámicas desde donde se divisan los ya habituales en el skyline londinense, el London Eye, St. Paul’s Cathedral, Tate Modern o el recientemente construido Shard.

Me London combina una exquisita manifestación artística con una personalidad única y un aura en el que Foster and Partners, responsables del diseño de hotel en su totalidad, unifica el vanguardismo con las influencias locales. El aspecto exterior del inmueble comulga con la estética londinense, al revestir la fachada con piedra Portland, un material habitualmente utilizado en la construcción de algunos de los símbolos arquitectónicos de la ciudad, como el Palacio de Buckingham o la catedral de San Paul.

Un pulcro interiorismo impera en las 157 habitaciones (16 de ellas suites) distribuidas en las diez plantas del proyecto, con el que Meliá pretende expandir su negocio hotelero en Londres, donde ya cuenta con el Meliá White House, situado en Regent’s Park.

La ubicación del hotel permite premiar al huésped con las vistas, mediante ventanas que van desde el techo hasta el suelo. El arriesgado cuero blanco que viste las paredes contrasta con el negro de un armario lacado, donde se incorpora el sistema de televisión y el minibar. Las camas de plumas se visten de sábanas egipcias y un pulverizador de lavanda se oculta tras la almohada. En función de la hora el día, la iluminación de la habitación varía desde la luz violeta que atempera las tardes hasta una variante más azulada que potencia al amanecer. Las habitaciones se dividen en un rango de cuatro categorías, la más básica parte de las 400 libras la noche hasta las 6.000 que se puede pagar por dormir en la suite Me.

La luz tenue, un penetrante olor a sandía y pepino y un hilo musical apaciguador y relajante se mantienen constantes en todos los corredores del hotel. A pesar de la sensación de confort y paz, en algunos casos se ha pecado de ausencia de luminosidad.

El concepto de recepción se redefine al emplazarla en la segunda planta del edificio, en medio de un atrio con forma de catedral con un tragaluz a más de 24 metros de altura. Cientos de estrellas se proyectan en sus paredes recuperando la esencia de planetario, donde las curvas de un interminable sofá de cuero blanco se adaptan a la postura que desee adoptar el cliente. El ambiente completamente lúgubre confiere una bienvenida muy íntima y exclusiva, aunque se puede antojar ardua tarea el buscar los documentos identificativos a la hora de hacer el check in.

La delicadeza con la que se maneja cada acabado del hotel chocan con la informalidad de los uniformes que visten sus empleados. Acostumbrados a botones engalanados, incluso con bombín en los hoteles más sofisticados de la capital, en este sibarita complejo un simple jersey gris y unos pantalones informales resultan ser suficientes.

Apertura, en diciembre

La apertura de Me London, un nombre que trae de cabeza a los ingleses que tratan de dilucidar si tiene algún relación con el pronombre “me” cuando en realidad es sólo una de las gamas del gigante hotelero, estaba prevista para los Juegos Olímpicos, sin embargo no empezará a recibir huéspedes hasta el próximo mes de diciembre.

Además del Marconi Lounge y el Radio Bar donde se sirven aperitivos y dulces, la oferta gastronómica la completan el restaurante italiano Cucina Asellina y el popular STK, el lanzamiento en Europa del concepto americano del steakhouse que triunfa en EEUU, para el que ya han registrado casi mil reservas.

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