Resulta curioso constatar, una vez que ya ha pasado el toro, la etapa, cómo los pronósticos que se hacen antes del inicio de una prueba terminan no sirviendo para nada. Ni incluso los directores de los equipos saben muy bien lo que pueden dar los rivales. Intuyen, eso sí, quiénes se van a jugar la victoria.
En la contrarreloj por equipos de Niza, totalmente plana, el gran favorito era el Omega. Detrás de ellos estarían las demás formaciones. No ganó el Omega, por poco, y sí lo hizo el Orica, que por un segundo logró su segunda victoria de etapa consecutiva.
Lo más llamativo de esa crono fue el rendimiento del Sky. Chris Froome. Katuska no lo hizo nada bien. En cualquier caso, las diferencias que podían darse en 25 kilómetros eran mínimas. El Tour no quería perder corredores importantes desde el principio de la prueba. Orica rodó a una velocidad de 57,8 kilómetros por hora.
Garmin, que se impuso en la crono de Les Essarts, sobre 23 kilómetros, en 2011, marcó una media de 55,600 kilómetros por hora. Teniendo en cuenta que los ganadores de las cronos de los años 2003, 2004 y 2005, el US Postal y el Discovery, han desaparecido de la lista de vencedores por tener a Lance Armstrong en el equipo, la de este martes es la media horaria más alta que se ha alcanzado nunca en una contrarreloj por equipos del Tour.
En 2005, en Blois, sobre 57 kilómetros, el Discovery rodó a 57,320 kilómetros por hora, un guarismo que entonces causó sensación. El número de kilómetros en las cronos por grupos ha ido bajando de una forma importante. En 1978, una etapa entre Evreux y Caen, tuvo 153 kilómetros y en 1979 hubo dos etapas contrarreloj por equipos que llegaron a los ¡177 kilómetros!
Tampoco hay penalizaciones, que se utilizaron durante varios años y que lastraban a muchas formaciones. La crono por equipos ya no crea grandes diferencias entre los equipos, salvo casos muy concretos, porque entre otras cosas, los equipos con líderes sólidos las preparan muy bien y las distancias son bastante normales.
