«Trabajo y duermo gracias al Orfidal; muchos médicos no aguantarán la segunda ola»
Los sindicatos estiman en un 15% y un 20% las bajas de sanitarios incapaces de afrontar otra sacudida del coronavirus
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«Están tomando medicación para aguantar estoicamente lo que viene» o «pidiendo prejubilarse antes de tiempo». Incluso hay algunos médicos que manifiestan, por lo bajo, « querer contagiarse para no afrontar la segunda ola» . Son gerundios que están oyéndose ahora mismo en hospitales españoles, al margen de las refriegas políticas.
En Madrid, María E. , una enfermera de la planta Covid del Hospital Ramón y Cajal, se sorprende del hastío que tienen sus compañeros y los facultativos, y que ha llegado al punto de que al regresar de vacaciones, y «al ver cómo se vuelven a llenar las camas de pacientes Covid, han cogido sus cosas, han pedido y tramitado su baja y no han vuelto». No se ven con la energía suficiente para revivir lo sucedido en la primera ola. Las plantillas aparecen mermadas y no hay hospital donde no se haya creado un grupo de apoyo psicológico para los sanitarios.
Patricia González repite el mensaje desde el Gregorio Marañón. Portavoz del sindicato CSIF, ella es una de las trabajadoras sociales que asiste en esta emergencia. Considera que se está ignorando el estado de agotamiento en que se encuentra el personal sanitario en zonas muy golpeadas por la primera sacudida del coronavirus, como la capital, y la perspectiva que observan esos profesionales ante la empinada cuesta de la segunda. «El Covid ha sido la gota que ha colmado el vaso tras muchos ajustes de plantillas . Muchos no tienen fuerzas para subir de nuevo».
Un segundo portavoz médico de CSIF concreta que hay muchos facultativos que «han somatizado», de alguna manera, las complicadísimas vivencias que les deparó la primavera. Hay que tener cuidado –pide la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts)– al valorar este absentismo, y discernirlo de la dejación de funciones. No es lo segundo.
Carolina Pérez de la Campa , médico de familia en el centro de salud Rosa Luxemburgo de San Sebastián de los Reyes (en la zona norte de Madrid), se queja del ritmo frenético que llevan semanas padeciendo. No es un lastre que sufre solo Madrid. Ha sucedido este verano en Aragón y Cataluña, y sobre todo entre los profesionales de la Atención Primaria, que es la infantería de esta pandemia. «Tenemos agendas de 50 pacientes por día para cada profesional, más consultas de enfermos Covid y llamadas por la tarde que elevan en 10 o 20 los pacientes de cada jornada», se queja la doctora. Como muchos colegas, reconoce, soporta la tensión y el estrés con ansiolíticos. Ni todos los rastreadores del mundo aliviarían ciertas cargas invisibles, que el Covid no ha hecho más que acentuar, consideran los profesionales testados. «Desde hace meses, me ayuda el Orfidal para dormir y trabajar. Pero vienes sin ganas. Estamos decepcionados, extenuados, y no nos está ayudando ahora la sensación de estar abandonados. Psicológicamente estamos muy tocados y combatimos la irritación con antidepresivos. Yvamos cada vez a peor», se queja la doctora.
Ella, como Gema Tena y otras compañeras, añaden otra frustración adicional, la de no poder curar. «Somos seres humanos. Hacemos lo que podemos, pero es horrible. Me contagié en la primera ola, estuve ingresada y luego aislada cinco semanas. Lo pasé muy mal y ahora vivo con miedo. Haber pasado la enfermedad te hace ver las cosas de forma muy diferente, y no sabes si podrás aguantar otra temporada como aquella», dicen.
«Somos muy burros»
Con todo, la doctora Pérez de la Campa rechaza que se produzca una «huida» de los profesionales en activo. «Los médicos somos también muy burros; a veces nos creemos inmunes a todo y aguantamos lo que nos echen. Es un trabajo vocacional y aguantamos demasiado. Nos desespera no poder seguir la evolución de nuestros pacientes no Covid y no podemos atender», subraya. Pérez de la Campa sí conviene que hay médicos de edad avanzada temerosos de que la enfermedad del coronavirus les asalte en su vejez; aunque a ella, personalmente, le han dolido más las imágenes próximas de médicos jóvenes «llorando de amargura» ante las consecuencias de las dos oleadas del virus. «Se han ido cayendo uno tras otro», asume.
El doctor Julián Ezquerra , portavoz del sindicato Amtys, cifra en un 15% las bajas laborales (por encima en el Summa 112) que se han tomado los médicos a la hora de afrontar esta segunda ola. Amtys agrega que los datos no son transparentes y que hay autonomías, como la central, donde se desconoce la afectación exacta del absentismo. En muchos centros de salud, no obstante, se multiplican los carteles donde los sanitarios dan cuenta del déficit de personal: «Faltan 9 de 14 médicos» (se lee en un centro de salud dde Fuenlabrada); «faltan 4 de 6 pediatras» (reza otra pancarta en un centro sanitario de Aluche). Otros sindicatos consultados elevan esa cifra a cerca del 20% de las plantillas, diezmadas por la propia infección. «La situación es insostenible», enfatizan.
Patricia González explica que el desgaste es generalizado. Se suma que, en comunidades como Madrid, al personal contratado entre junio y diciembre se le ha pedido renunciar a sus dos semanas de vacaciones y, en segundo lugar, hay una hornada de médicos a punto de jubilarse, más de 48.000 según las organizaciones colegiales en España. No son uno ni dos los facultativos veteranos a los que el miedo a contagiarse ha impelido a pedir «la cuenta» o acudir a los servicios públicos de empleo a «renunciar a un 7% de su cotización para el resto de su jubilación antes que batirse en duelo contra el virus otra vez».
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