Papa pide a la Curia Vaticana sobriedad, transparencia y trabajo en equipo

«Debemos ser los primeros en intentar vivir con transparencia, sin favoritismos ni grupos de influencia», les ha recordado durante la felicitación de Navidad.

Javier Martínez Brocal

Como es tradicional, a pocas horas de la Nochebuena, el Papa Francisco ha aprovechado su discurso navideño a la Curia vaticana para afrontar los problemas del fondo del trabajo de sus principales colaboradores.

En marzo de 2013, durante las reuniones previas al cónclave, los cardenales acordaron que er a imprescindible reformar el funcionamiento de la maquinaria interna , que aún sigue el ya anticuado esquema de trabajo diseñado en 1988.

Francisco recogió el guante y a lo largo de estos años ha intentado reformar la estructura elaborando una nueva constitución, pero sobre todo, ayudando a cambiar la cultura de trabajo dentro de los muros de San Pedro .

El discurso a la Curia de cada año les ayuda a recordar la naturaleza de su labor y a reflexionar sobre posibles actitudes que son contraproducentes. Curiosamente, las propuestas del Papa a sus colaboradores pueden aplicarse sencillamente para mejorar la eficacia y el ambiente en otras grandes corporaciones o grupos de trabajo.

«La organización que debemos implementar no es de tipo corporativo, sino evangélico» pues « la Curia no es sólo un instrumento logístico y burocrático para las necesidades de la Iglesia universal sino el primer órgano llamado a dar testimonio», les ha recordado el Papa.

«Así, si la Palabra de Dios recuerda al mundo entero el valor de la pobreza, nosotros debemos ser los primeros en comprometernos a una conversión a la sobriedad. Si el Evangelio proclama la justicia, debemos ser los primeros en intentar vivir con transparencia, sin favoritismos ni grupos de influencia . Si la Iglesia sigue el camino de la sinodalidad, debemos ser los primeros en convertirnos a un estilo diferente de trabajo, de colaboración, de comunión; y esto sólo es posible a través de la senda de la humildad», explicó.

La propuesta de Francisco a sus cardenales, obispos y colaboradores laicos, es « despojarse de ropajes, prerrogativas, cargos y títulos », y despojarse del clericalismo que «nos hace pensar que Dios habla sólo a algunos, mientras que los demás sólo deben escuchar y ejecutar». Una llamada a la «humildad», pues « sólo sirviendo y pensando en nuestro trabajo como servicio podemos ser verdaderamente útiles a todo s».

El Papa les ha marcado tres «requisitos que me gustaría indicar como un estilo de humildad al que hay que aspirar aquí en la Curia: participación, comunión y misión».

«La autoridad se convierte en servicio cuando comparte, involucra y ayuda a crecer», ha explicado. «Sería importante que cada uno de nosotros se sintiera partícipe y corresponsable del trabajo, sin limitarse a vivir la experiencia despersonalizadora de llevar a cabo un programa establecido por otra persona».

Les ha explicado que la comunión en el Vaticano se concreta en huir de un esquema de « mayorías o minorías, pues todos somos de Cristo ». Se trata de «construir relaciones que vayan más allá del mero trabajo y fortalezcan los vínculos de bien ayudándonos mutuamente. Sin esto, corremos el riesgo de ser sólo extraños que trabajan juntos, rivales que intentan posicionarse mejor o, peor aún, allí donde se crean relaciones, éstas parecerían tomar el aspecto de la complicidad por intereses personales, olvidando la causa común que nos mantiene unidos».

«La complicidad crea divisiones, facciones y enemigos; la colaboración exige la grandeza de aceptar la propia parcialidad y la apertura al trabajo en equipo, incluso con aquellos que no piensan como nosotros. En la complicidad se está juntos para lograr un resultado externo. En la colaboración se permanece juntos porque nos interesa el bien del otro y, por tanto , el de todo el Pueblo de Dios al que estamos llamados a servir», ha explicado.

Les pide que no olvide la misión de su trabajo, que es predicar el Evangelio a «todas las personas». Se traduce además en «pasión por los pobres, es decir, por los »carentes«: aquellos que «carecen» de algo no sólo en términos materiales, sino también en términos espirituales, emocionales y morales, pues los que tienen hambre de pan y los que tienen hambre de sentido son igualmente pobres».

«La Iglesia sale al encuentro de todos porque nos hacen falta: nos hace falta su voz, su presencia, sus preguntas y discusiones», subrayó.

El tono era serio pero ha sido un encuentro grato, familiar y cordial. Antes de marcharse, el Papa ha entregado tres libros a cada uno de sus colaboradores. « Pero es para que los leáis, no para abandonarlos en vuestra biblioteca », ha bromeado.

Juntos son todo un programa. El primero era un libro sobre «cómo los chismes y hablar mal destruye la identidad»; el segundo, un volumen sobre «los personajes secundarios de la Biblia, que están olvidados»; y el tercero, una pequeña obra sobre Peter Pan y la religión, que ha descrito «como un estudio del destino de la fe en esta sociedad de la eterna juventud».

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