El Papa agradece a los diáconos permanentes su ayuda a «superar la plaga del clericalismo»

Afirma que la Iglesia es «constitutivamente misionera, sinodal y diaconal»

El Papa Francisco, esta semana Reuters
Juan Vicente Boo

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En un clima de alegría familiar, pues acudieron con sus esposas, hijos y nietos, los 140 diáconos permanentes de la diócesis de Roma han recibido este sábado el agradecimiento del Papa por su tarea de servicio y su ayuda «a superar la plaga del clericalismo, que pone una casta de sacerdotes por encima del pueblo de Dios».

Según Francisco, «los diáconos, precisamente porque se dedican al servicio del pueblo de Dios, recuerdan que en el cuerpo eclesial nadie puede elevarse por encima de los demás. Todos estamos llamados a abajarnos porque Jesús se abajó y se hizo siervo de todos». Con buen humor ha añadido que «los diáconos no son 'medio sacerdotes' ni 'monaguillos de lujo' sino servidores diligentes para que el amor de Dios toque la vida de las personas».

Dirigiéndose especialmente a los dos que le habían dado la bienvenida en nombre de todos, el Santo padre ha manifestado su alegría «de que tú, querido diácono Giustino , hayas sido nombrado director de Cáritas en lugar de don Ben. Y de que la diócesis de Roma haya vuelto a confiar iglesias a un diácono, como a ti, querido Andrea, en un barrio popular de la ciudad. Os saludo con cariño a ti y a tu esposa Laura».

Francisco les ha recordado que el Concilio Vaticano II estableció, en la constitución «Lumen Gentium», que a los diáconos «se les imponen las manos no para el sacerdocio sino para el servicio », como indica la propia palabra griega.

Según el Papa, «el diaconado, siguiendo la vía maestra del Concilio, nos lleva al centro del misterio de la Iglesia. Así como he hablado de 'Iglesia constitutivamente misionera', y de Iglesia 'constitutivamente sinodal', os digo que debemos hablar de 'Iglesia constitutivamente diaconal', pues sin esa dimensión de servicio todos los ministerios se vacían desde dentro y se vuelven estériles».

El Santo Padre les ha recordado que la principal tarea de los diáconos permanentes no es la liturgia, aunque muchas veces la presidan, sino «los oficios de la caridad y de la administración». Y les ha dado tres consejos: «Ser humildes», «ser buenos esposos y padres… y buenos abuelos», y «ser centinelas para ver a Jesús en los pobres y los necesitados».

Finalmente, ha subrayado el valor de su ejemplo, de modo que los fieles de la parroquia «puedan decir: '¡Mira nuestro diácono! Está contento de estar con los pobres, de estar con el párroco, con su mujer y sus hijos, e incluso con su suegra'. Hacer todo con alegría, sin lamentarse, es un testimonio que vale más que muchas prédicas».

La edad media de los diáconos permanentes de Roma es de 65 años, pero bajará con rapidez pues ha y 42 candidatos preparándose para la ordenación. Muchos de ellos y sus esposas han sido misioneros en otros continentes o en los barrios marginales de la propia ciudad.

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