De la muerte súbita a la «explosión de vida»: así cambiará La Palma tras la llegada de la lava al mar
Pese a que todas las especies que había en el lugar han quedado sepultadas con el material volcánico, se dará paso a la formación de un nuevo hábitat
Playa Nueva, la zona en la que la lava ha entrado en contacto con el mar
Tras la muerte, volverá la vida . La llegada de la lava al mar, mucho más fluida, «de estilo hawaiano, con coladas muy apareadas y bloques muy regulares», explica José Carlos Hernández , profesor e investigador de la Universidad de La Laguna y director del Observatorio marino de cambio climático de La Palma, está formando lo que en Canarias se conoce como una isla baja, es decir, se está acumulando el agua en una zona poco profunda, «formando un nuevo hábitat», señala.
«Además, como está llegando a un lugar de zonas de rocas pero también hay mucha arena, este arrecife rocoso (como también se le llama) vendrá a enriquecer el lugar porque viene a formar un hábitat nuevo tanto intermareal como submareal rocoso », cuenta. Sin embargo, esta explosión de vida no significa que se haya evitado la muerte de las especies que habitaban en la zona en el momento de la llegada al mar. «Los moluscos, las lapas, las algas... todo lo que había en la costa de ese acantilado en esos primeros metros debajo del agua ha quedado sepultado», asegura.
Hay que observar cómo sigue avanzando la lava , aunque con los datos que manejan ahora, explica Hernández, si sigue a una velocidad de ocupación lenta como ocurre en este momento, creará un nuevo lugar para que habiten organismos marinos. «La naturaleza siempre se abre paso» y en torno a un año habrá «una explosión de vida», considera Laia Armengol, doctora en Oceanografía Biológica por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que trabaja con su equipo del Instituto de Oceanografía y Cambio Global en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía a bordo del buque Ramón Margalef, donde analizan las columnas de agua para estudiar la afección de las cenizas y el volcán en el mar .
Cuando la lava llegó al mar, explica Armengol, «la zona quedó arrasada, no sobrevive ni un organismo, ni algas, ni plancton, nada». Solo se habrán salvado los peces que al sentir el aumento de la temperatura han podido escapar. Aquella vida que no se puede desplazar , como l as algas del fondo, las microalgas , el plancton que estaban suspendido en la columna de agua y el zooplancton con poca capacidad para nadar «han muerto de inmediato», fruto del choque térmico de una colada de lava a 1.100 grados con el mar a una temperatura media de 23.
Tras el primer choque térmico, aún queda impacto, ya que la lava « acidificará el agua del mar , ya no solo en la ‘zona cero’ donde ha caída la colada sino seguramente en todas las zonas de alrededor». El mar de Tazacorte, en el corto plazo, es un desierto de vida, «ya sea en consecuencia por la temperatura de la lava o por el cambio del pH del agua».
Las microalgas
Pero aunque «no hay supervivencia posible» en un entorno que se ha adueñado el volcán, cuando pare la erupción y no haya lava cayendo al mar, el pH, la temperatura y la calidad del agua recuperará su estado normal, «y la vida volverá» y colonizará la colada de este nuevo volcán . Cuando sea habitable y puedan sobrevivir con buenas condiciones «empezará el fitoplancton y las microalgas, y cuando están aumenten volverá el zooplancton y el resto de la cadena».
Con el volcán, «se ha fertilizado con micro y macro nutrientes que la lava lleva consigo» y de esta forma del desastre llega la esperanza y el ecosistema será «más fértil», dice Armengol. Al sistema costero le costará algo más recuperarse, pero lo hará.
Cuando el volcán vuelva a dormirse y se pueda acceder a la zona «solo se verá roca, la colada solidificada» pero, poco a poco «los organismos la colonizarán» y la harán su nuevo hogar y con ellos los organismos mayores, cangrejos, peces, y organismos de fondo.
«No hay nada que nos haga pensar que no se cumplirá el patrón del volcán Tagoro en la isla de El Hierro» y ya en aquella ocasión no solo volvieron las especies sino que aparecieron nuevas , como la bacteria «cabellos de Venus».
El fondo marino «cambiará, y las zonas más o menos profundas moverán a las diferentes especies a un lugar u otro» porque «el ecosistema nunca será el mismo», en un cambio que traerá, acercará a la costa o alejará de ella a nuevas y viejas especies. «La especie que vivía a 50 metros de profundidad ya no encontrará esa profundidad en el mismo punto, y por tanto se desplazará a buscar un entorno que le sea cómodo» y en la colada en sí «vivirán aquellas especies que se adapten mejor al nuevo entorno».
El espacio «se readaptará al nuevo terreno» , en un proceso en el que «la vida siempre se abre camino de una forma u otra», y si no encuentra las condiciones favorables se moverá hasta buscarla. «Al cambiar la topografía del fondo cambiará el ecosistema marino, pero volverá».
La afección de la ceniza
Laia Armengol empezó a trabajar días antes de que la colada alcanzase el Atlántico, y es que como ha relatado a ABC no solo se estudia la afección de la lava , sino también de las cenizas que hace días se adueñaron del aire palmero. «Se ha hablado mucho y se esperaba el efecto de la lava en su contacto con el mar, pero las cenizas ya están impactando en el medio marino desde que empezaron a depositarse». La ceniza tiene una doble cara, por un lado «en algunas zonas pueden tener efecto fertilizador », ya que son asimilables por los organismos y con ella se da el proceso de floración algal o Bloom. Tras la llegada de las algas, lo harán el resto de especies de la cadena trófica y por tanto, la vida.
En cambio, hay cenizas que llevan consigo otros compuestos tóxicos , que si bien no son peligrosos para los organismos más pequeños se acumulan en el cuerpo en otros. Cuando llega a los peces les causa la muerte, aunque en este momento aún no se ha observado este fenómeno. «No es raro que veamos peces muertos en los próximos días». También pueden tener una afección si caen en mucha concentración, ya que impiden el paso de la luz en el mar y la fotosíntesis de las microalgas que «son la base de la cadena». Sin embargo, hay estudios ni indicios de que esto repercuta en la salud humana.
«El volcán ha acabado o va a acabar con todas las especies, unas se recuperarán antes que otras» pero como afirma con seguridad Laia Armengol, «todas al final se recuperarán, cuando vuelvan a su sistema normal».
Sin capacidad de huir
Allí donde caiga, la lava arrasará con la vida que hasta ahora formaba la 'foto fija' de los fondos costeros de La Palma. «Todas las criaturas sujetas al fondo que no tienen capacidad de huir , como corales y esponjas, morirán al instante, sepultadas bajo las nuevas capas de lava», explica Pablo Martín-Sosa , investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC). Los organismos lentos como caracoles o cangrejos, sin tiempo de reacción para escapar del peligro, estarán igualmente sentenciados.
Otra suerte correrán los peces . Entre las especies de alto interés comercial, apreciadas en el archipiélago, las hay que por su capacidad natatoria, como la 'vieja' ( Sparisoma cretense ), podrán desplazarse más, y otras, como las morenas, por su alta territorialidad, se desplazarán menos. «Algunas especies pesqueras tienen una alta movilidad y podrán desplazarse no a alta mar, porque son costeras y dependen del fondo para comer, pero sí transversalmente a lo largo de la costa hacia el norte o el sur», dice el biólogo. Otras especies pelágicas como atunes, caballas, chicharros o sardinas se verán aún menos afectadas «porque son menos territoriales y tienen más capacidad para desplazarse».
El impacto en los peces también dependerá de su biología . «Algunas especies tienen una capacidad de recuperación más rapida que otras. La 'vieja', de crecimiento rápido y alta fecundidad, se recupera más rápidamente. En contraposición, el mero, un carnívoro en los eslabones altos de la cadena trófica, tiene un crecimiento lento y una baja fecundidad. Su recuperación es más complicada», indica.
Con todo, las familias que viven de la pesca se verán claramente afectadas, y el científico es cauto en cuanto a la posibilidad de recuperación de su actividad , dado que es difícilmente comparable, por ejemplo, con lo que sucedió tras la erupción del volcán submarino de El Hierro, donde la actividad pesquera se recuperó prácticamente un año después. «Las autoridades competentes tendrán que valorar la posible necesidad de establecer ayudas ante necesarias moratorias pesqueras que deban establecerse en la zona», prosigue Martín-Sosa.
Lo que parece claro es que el volcán submarino fue indudablemente más mortífero para la fauna marina. Los gases del Cumbre Vieja se emiten a la atmósfera, pero los del Tagoro fueron directamente al mar. Esto provocó un cambio brusco en el pH de las aguas y una disminución de la concentración de oxígeno. «La mayor parte de la mortandaz en el Hierro ocurrió por anoxia, por asfixia. Los peces no podían respirar», recuerda el investigador. Ahora, al mar lo único que llega es la lava incandescente que provoca un cambio de temperatura en las aguas. «No creo que en este caso el impacto sea tan grande –subraya–. A priori, no va a ocurrir ese proceso de anoxia y no va a haber esa mortandaz masiva por falta de oxígeno». Lo que sí que puede producirse es «una mortandad por la deposición de cenizas, que impida la filtración a los organismos del fondo, y cuyo grado de afección dependerá mucho del régimen de corrientes. No tenemos muy claro cómo las corrientes actuarán en la renovación de las aguas de la zona». En el caso de El Hierro, el régimen imperante en el Mar de las Calmas hizo que tardara en renovarse el agua, lo que incrementó aún más la mortandad.
Otra oportunidad
Como tantas veces ocurre en la naturaleza, la destrucción de algunos será una oportunidad para otros. «Los organismos acostumbrados a aprovechar las oportunidades rápidamente generarán un nuevo ecosistema. Es como cuando ocurre un incendio en tierra, una nueva oportunidad para empezar de cero. Sin embargo, tenemos que tener presente que algunas de las comunidades de esponjas y corales que la lava y la ceniza pueden destruir, han tardado cientos de años en formarse», señala.
Tras la erupción de El Hierro, los corales y esponjas murieron por la emisión de sulfuros y sedimentos. Pero dejaron esqueletos duros . Los que no fueron cubiertos por la lava sirvieron como un nuevo hábitat para otras criaturas. «Filmamos imágenes en las que se veían corales negros muertos pero totalmente recubiertos por nuevos organismos que los habían colonizado. Se iniciaba de nuevo todo el proceso de la naturaleza». Allí, precisamente, apareció una nueva forma de vida, una bacteria, relacionada con las emisiones de sulfuro.
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