Hacienda e Industria refuerzan el sistema de compras ante la inexperiencia de Sanidad en este ámbito

El Gobierno reconoce que los proveedores están fallando y que el mercado vive una auténtica guerra

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Cuando parecía que el Gobierno comenzaba a ver la luz con la provisión de material suficiente para encarar el embate de la pandemia del coronavirus, otro fleco de la gestión del Ministerio de Sanidad, resuelto con premura y poca supervisión, queda suelto. Una nueva piedra en el camino retrasa la detección rápida en España de miles de enfermos con la sintomatología propia del coronavirus, que no saben si padecen o no la enfermedad Covid-19.

El Gobierno español compró a la empresa Shenzhen Bioeasy Biotechnology al menos 9.000 de los 640.000 test rápidos que el presidente Pedro Sánchez daba por sentado el pasado fin de semana que llegarían a nuestro país estos días. Este primer lote de las pruebas rápidas de coronavirus no funcionan, tal y como vienen denunciando los primeros médicos que las han usado, quienes aseguran que dan falsos negativos. La compra se realizó a una empresa que « no ha conseguido todavía la licencia oficial de la Administración Nacional de Productos Médicos para vender sus productos», según aseguró ayer la embajada china en España.

La legación fue, además, más allá al apuntar que el Ministerio de Comercio de China proporcionó un listado a Moncloa de posibles proveedores, en el cual Shenzhen Bioeasy Biotechnology, el fabricante de los lotes poco fiables, no estaba incluido. «No entendemos cómo se llegó a esta empresa» , despejaba ayer el cuerpo diplomático. En su web esta empresa se presenta como puntera y especializada en la detección de patógenos. Y afirma que es miembro de la Asociación Oficial de Químicos Analíticos y que diez de sus kits para hacer pruebas han servido para establecer el estándar nacional chino.

El Gobierno, desbordado

Al otro lado, cundió la estupefacción. En el Gobierno de Sánchez la noticia cayó como un jarro de agua fría, ya que vuelve a poner en el centro de la polémica la capacidad del Ministerio de Sanidad para operar en este mercado. En el Ejecutivo constatan que existe «una auténtica guerra» en este momento . Y se reconoce que los proveedores están fallando. Una explicación similar daba en la comisión de Sanidad que se celebró por la mañana en el Congreso de los Diputados el ministro Salvador Illa, que justificó el error en un mercado «completamente loco» y absolutamente «desbordado» por la alta demanda.

Fuentes del Gobierno español aseguran que en este contexto tan complejo la participación de otros ministerios en los procesos de compras para asistir a Sanidad «se ha intensificado» en las últimas fechas , coincidiendo con el gran contrato suscrito con China, y no tanto con estas partidas defectuosas. En ese refuerzo tienen un papel importante el Ministerio de Hacienda, de Industria y de Exteriores y que se ve necesario porque Sanidad «tiene menos experiencia en compras» .

Ayer en el Ejecutivo intentaron aislar este caso del acuerdo global anunciado el pasado martes por Salvador Illa . La realidad es que a día de hoy España sigue sin disponer de los test rápidos que lleva anunciando desde hace diez días. Y a los que el propio presidente del Gobierno se refirió, justificando la demora en que ésta se producía porque se cumplimentaba un ejercicio de homologación.

Al conocerse el escándalo la presidencia del Gobierno quiso reforzar el mensaje dado por Illa. La Moncloa emitió un comunicado en el que desvinculó este pedido del acuerdo marco de 432 millones de euros cerrado con empresas que ya fueron recomendadas por el Gobierno chino. La idea de este mensaje es presentar esa compra defectuosa como una primera gestión, obligada por la imprevisión y la rápida evolución de los acontecimientos, y no como la acción concertada de todo el Gobierno.

No obstante, Illa también justificó la compra de test ineficaces en que la línea de productos tenían el sello de la Comisión Europea (CE), lo que dio «todas las garantías» de su validez. Illa se enredó en la explicaciones: «Verificamos el fabricante, que era un proveedor de confianza, y le hemos dicho que no cumplen los estándares y hemos pedido que nos los cambien», dijo, tras admitir tanto él como el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, que España ha tenido que devolver una partida de 9.000 pruebas de detección del virus. Aunque Simón fue más claro: se la han «colado» y los test no tenían la suficiente sensibilidad. El Ministerio de Sanidad excusó que la operación se inició antes de que las autoridades chinas facilitaran nuevos listados de sus proveedores.

Preguntado por este asunto en rueda de prensa, el director general de Asuntos Económicos Internacionales chino, Wang Xialong, señaló ayer que su país no tiene «restricciones a la exportación» y que el mercado chino «es demasiado grande para supervisarlo» , así que dejó la «patata caliente» en el tejado de Moncloa, que debió, dijo Wang, corroborar sus informaciones.

El Ejecutivo también asegura que el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) analizó la documentación aportada por la empresa respecto a los estudios clínicos realizados por el fabricante chino. Y comprobó que no existía ninguna alerta de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) sobre este producto. Las primeras pruebas del test rápido se realizaron en paralelo en un hospital de Madrid y en el ISCIII y en cuanto se detectó la escasa sensibilidad, «se dio orden de retirada; y se contactó con el proveedor que los va a sustituir por otro tipo de test».

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