Cumbre del Clima: «Cuatro años después de París estamos en una crisis de modelo»

La científica chilena Maisa Rojas ve crucial involucrar a ciudades y empresas en la lucha climática, ya que el ritmo actual de cambio «no va a ser suficiente»

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Maisa Rojas, climatóloga y coordinadora científica de la COP25 ABC

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Maisa Rojas (Temuco, Chile, 1972) es una de las mujeres fuertes de la Cumbre del Clima (COP25). Es climatóloga, autora del IPCC (el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) de Naciones Unidas y la coordinadora científica del encuentro internacional de este año en Madrid. Una cumbre, la última antes de que el Acuerdo de París se aplique en 2020, que tras tres cambios de sede (Brasil, Chile y España), parece casi maldita. «Después de París, que fue un éxito sin precedentes en el multilateralismo y la diplomacia internacional, estamos en una pequeña crisis », dice Rojas. El reto es conseguir que sea posible pasar a la acción.

¿El cambio de sede va a afectar al resultado de la Cumbre?

En términos de negociación, no debiera tener mayor impacto en el resultado, salvo porque evidencia las dificultades de los países para abordar conflictos reales. Chile lideraba en medio ambiente con el ejemplo, y aparece la conflictividad. Por otro lado, en los países sede pasan muchas cosas, y eso ahora se complica.

Los movimientos indígenas iban a estar muy presentes, ¿se refiere a eso?

La COP es una reunión de negociación, pero es mucho más. En torno a ella hay toda una acción social, y con el cambio de sede muchos no podrán viajar a España. Esto no era la COP de Chile, era la COP de Latinoamérica, y eso se complica.

¿El mundo está cambiando al ritmo necesario para evitar las peores consecuencias del cambio climático?

Claramente no hemos cambiado acorde a la urgencia que indica la ciencia, las emisiones siguen aumentando. Pero sí siento que en la medida que la ciencia ha sido más clara sobre la gravedad y urgencia, hay movimientos a responder a ese llamado.

¿Hoy el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC es factible?

Sí, todavía lo es, pero hemos perdido un año más para lograr la meta.

El año pasado hubo problemas para que los países asumieran las conclusiones científicas del Panel de Expertos en Cambio Climático de la ONU (el IPCC) en una resolución política. Este año ha habido otros dos informes, ¿van a ser motivo de conflicto?

Es una buena pregunta y no tengo la respuesta. Lo lógico es que se le diera la bienvenida a los dos informes especiales de este año, pero la verdad que no lo sé. Y me da la impresión de que nadie lo sabe. El año pasado nadie lo esperaba.

En la COP debería fijarse el mercado de emisiones pero está habiendo problemas, ¿puede ayudar la ciencia?

Es netamente un tema de negociación política, pero sí hay otras cosas que la ciencia puede hacer. El próximo año toca la actualización de los NDC [los objetivos de emisiones de cada país] y a la luz del llamado de urgencia, estas aciones debieran ser muy ambiciosas. Ahí ha habido avances de cómo se tiene que traducir. La ciencia está demostrando –en particular con los informes especiales–, que lo que requiere el mundo es una transformación bien profunda, que los cambios lentos a los que estábamos acostumbrados no van a ser suficientes. Y que estos cambios se tienen que hacer mirando a la sociedad.

Movimientos sociales: «No era la COP de Chile, era la COP de Latinoamérica, y eso ahora se complica»

¿Hay alguna estrategia favorita para luchar contra el cambio climático?

Son un conjunto de medidas. Lo más importante es que no existe una única receta.

¿Qué tiene que pasar para que la COP sea un éxito?

Hay varios ámbitos por los que se puede medir. Todos están esperando un acuerdo en el famoso artículo seis (sobre el mercado de emisiones), el último artículo que queda por negociar antes de la implementación del Acuerdo de París, pero creo que el tema que va a ser relevante es que después de París, que fue un éxito sin precedentes en el multilateralismo, estamos en una pequeña crisis. ¿Se pudo prever en 2015? Supongo que no. Todo el mundo estaba feliz con el acuerdo. Pero 4 años después estamos en una crisis de modelo, con la salida de EE.UU. que deja en una situación de vulnerabilidad estos acuerdos internacionales. Una manera de salir es involucrar a los «actores no estatales». Hay un llamado a reflexionar sobre cómo se toman las decisiones a nivel internacional y cómo les damos un rol más importante a las ciudades, ONGs, sector privado, jóvenes… que tienen que entrar a solucionar un problema que solo los gobiernos no pueden hacer. Un fuerte compromiso de estos otros lo tomaría como un éxito.

¿Pero tienen poder para reducir emisiones?

Sí, por dos razones. Medimos las emisiones por países, pero no se enfatiza que el 70% está asociado a las ciudades. Toda la transformación tiene que ocurrir en las ciudades. Y otro porcentaje muy alto está asociado al sector privado. Es evidente que hay que involucrar tanto al sector privado como a las ciudades para lograr la reducción de emisiones. Es crucial.

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