Crónicas del reencuentro: «Mi padre llevaba una semana diciéndome que si no iba yo, vendría a por mí»
La «nueva normalidad» devuelve hijos pródigos y antiguas tradiciones a miles de hogares de toda España
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El día 1 de la denominada «nueva normalidad» podría haber sido reabautizado como el día de los abrazos, los besos y las sobremesas en casa después de tres meses de separación obligada por culpa del coronavirus. Domingo también de calor y de viajes en coche, tren o autobús, a los que se subieron todos aquellos que no quisieron perder ni un minuto y aprovechar la primera ocasión que se les planteó para volver a casa después casi 100 días alejados de sus seres queridos.
«Pensaba coger el coche para ir a casa ayer por la mañana, pero el sábado ya no aguantaba más y salí a las 9 de la noche», confiesa Pilar Berges, una zaragozana que llevaba desde enero sin ver a su familia, radicada en Fuentes de Ebro. Y claro, las prisas convirtieron su viaje nocturno en una odisea. «Cuando atravesé el límite de Madrid pensé que no iba a pasar nada, pero después me paró la policía y por poco me multan. Menos mal que al final se apiadaron de mí cuando les dije que echaba mucho de menos a mi familia y que llevaba mucho sin verles», confiesa esta joven, que ayer pudo disfrutar de los suyos.
Con menos prisas, y por ende con un viaje más tranquilo, volvió Sara González, también desde Madrid, a Soria. Eso sí, reconoce entre risas que no han faltado los mensajes subliminales para que ayer fuera a casa a comer con la familia: «Mi padre llevaba una semana diciéndome que si no venía yo, que iba a venir él a traerme».
Así que para evitar el disgusto, madrugó y cogió el coche a primera hora de la mañana para recorrer un trayecto que se sabe al dedillo -dice que no pasan 15 días sin volver a Soria- pero que ayer fue especial. «A medio camino me he puesto a reflexionar y he llorado un poco en el coche, es que parece mentira que hayamos pasado cuatro meses tan distanciados y en una situación así», comenta González, quien, sin embargo, disfrutará toda la semana de su familia gracias a unos días libres.
El abrazo, innegociable
Urko Cherta y Laura García y sus respectivas familias se reencontraron también ayer por primera vez desde el pasado 8 de marzo. Este matrimonio vive en Valencia y sus padres en Alcossebre (Castellón), por lo que el desplazamiento entre provincias les ha permitido verse en persona más de tres meses después. «Hemos tratado de respetar las distancias, pero el primer abrazo era innegable» relata Cherta. Imposible fue no mantener ese contacto con los más pequeños de la familia, sus sobrinos, que con ganas de ver a los tíos no podían separarse de ellos.
Especialmente sentida fue la reacción de las madres de ambos. «Ha sido como si dejaran el miedo para abrazarnos», cuenta. Su suegra, emocionada, no pudo contener las lágrimas. Por fin estaban todos reunidos y vivían lo mismo que multitud de familias de toda España.
Tras ese primer contacto, ayer era día de celebración . Y qué mejor, como manda la tradición, que con una paella de domingo y una larga sobremesa. No hacían falta excusas, aunque si había alguna era por los cumpleaños que no habían podido festejar. Ya no era necesario felicitar a nadie por videollamada ni por teléfono: «Nada como la sensación de vernos en carne y hueso y no en pantallas».
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