Pioneros del éxodo urbano tras el encierro: «Espero que todo el mundo pueda decidir dónde vivir»

La crisis del coronavirus impulsa a profesionales descontentos con el estilo de vida de las grandes ciudades hacia la España interior

Carmen Malo dejó Madrid la semana pasada junto a su pareja y su hijo para vivir en Teruel ABC

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Alquilar un piso de una habitación, 750 euros sin contar las facturas. Sueldo mensual, 1.200 euros o un poco más. Letra del coche, 150 euros. Comer todos los días, otro tanto… Este es sólo un ejemplo, pero las cuentas no salen en casa de muchos trabajadores de las grandes ciudades a los que el coronavirus y el proceso que se avecina de cambio de hábitos ligado al teletrabajo animan a salir de la gran ciudad en busca de una mejor calidad de vida.

Comprar una vivienda fuera de los grandes núcleos de población es más accesible, no se pierde tanto tiempo en desplazamientos, la naturaleza está más cerca… Estos son algunos de los motivos que hacen que muchos, más ahora que el confinamiento ha puesto a prueba las prioridades vitales de cada uno, se replanteen si merece la pena vivir a toda costa en la ciudad o si quizá es mejor salir a zonas menos pobladas .

Carmen Malo y su familia ya tenían pensado dejar Madrid, pero estos tres meses de encierro forzoso en su casa fueron decisivos para terminar de dar el paso. Se marcha con su pareja y su hijo, de apenas dos años, hasta Teruel, su tierra. Y no tiene ningún miedo , al contrario, se siente privilegiada de que en su empresa le hayan permitido esta posibilidad. «Me siento afortunada porque desde el principio aceptaron la propuesta, pero esta situación me lo ha facilitado mucho más», reconoce Malo, que no consideraba que Madrid fuese el lugar más conveniente para o para criar a su hijo.

La diseñadora de interiores Carmen Malo y su familia han cambiado Madrid por Teruel ABC

«Con un bebé tampoco creíamos que era lugar ideal y tampoco ofrecía la calidad de vida que queremos», confiesa Malo, tras dejar Madrid la semana pasada. El verano lo pasarán en Monreal del Campo y ya en septiembre, una vez que empiece el curso y tengan su hogar listo, se desplazarán a Teruel, donde establecerán su hogar . Hasta entonces, su pequeño, aunque no puede decirlo, está encantado. «Está feliz después de estar tres meses cerrados en un piso. Aquí puede salir a la calle, está todo el día entrando y saliendo…», enumera Malo, quien añade otra ventaja de haber regresado a su tierra.

«Aquí mi hijo puede compartir tiempo con sus abuelos . El amor de abuelos es algo de lo que yo tengo una muy buena vivencia y muy buenos recuerdos. Además es fundamental, es muy especial para un niño», expone esta diseñadora de interiores, conocedora de lo que es estar alejada de casa. Salió para estudiar y, antes de volver, ha vivido en Irlanda y los últimos tres años en Madrid.

Proceso meditado

Miguel Martínez Tomey es presidente del presidente del Centro de Estudios sobre Despoblación y el Desarrollo de Áreas Rurales (CEDDAR) y uno de los expertos que han pasado esta semana por la comisión de Reconstrucción del Congreso. Aconseja a todos aquellos que estén planteándose cambiar su forma de vida y abandonar la ciudad que tengan un plan bien trazado y no se arrebaten, ya que es una «carrera de fondo».

«La oportunidad está en dos planos. El primero es el personal. Lo que no hay que tener es prisa. Si decides que te vas de la gran ciudad que no sea porque has salido muy harto del confinamiento o atemorizado por los contagios. Hay que planteárselo como un proyecto de fondo, para el que te tienes que preparar bien y ser muy perseverante», apunta Martínez Tomey , quien acto seguido aborda el segundo aspecto que, a su juicio, es fundamental para que casos como el de Malo y su familia no sean excepciones y el mundo rural recupere población.

«Ahí está la parte pública, que debe de ser consciente, al margen del Covid-19, que hay un sector creciente de la sociedad insatisfecha con la vida que padece en las ciudades, que quiere más calidad de vida, que cree que puede hacer cosas más creativas en lugares más amables donde la familia puede ser más feliz y no te tienes por qué ir a la cama estresado», desgrana el presidente del CEDDAR. El experto también pide una oportunidad para el mundo rural ahora que España va a recibir un importante volumen de fondos europeos para su «reconstrucción»: «No hace falta volcar millones sin sentido ni un plan faraónico y multimillonario, sino un plan a muchos años donde vayamos dando pasos bien meditados. Que nos dejen hacer».

«No es sano»

«Teníamos muy claro que no queríamos vivir en Madrid. Entre el ruido, el estrés de ir y venir… todo. En Irlanda vivíamos en una casa con jardín, iba a todas partes en bici y al verme aquí me preguntaba dios mío por qué he vuelto a España », exclama esta mujer, quien considera que aspectos como el ruido o la contaminación de las grandes urbes las convierten en lugares «que no son sanos para quienes vivan en ellas».

Pero esta huida de las ciudades no se da únicamente hacia el campo, sino que también hay personas que deciden salir del centro para buscar casa en poblaciones del extrarradio o incluso a más de media hora de la gran ciudad. «Después de esto que hemos vivido, parece que a la gente le importa menos los kilómetros que tenga que hacer si pueden estar en espacios más abiertos, con jardín…», expone Mar Herranz, directora de la inmobiliaria Engel & Völkers para Madrid Noroeste. «La demanda está aumentando, sí, especialmente debido a esta situación, pero también se nos junta con nuestra época de más actividad, por lo que no quiero aventurarme a la hora de pronosticar que vaya a haber un cambio en los comportamientos», avanza Herranz.

El perfil de quienes deciden abandonar la ciudad son personas de entre 30 y 60 con años, con familia y que buscan «chalets, unifamiliares, pero también adosados y pareados con una pequeña parcela», como indica Herranz. Al fin y al cabo, muchas familias se han dado cuenta después de pasar tres meses encerradas en un piso sin contacto con el exterior que esa no era su forma de vida.

«Espero que esto cambie a gran escala y todo el mundo pueda decidir dónde vivir. Igual muchos viven en Madrid porque no tienen otra opción», añade Malo, que concluye con una reflexión que a buen seguro, se han hecho muchas familias en las últimas semanas, especialmente tras el encierro: «Igual somos más felices viviendo donde queremos y haciendo otra cosa en lugar de hacer lo que nos gusta en un lugar donde no queremos estar».

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