Coronavirus

Y ahora toca los muertos

Es hora de dar forma a la memoria de los fallecidoscomo acto cívico de justicia. Y ya estamos tardando

Esta funcionalidad es sólo para registrados

A lo largo de estas semanas, nos hemos imaginado, hemos palpado, hemos sentido cómo personas cercanas han encarado ese último acto de heroísmo personal, la muerte. La antropología nos aclara que la diferencia entre la especie humana y otras especies radica, también, en que lo único que los animales hacen con sus muertos es abandonarlos. Nos caracteriza como humanos que las personas son esperadas antes de nacer y acompañadas y despedidas en el momento de morir. En cada muerto se frustra un singularidad histórica. Por su naturaleza, la muerte es un hecho también social.

Ha llegado el momento de que los vivos nos confrontemos con una realidad que se nos ha impuesto de forma trágica. En la sociedad plural no existe un consenso sobre el sentido de la muerte. Vemos la muerte como una amenaza que representa una infinita soledad, cuando, desde la fe, es una inmensa compañía. La aquiescencia con el silencio sobre nuestros muertos es una desgarradora quiebra de moralidad. Es hora de dar forma a la memoria de los fallecidos como acto cívico de justicia. Y ya estamos tardando. No nos equivoquemos, no son números en una trágica estadística de altas y bajas.

Cuantas veces nos preguntemos si Dios tiene que ver con esta pandemia, tenemos que pensar que hay países europeos con números de fallecidos que no llegan a una veintena. Nosotros alcanzamos cifras que horrorizan. Quizá no sea a Dios a quien haya que preguntar, sino a los hombres. Quizá Dios también pueda decirnos lo mismo que a Caín: ¿Dónde está tu hermano?

Las parroquias se han convertido, durante estas semanas, en templos de una obligada memoria. Los sacerdotes , y los sanitarios, han sido custodios de nuestra dignidad. G. B. Vico escribió que el matrimonio, los enterramientos y la religión son las «cosas humanas» que objetivan institucionalmente la realización de la esencia de lo humano. Hay sociedad cuando se hace sitio a los muertos, se les entierra en lugar localizado y se les recuerda . La Iglesia en España debiera anunciar ya una gran liturgia de esperanza y volcarse en la causa por la dignidad de nuestros muertos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación