Si no fuera por los guiris...

Con su libro «Fiesta», Hemingway hizo universales los Sanfermines. Tanto que, en la actualidad, la mayoría que disfruta de ellos probablemente sea extranjera

El fotógrafo norteamericano Jim Hollander ha sido premiado este 2016 como «Guiri del año» Katuki Saguyaki

JUAN ANTONIO PÉREZ

Matt Carney era «un irlandés de California» que fue herido durante la II Guerra Mundial en la batalla de Iwo Jima y que, acabada la contienda, trabajó como actor y modelo en París. Frank Taylor tiene 85 años y en los últimos campeonatos de Europa de natación para gente de su edad ganó una medalla de oro y dos de plata. Noel Chandler, fallecido el último otoño, llegó a ser vicepresidente de Fujitsu y en sus contratos de trabajo era sagrada una claúsula: la segunda semana de julio tenía que tener vacaciones.

Para los tres, la vida fue (o es, en el caso de Frank) aquello que sucedía mientras esperaban, pacientes, a que llegaran los Sanfermines. Disfrutaron de esta fiesta durante 40, 45, quizás hasta más de 50 años y son algunos de los guiris que más huella han dejado en una ciudad, Pamplona, que les atrapó hasta el final de sus días.

Al contrario de lo que dice la lógica, la mayoría de la gente que acude a los Sanfermines no es española, sino extranjera: la única estadística oficial al respecto, realizada por el Ayuntamiento, asegura que el 54 por ciento de los que corren el encierro proceden de fuera de nuestro país. La mayoría de guiris viajan hasta Pamplona atrapados por lo que contaba Hemingway en «Fiesta» o por la leyenda de que los Sanfermines son un chute de adrenalina de la que hay que drogarse, al menos, una vez en la vida.

Y la mayoría llegan de jóvenes y ya no volverán nunca más a pisar Pamplona. En cambio, hay una inmensa minoría que cada año regresan al lugar del mundo que más felices les hace. Pensando en estos últimos, hace 12 años que Mikel Urmeneta se inventó el premio al «Guiri del año». El creador de Kukuxumusu, ahora bajo una nueva marca (Katuki Saguyaki), explica a ABC que aún hoy «hay gente que sigue viendo a los guiris ajenos a nuestra fiesta cuando precisamente son ellos los que le han dado la magnitud que tiene , ya que si fuera por los de casa sería una fiesta mucho más pequeña».

De ahí que en 1995 Urmeneta diseñara una camiseta «que homenajeaba a los guiris, queriéndoles dar un estatu diferente». Años después se le ocurrió hacer el «Guiri day», que consistía en regalar un pincho y un vino a los que pasaran por la tienda de Kukuxumusu. Sin embargo, «no coincidían unos con otros», así que en 2004 se creó el premio al «Guiri del año», que reconoce la fidelidad de una persona extranjera con los Sanfermines.

Este año, el premio ha recaído en Jim Hollander , un fotógrafo norteamericano que descubrió Pamplona en 1963 de la mano de su padre, un artista que vivía en Málaga. Hollander reside habitualmente en Israel, donde se encarga de cubrir el «conflicto armado» para la EPA (European Pressphoto Agency), aunque cada año se reserva una semana para disfrutar de los Sanfermines. Hollander, que también ha trabajado para la UPI y Reuters, lleva fotografiando el encierro desde el 9 de julio de 1977 y, según dice, fue el primero tanto en aparecer por Pamplona con una cámara digital como en distribuir las imágenes del encierro entre los periódicos internacionales.

La lista de los reconocidos con el «Guiri del año» es variopinta. Uno de ellos es Frank Taylor (galardonado en 2009), que además de ser nadador, hará unos 20 años que decidió ir andando desde su país, Inglaterra, hasta Santiago de Compostela para recaudar fondos en la lucha contra el cáncer, la enfermedad que se llevó a su hijo. Taylor consiguió 25.000 libras. En unos Sanfermines, a este afable inglés se le ocurrió crear una curiosa peña, la «Peña Frank», entre sus amigos más cercanos, a los que entregó una chapa para que se la pusieran en la solapa. Hoy la «Peña Frank» tiene más de 300 miembros, a los que Taylor les va entregando la chapa (que cada año cambia) conforme los va viendo.

Otro premiados son Lars Ingvar Jungefors (2006), sueco y fundador en su país de la Peña Taurina Los Suecos, que tiene más de 100 socios; Anna Nelubova (2014), rusa y pintora de temática taurina, que se enamoró de los toros viendo una corrida en Barcelona y que hace 15 días se casó en Pamplona con otro guiri, en este caso norteamericano, aficionado a los Sanfermines; o Massaoud Sbai el Idrissi (2008), un marroquí que se dedica a la venta ambulante callejera y que lleva viniendo a los Sanfermines desde 1994.

Y hace cinco años, en 2011, el «Guiri del año» fue John Patrick Hemingwa y, nieto del premio Nobel, que descubrió la fiesta de la que hablaba su abuelo en 2008 y desde entonces no ha dejado de venir. En los últimos años lo hace, además, acompañado de su hijo, la cuarta generación de los Hemingway en los Sanfermines.

Este año, dos premios

A principios de este año, a Mikel Urmeneta le echaron de Kukuxumusu, la marca que él se había inventado. A los pocos meses, Urmeneta anunció la creación de una nueva marca, Katuki Saguyaki (que en euskera significa «carne de gato, manjar de ratón), que es la que ha dado el premio «Guiri del año» a Jim Hollander. Sin embargo, Kukuxumusu también ha seguido entregando este premio, que este año ha recaído en Tim Pinks , por lo que por primera vez hay dos «Guiris del año».

En declaraciones a este periódico, Urmeneta utiliza muy duras palabras contra los gestores de Kukuxumusu, a los que acusa de tener «una imaginación por los suelos» y de crear «una confusión y una división entre los extranjeros» por seguir entregando el «Guiri del año». Urmeneta añade que desde Kukuxumusu quieren «robarme el cerebro, cortarme las manos y copiar todo mi patrimonio» .

Al margen de una batalla que seguramente decidan los tribunales, Tim Pinks, el «Guiri del año» para Kukuxumusu, es un inglés que nació en Libia y que ha publicado dos libros sobre los Sanfermines («Bullseye» y «Once upon a time in Pamplona»), a los que lleva acudiendo desde 1984. En el acto de entrega del premio, Pinks dijo: «No soy un PTV (Pamplona de Toda la Vida) ni tengo sangre navarra, pero de alguna manera me siento PMV (Pamplonés la Mayoría de la Vida). Y, creedme, tengo más pacharán que sangre en mis venas». Su testimonio podrían firmarle otros muchos guiris ilustres para los que los Sanfermines son «un paraíso en la Tierra».

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