Las primeras son ellas
La peña Los de Bronce entrega el premio Festa a las mujeres pioneras en ser socias de pleno derecho de estas entidades. El objetivo es acabar con las agresiones sexuales que cada año se producen en Sanfermines
Aunque ahora parezca increíble, hasta hace no muchos años las mujeres no podían correr el encierro de Pamplona y en algunas peñas existían dos puertas: por una accedían los hombres y por la otra las mujeres; las mujeres no podían entrar en las habitaciones de los hombres, pero los hombres sí en las de las mujeres.
Con 85 años, verbo ágil y mirada inquieta, Maribel Olazarán, oficialmente la primera mujer en ser socia de una peña en Pamplona, define estas barbaridades como «chuminadas». Utilizando un lenguaje más correcto diríamos que esto es machismo. Puro y duro. Por fortuna, la sociedad ha evolucionado y esas absurdas normativas hace tiempo que desaparecieron. Sin embargo, el poso del machismo se niega a marcharse . En lo que llevamos de Sanfermines, 15 hombres han sido detenidos por delitos sexuales (seis por agresión y nueve por abusos), mientras que cuatro mujeres han denunciado ser violadas.
La peña Los de Bronce ha creado este año el premio Festa como parte de una campaña que quiere «hacer visible la desigualdad de género» y tiene el objetivo de erradicar esta lacra. Las galardonadas han sido las primeras mujeres que en cada peña alcanzaron la condición de socia de pleno derecho. Un documental de la televisión Nafar Telebista llamado «Pioneras» cuenta la historia de todas ellas.
En 1959, Maribel Olazarán entró a formar parte de la peña Muthiko Alaiak, entonces un oasis dentro del desierto machista reinante. Casi todas ellas, dice señalando a sus compañeras de otras peñas con las que comparte el premio, «tuvieron muchos problemas para entrar, pero yo y mis hermanas, que eran diez años mayores que yo, éramos igual que cualquier otro socio». «El Muthiko siempre ha sido muy normal, lo que pasa es que entonces era lo anormal» , añade.
En realidad, las hermanas de Maribel fueron socias antes que ella. Lo que pasa es que la peña Los de Bronce reconoce a las que aún quedan vivas y sus hermanas ya murieron. Una de ellas, Maritxu, «era la profesora de los 'dantzaris', de todos los críos, y era muy curioso porque entonces había niños en la calle. Me acuerdo del asilo del Niño Jesús, y mi hermana como que los recogió a todos», cuenta.
La lucha de las mujeres por entrar en las peñas de Pamplona no es uniforme. Cada historia es distinta. Mari Carmen Oskariz entró en Los de Bronce en 1974, pero no pudo ser socia de pleno derecho hasta 1977. Había una sustancial diferencia: en esos tres años que pasaron hasta que lo consiguió, no tenía llave de la peña, no podía coger la pancarta y su voz no contaba a la hora de tomar decisiones. Mari Carmen recuerda que esa degradación de la mujer era visible en cualquier aspecto de la vida cotidiana. Ella, por ejemplo, no podía salir a la calle si no era acompañada de su primo.
Poco a poco, la sociedad fue cambiando. El mismo año (1974) que Mari Carmen entró en Los de Bronce, el Ayuntamiento de Pamplona derogó el artículo 2 del reglamento sobre festejos taurinos , que decía que «mujeres, ancianos y niños» no podían «situarse en las calles que ha de recorrer el ganado».
Cinco años más tarde, en 1979, se creó la peña Sanduzelai, una de las más recientes, y ya entonces «nadie se cuestionó no dejar entrar a las mujeres», dice Sole Aristu, la primera en ser socia de esta peña. «Yo no tuve que luchar», añade para a continuación reconocer que al principio «los puestos de responsabilidad de la peña estaban copados por los chicos». Hasta 1994, cuando la peña Irrintzi por fin aceptó mujeres , estas fueron discriminadas respecto a los hombres. De aquello hace solo 22 años.
Derecho a pernada
Cuatro mujeres violadas y 15 detenidos (si bien este martes, Joaquín Galvé, presidente del Tribunal de Justicia Superior de Navarra, ha dicho que una de las denuncias ha sido archivada después de que las cámaras de seguridad demostraran que los «tocamientos» que se denunciaban no habían existido) son cifras que según Joseba Asirón, alcalde de Pamplona, están «en la misma línea de lo ocurrido en los últimos años y en otras localidades en fiestas».
La diferencia es que en estos Sanfermines «la ciudadanía está diciendo que está harta» y «está saliendo a la luz no solo la punta del iceberg, a lo que estábamos acostumbrados, sino la dimensión de este problema», ha dicho Asirón en unas declaraciones recogidas por Efe.
Efectivamente, el 7 de julio, horas después de que cinco desalmados violaran a una cría de 19 años y grabaran sus actos con el móvil, miles de personas se concentraron en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona para expresar su repulsa por lo ocurrido. Y este lunes 11 de julio, la concentración se repitió en la plaza del Castillo y fue impulsada por las peñas, que al finalizar la corrida abandonaron la plaza de toros en silencio en contraposición a la habitual algarabía que generan.
Desde la peña Los de Bronce valoran positivamente la respuesta de la sociedad, ya que significa que «la gente está concienciada». Sin embargo, «hay que hacer más en todos los ámbitos de la fiesta» y ponen como ejemplo plantearse rutinas del día a día como «quién lava la ropa o quién prepara la merienda para los toros , porque todos tenemos derecho a disfrutar de las fiestas como mejor nos parezca».
Para acabar con las agresiones sexuales, las mujeres pioneras en las peñas piden endurecer las penas para quienes las cometen, pero, sobre todo, reforzar la educación. «Algunos se creen con derecho a pernada porque saben que el castigo que les va a caer es poquísimo, así que mientras no haya leyes severas...», dice Sole Aristu. Maribel Olazaran añade: «Hay que educar a los chavales adolescentes, desde casa primordialmente, a los que no se les enseña todo lo bien que se debería. Me preocupan los chicos y, más aún, las chicas, que a veces incluso son hasta más machistas. Y yo les digo: 'A ver cuando os vais a caer del burro'».
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