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ESOFAGITIS EOSINOFÍLICA

Una alergia alimentaria en aumento

Inflama el esófago y puede causar vómito, reflujo, tos e incluso retardo en el crecimiento de los niños

04.06.13 - 13:03 -
Una alergia alimentaria en aumento
La leche de vaca es uno de los alimentos a los que se asocia este trastorno.

Se llama esofagitis eosinofílica y está asociada al consumo de trigo, leche, legumbres, soja y huevos. Produce la inflamación del esófago tanto en niños como en adultos, y altera la función de este órgano, produciendo dificultad para tragar, vómitos o reflujo gastroesofágico, tos crónica o dolor en el pecho. En los niños, además, puede provocar trastornos del sueño, rechazo del alimento y retraso en el crecimiento. Aunque su descripción médica es reciente, afecta a 50 personas por cada 100.000 en España.

“La diversidad de sus síntomas, que además pueden variar de un individuo a otro, ha hecho que durante años a las personas con esofagitis eosinofílica se las tratara erróneamente como pacientes con problemas de reflujo gastroesofágico”, dice el doctor Alfredo J. Lucendo Villarín, responsable del servicio de Aparato Digestivo del Hospital General de Tomelloso (Ciudad Real) y experto de la Sociedad Española de Patología Digestiva. “Ahora sabemos que es una enfermedad emergente y el número de casos va en aumento”.

La prevalencia de esta alergia en España está en 53 casos por cada 100.000 habitantes, en el caso de los niños, y de 44 casos por cada 100.000 habitantes, en los adultos. Con esta relación se calcula que hay 23.500 personas que padecen este trastorno.

Un trastorno sin cura

La dificultad en el tratamiento está en la variedad de alimentos que pueden producir la alergia (entre ellos la leche de vaca, el trigo, el huevo y las legumbres), que pueden estar, además en muchos alimentos procesados. Entre las recomendaciones está comprar alimentos que un etiquetado riguroso y fiable, pues no existe cura todavía.

Los médicos solo pueden aliviar los síntomas, con el uso de corticoides para reducir la inflamación e identificar el alimento que produce la esofagitis eosinofílica para evitarlo todo lo posible. Este proceso de identificación es lento y costoso, en donde el paciente se somete a diversas dietas de descarte. “El problema es que la única forma que tenemos para comprobar si el esófago está inflamado es a través de la endoscopia y la biopsia, una prueba nada fácil de asumir por los pacientes, y especialmente por los niños” explica el doctor Lucendo en el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Digestiva, que se está celebrado en la ciudad de Murcia.

Los retos para aminorar el impacto de esta alergia están en encontrar marcadores no invasivos que ayuden al diagnóstico y monitorear al paciente sin recurrir a endoscopias y biopsias.

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