Doce meses después de que Rafa Nadal tocase el cielo en París, la vida sigue igual en la capital francesa. Con buen tiempo pero con previsiones de lluvia para la próxima semana, en la Ciudad de la Luz comienza este domingo Roland Garros con Nadal como principal candidato al título. Como en los últimos nueve años. Por más que hayan pasado las temporadas, por mucho que sus rivales se hayan quebrado la cabeza en busca del modo de batirle, nadie duda del favoritismo del balear. Este 2013, si cabe más aún que en la última edición. Todo pese a que se disputa el único 'Grand Slam' que no posee Novak Djokovic, un título que es el objetivo número uno en su campaña.
«Roland Garros siempre ha sido mi torneo favorito. Siempre tendrá un lugar en mi corazón», explica el balear. Por eso busca que este sea su octavo título en la arcilla parisina. Desde luego, mejor no le ha podido ir antes de esta cita. Los interrogantes de la rodilla siguen en su mente, pero los resultados hasta ahora hacen pensar que su lesión y los siete meses parados han sido más bien un estímulo que un problema. Pese a llegar a París como cuatro del mundo, su peor clasificación desde que levantase el trofeo en 2005, Nadal afronta el torneo mejor que nunca. Sus músculos continúan imponiendo, su mente sigue nublando a sus rivales y sus golpes han sido capaces de devorar a nueve 'Top 10' en lo que va de campaña.
No es solo que no haya mostrado ninguna debilidad en este 2013, en el que ha impuesto su dictadura, es que nadie ha conseguido mejores resultados que él. Además, nunca en su carrera había ganado seis torneos antes de Roland Garros -tres de ellos Masters 1.000-. Después de jugar ocho finales en ocho torneos, y de ganar 36 partidos, solo dos tenistas han podido ganarle en este 2013. Uno es Horacio Zeballos; el otro su gran rival en París: Novak Djokovic.
Nadal-Djokovic, final anticipada
Ambos acaparan la mayoría de los focos. El sorteo ha querido que se crucen en unas hipotéticas semifinales los dos primeros de la clasificación: el uno -Djokovic- en el ranking ATP, el que cuenta los resultados en los últimos doce meses; el otro -Nadal- en la Carrera de Campeones, donde se contabilizan únicamente los puntos del 2013 y donde saca 690 al serbio. Antes de que llegue ese momento decisivo, Nadal debuta ante el alemán Brands, el número 60 del mundo.
Djokovic afronta esta cita con la seguridad de haber vencido ya al español este año -lo hizo en Montecarlo a nivel del mar- pero con las dudas que le provocan su pasado: nunca ha ganado a Nadal al mejor de cinco sets en Roland Garros. Sin embargo, su temporada gira en torno a este 'Grand Slam', el único que le falta: «Es la prioridad número uno de mi año. Aquí es donde yo quiero ganar», confiesa 'Nole'. De ganarlo, sería su tercer Grande consecutivo después del US Open y del Abierto de Australia. Por el camino tendrá que vencer al belga Goffin, con el que se mide en primera ronda.
Federer-Ferrer, posible semifinal
Y más eclipsado que otros años, pero con su ambición intacta, llega Roger Federer. Sabe que el sorteo le ha abierto el cuadro; solo se puede ver con Djokovic o Nadal en la final. Por ello es consciente de que está ante una gran oportunidad de reconquistar Roland Garros. Pero en mente tiene un objetivo aún mayor: «Mi ambición es volver a ser el número uno», comentó en una entrevista a L´Équipe. Este domingo debuta ante Pablo Carreño, una de las esperanzas del tenis español.
Y a pesar de que no se intuye ningún candidato al título que no sean los tres primeros cabezas de serie -incluso que no sea Djokovic o Nadal-, hay un largo camino de siete partidos hasta llegar al último domingo. Eso y 125 tenistas más, entre los que destacan un selecto grupo que forma parte del segundo escalón del tenis. Ahí está David Ferrer, que también debuta este domingo ante el australiano Matosevic, y que es junto a Djokovic el único que ha puesto en apuros a Nadal en tierra batida en el 2013. 'Ferru', junto a tenistas de la talla de Berdych, sueñan con dar la sorpresa por el cuadro de abajo, donde va Federer, y plantarse por primera vez en la final de Roland Garros. Dentro de quince días, la Philippe Chatrier, donde brillan los mejores y se achican los más débiles, dictará sentencia.
