Tras la heroica victoria de Nadal, quedaba Ferrer. El de Jávea no falló y se metió en su primera final en un Grand Slam tras completar un partido casi perfecto. No se complicó la vida y enfrió a un público galo que soñaba con un francés levantando el trofeo 30 años más tarde. Dos horas más tarde, ‘Ferru’ les despertó de ese sueño por 6-1, 7-6 y 6-2.
David Ferrer tiene sed de triunfos, hambre de hacer algo grande. Incluso se permitió el lujo de ganar sin sufrimiento, sin épica. No le hizo falta. Dominó el partido de principio a fin. Impuso su ritmo. Fue netamente superior en todo momento al galo, que no había perdido un solo set en el torneo. Así llega él a la final ante Rafa Nadal: sin haber cedido una sola manga en estos seis partidos previos al de este domingo. Una auténtica hazaña.
Cierto es que a Tsonga le vino grande la central y las semifinales. Cuando se quitó las primeras legañas ya había perdido el primer set. Cuando se quiso dar cuenta en el segundo Ferrer llevó el partido a la muerte súbita y le trituró. Ya era imposible. Ferrer ya había pasado el rodillo y había acallado a la afición gala. No hubo atisbo de remontada ni emoción. No era necesario para acceder a su primera final en un ‘major’.
Por la puerta grande, el número cinco del mundo propiciaba la cuarta final española de todos los tiempos.Atrás queda la última, la del 2002 entre Albert Costa y Juan Carlos Ferrero; la de 1998 entre Carlos Moyá y Alex Corretja y la primera, en 1994, entre Sergi Bruguera y Alberto Berasategui. Este domingo dos amigos serán rivales en la Philippe Chatrier. Que gane el mejor.