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«Se puede pillar una narcolancha, si se pilla, pero están pasando diez», retrato de «la realidad» desde la autopista de la droga en el Guadalquivir
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Todos los grandes clanes del narcotráfico que operaban antes en el Campo de Gibraltar están ya 'metiendo' sus 'gomas' por el río: «Y cada vez van más cargadas»
Las semirrígidas más potentes transportan ahora cocaína. «A veces las camuflan entre el hachís y no se lo dicen ni a los que la llevan». Los 'dueños' de la mercancía contratan organizaciones locales para la logística
Unas 400-500 personas pueden formar parte de estos grupos cada noche entre puntos, pilotos, conductores, petaqueros, cuadrillas de porteadores... entre todas las 'collas'
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«Hoy puede que 'comamos'». Ese mensaje real llega a un móvil que se encuentra a unas veinte o treinta millas mar adentro entre Marruecos y Cádiz. Lo recibe el tripulante de una narcolancha, uno de los que goza de mayor confianza de la organización. El que recibe órdenes. El que manda encender motores y marcar el punto acordado para recoger la mercancía. Ponerlo todo en marcha. «Hoy puede que 'comamos'» significa: «hoy puede que alijemos», que se cargue y descargue el hachís o la 'coca' de un lado a otro de la frontera. La que separa el océano Atlántico y donde se combate a diario ese persistente y violento desafío a la ley.
Esa misma narcolancha opera para uno de los grandes clanes del narco. Sus tripulantes obedecen las reglas que decretan los que ponen nombre a los fardos. Números, siglas, cuerdas de distintos colores y pegatinas. Pero también responden ante los que se llevan la mayor mordida por meterla por el sur de España, puerta de entrada a Europa. Los grupos locales que disponen la logística al servicio de quien les pague mejor y más rápido.
Así que hoy esperan 'comer', 'meter', 'pasar', 'colar'... hace unos años lo hacían en gran medida por el Estrecho (el camino más corto) pero ahora, mes de octubre de 2024, «todos están 'trabajando' por la desembocadura del Guadalquivir». Todos. La presión policial ejercida en las entradas por el Campo de Gibraltar y también -cuidado- sus propios 'modus operandi', han desviado las rutas de estas redes criminales, y aunque la vía de Sanlúcar siempre ha existido ahora, se 'comparte' más.
La evidencia en imágenes
Y de nuevo las imágenes demuestran lo que ocurre, lo que se ve, sin más adornos. Y las acompañamos de este relato que es de alguien que sabe perfectamente de lo que habla y que por cuestiones más que obvias no nombraremos ni daremos ningún detalle más. «Esto es la verdadera puta realidad», nos dice sin pestañear.
La secuencia es de hace dos sábados. De noche pero no demasiado tarde. A la altura de La Algaba, Bajo Guadalquivir, a unos siete kilómetros de Sevilla capital. Una lancha rápida de unos catorce metros, antena, GPS, cuatro motores de 350 caballos va «hasta arriba» de paquetes. No van nada rápido y pasan por debajo del puente en paralelo a la autovía por la que a esas horas hay mucho tráfico (se escucha en la secuencia). Dos tripulantes de negro y con el rostro completamente cubierto llevaran unos 5.000 kilos de droga. Millones de euros encima. Su destino: cualquier rincón más 'metido' del río donde les espera el resto para descargarlos.
Van dos porque, según se ve, ni siquiera cabrían más en la embarcación y así, con más fardos, salen mejor las cuentas. «Cada vez van más cargadas. Es impresionante. Ahora están yendo a por todas». Pero también, porque seguramente –y he aquí la 'trampa'–, «no es la única lancha que llevan esa noche... puede que otra haya entrado antes para ir de señuelo. Y más detrás». «Claro que hay presión y se sigue trabajando como se puede pero de una que se pilla o se intenta pillar están entrando diez. Una misma noche pueden verse siete u ocho... ¡eso es así, qué vengan aquí al fango a verlo!». Y es que esta imagen es solo un ejemplo.
Según este testimonio «real», de botas manchadas, en la parte de la desembocadura que comprende Cádiz, Huelva y Sevilla, se calcula que 'suben' una veintena de estas embarcaciones a la semana. Es decir, si se hacen cálculos sobre las avisatadas, no el general, pues la cifra de droga (hachís o cocaína) que entra de esta forma se dispara: unas ochenta toneladas de estupefaciente cada siete día.
Y el riesgo que corren estas organizaciones del crimen pues también tiene su medida. Porque puede incluso que les compense perder una 'goma' por el camino si con ello pueden colar el resto. El primero, además, puede cargar la droga menos valiosa incluso. La de peor calidad. «Funcionan como empresas... minimizan pérdidas». Y los que van con ella pues puede que sean los menos expertos y/o los que cobran algo más por asumir ir de avanzadilla. Aquí todo se cobra y se paga.
El 'blanco' en lancha
Pero sobre todo esto de los modos hay algo que «preocupa especialmente»: el 'polvo'. El 'blanco' cada vez se está empaquetando más en lanchas. Ocurre desde hace años pero esta tendencia en cuanto al tráfico al por mayor se refiere va al alza. La razón es una cuestión de mercado: de la oferta y la demanda. Por un lado, hay mucha oferta. Los expertos hablan de «superproducción» de cocaína. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) se ha detectado una superproducción porque a los cultivadores tradicionales en Colombia, Perú o Bolivia se han ido sumando plantaciones 'copiadas' en Venezuela, Guatemala u Honduras. Y a toda esa droga se le intenta dar salida para ganar el dinero que se pretende con ello.
De ahí que, como explican las fuentes consultadas, los métodos para intentar colarla hacia Europa sean diversos. Desde los grandes contenedores en puertos, a las prácticas de evasión de controles en aeropuertos, o también, en veleros y pesqueros. Pero ahora, además, utilizando cada vez más las rutas de otras drogas como el hachís y su conocida infraestructura de narcolanchas.
Y a esto se le suma que hay una demanda también en ascenso: «se está aceptando su consumo como si fuera lo normal. Es raro quien no conoce a alguien o se relacione con gente que se 'mete'... eso sí que preocupa. Cada vez hay más gente enganchada pero además es que se ve normal...». Y por supuesto hay quien se aprovecha de esta 'permisividad social' que parece haber olvidado a los 'enganchados' y muertos de los 80 y los 90.
Y así todo esto mueve la balanza de precios. Ahora el kilo de cocaína puede rondar los 23.000 euros, hace poco estaba entre 30 y 40.000. Así que a menor precio, más cantidad, más beneficios. En este sentido, también está pasando que muchas veces ni siquiera los propios tripulantes de las 'gomas' saben que llevan 'coca' en vez de hachís. Los 'jefes' les engañan porque el cobro de servicios por alijar 'polvo' es mayor ya que el riesgo es mucho más grande. Las condenas son más duras y un posible 'vuelco' -robo entre bandas- mucho más serio con los AK47, los kalashnikov, listos y preparados («eso es otra»).
'Cooperativas' en el río
Por tanto, y atendiendo a estos hechos y a la diversidad de imágenes que lo retratan, la actividad por la desembocadura es por tanto real. «No es ningún aviso... existe... ahora mismo». Desde Sanlúcar, Chipiona, Trebujena, Isla Mayor, Coria, Puebla del Río, La Algaba... todo el curso del Bajo Guadalquivir es transitado por estos grupos criminales organizados.
Puede haber días que hay unas 400, 500 personas 'trabajando' para ellos». Puntos que se dividen desde incluso el Estrecho hasta todo el recorrido por la Bahía de Cádiz o la entrada al río, los que se ubican en casas con radares, visores nocturnos y cámaras térmicas, o los que vigilan las patrullas y que disponen incluso de listas de matrículas y descripción de coches policiales, de efectivos... de quién y cómo salen, de los turnos que tienen... Además de los pilotos, los tripulantes, el o los 'garantes' ('notarios' de la carga), los locales, los petaqueros, los marroquíes, los conductores de las furgonetas y/o todoterrenos, las cuadrillas de porteadores (quienes descargan), los vigilantes de las guarderías, etc etc... Y todos ellos cobran, dependiendo de su función y del riesgo que asuma.
Pero además es que se ayudan entre ellos. Ocurre desde hace tiempo también que intercambian información e incluso partidas o relevos para entrar, para remontar el río, siempre que salgan ganando. Nada más hay que recordar esa terrible imagen del puerto de Barbate donde se cobijaron ocho, diez narcolanchas y como sus tripulantes, con las 'gomas' abarloadas, se estuvieron relacionando entre ellos durante horas, como 'colegas'.
Y así, con todo esto... «¿cómo se pretende hacer vigilancias y operativos por todo el curso del río?. Esto necesita un replanteamiento, pero desde la realidad asumida como tal. Además de una mayor y mejor coordinación entre los cuerpos y una justicia más acorde y ágil... y educación pero de verdad y poniendo el foco también en Marruecos y en sus plantaciones (habría que analizar su PIB), pero con seriedad y no con titulares, únicamente vendiendo logros, humo y cifras... así no se puede ni podrá».
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