DANA en Valencia
«Deben acusarlos de homicidio»: la crítica de un gaditano tras ayudar en Valencia
Cádiz
Eugenio Belgrano ha acudido a la provincia levantina con equipamiento técnico para colaborar en tareas como el vaciado de garajes
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«Te vienes con la sensación de que has hecho algo bueno, pero al mismo tiempo sientes impotencia porque crees que no has hecho nada», dice el gaditano Eugenio Belgrano, que estuvo en varias localidades valencianas desde el pasado domingo hasta el jueves.
En su expedición se han encargado de llevar, más allá de víveres, equipamiento como generadores eléctricos, bombas de achique, palas, mangueras, guantes o botas, para intentar restablecer cierta normalidad en algunos edificios, cuyos aparcamientos y plantas bajas estaban hasta arriba de agua.
El que fuera candidato a la alcaldía de Cádiz en las pasadas elecciones municipales, empresario de profesión, critica los bulos e informaciones contradictorias que se han ido lanzando, que han podido calar por la dureza de lo que se iban encontrando: «Si estás allí y te dicen que hay 10.000 muertos, te lo crees. Entonces hay gente que ha aprovechado para crear más dolor».
Aunque prefiere centrarse en la ayuda a los afectados, no rehúye la cuestión cuando es preguntado sobre la gestión de los responsables políticos, mostrándose muy crítico: «Deberían ser todos acusados de homicidio. Porque si tenemos un sistema en el que hay unas alertas, se sabía lo que iba a pasar y no se avisa a la población civil, eso para mí no son fallecidos, son homicidios».
Se marchó de Valencia con la satisfacción de ver que estaban desplegados sobre el terreno muchos profesionales de diferentes cuerpos como el de la UME, la Armada, la Policía o el Tercio de la Armada, muchos de ellos llegados igualmente desde tierras gaditanas. También de la Cruz Roja, que opina que ha sido injustamente tratada estos días: «Yo he visto a mucha gente de la Cruz Roja allí trabajando, voluntarios, enfermeras y médicos que iban casa por casa repartiendo medicación a todas las personas que no podían bajar a la calle».
Destaca igualmente a la población joven, acusada de indolente muchas veces: «Era increíble ver la cantidad de chavalitos que había. Cómo se metían a ayudar en las casas de gente a la que no conocían. Tenemos que aprender de ellos».
En cualquier caso, estima que, hasta pasados unos días, las administraciones no entendieron la verdadera dimensión de lo que había pasado: «Lo que no podía ser es que el único detector de gases que hubiera en un pueblo fuera el mío, al igual que las botellas de oxígeno. Es verdad que en algunos momentos había equipos de rescate o bomberos, pero no tenían nada, estaban totalmente en precario».