Ambiente y alegría en el Real

La fiesta no podía empezar mejor. El recinto ferial de Las Banderas registraba desde primera hora de la tarde de ayer y hasta bien entrada la madrugada un gran ambiente. Los portuenses tenían ganas de disfrutar de su fiesta más grande y así lo demostraron con toda su alegría, sus bailes y sus paseos por el Real. Este éxito de público ya se podía notar en la velá del miércoles. Una vez que se encendía Las Banderas, muchos portuenses y visitantes se afanaron en disfrutar de las primeras horas con sus amigos. Ese fue el caso de la caseta Los Romero. Allí, y como es tradicional, se dio la bienvenida a los presentes con una copa de vino y con el buen marisco de la casa. En su intervención, Vicente Lizaso dedicó unas palabras muy emotivas al recientemente desaparecido Paco del Castillo, escritor y pregonero de las fiestas de la ciudad.

La fiesta continuó hasta bien entrada la madrugada y muchos acudían el jueves por la mañana al trabajo con poquitas horas de sueño encima. Pero, ayer la cosa cambiaba. Hoy, día festivo local, permitió que muchos dieran rienda suelta a su diversión en las diferentes casetas del real.

A las tres de la tarde, el alcalde, acompañado por el almirante de la Base, el diputado de Turismo de Vizcaya y por la encargada de este año de la machetá izaban las banderas portuense, española, vizcaína y andaluza ante el entusiasmado aplauso de los asistentes. Tras el acto, se inauguraba también una calle del Real en honor de la provincia vasca, a la que este año se le dedica la Feria.

Los representantes políticos, acompañados de distintos miembros de la Corporación y otros colectivos acudieron a tomar una copa de fino y aperitivo a la Caseta Municipal para trasladarse más tarde al recinto dedicado a Vizcaya, donde además de tomar platos tradicionales del País Vasco pudieron disfrutar del folclore de la tierra.

Calor

Las predicciones meteorológicas se cumplían ayer en Las Banderas. Aunque la mañana se despertó con algo de nubosidad, sobre el mediodía el sol empezó a apretar, e incluso, algunos se quejaron del excesivo calor.

En todas las casetas se respiró un buen ambiente. El baile y la fiesta no cesaron en ningún momento y, las atracciones también estuvieron muy concurridas. Los niños no pararon de pedir a sus padres más y más viajes en las diferentes atracciones. A medida que avanzaba la tarde la afluencia de visitantes aumentaba.

Los caballos y enganches no cesaron ni un minuto de dar vueltas por Las Banderas, ante el asombro de multitud de turistas. Un gran colorido alumbró durante todo el día y la tarde el Real. Las portuenses se afanaron este año en tener los trajes de gitana de última moda. Cuando la tarde refrescaba, algunos se marchaban para reponer fuerzas y otros, aún con ganas de más feria, no se despegaron del Real. «Mañana no trabajamos», se alegraban.