Una Feria entre el vapor de los fogones
Un grupo de cocineros narra los entresijos y los secretos que hacen de la Feria un lugar único para comer
Actualizado: GuardarP ara la mayoría de los portuenses, la Feria es sinónimo de diversión, copas y camaradería entre amigos y familiares. Pero para una inmensa minoría, como diría Juan Ramón Jiménez, este evento va parejo a jornadas laborales de 16 horas diarias, entre el vapor de los fogones, el crepitar del pescaíto frito y las innumerables voces que piden a gritos más celeridad para que todos los clientes tengan cuanto antes los suculentos platos que han pedido.
Una persona que sabe bien lo que tiene entre manos cuando se habla de trabajar en Feria es Rafael, encargado de la caseta el Halcón Peregrino, una peña de cazadores que se toman con empeño y dedicación el arte de la buena mesa. «Yo soy un profesional de la restauración ya que trabajo el resto del año en La Rufana, por tanto, trabajar en estas fechas es más de lo mismo pero con mucha más intensidad ya en hora punta podemos tener más de doscientas personas» .
El horario laboral de estos currantes comienza normalmente a las diez de la mañana, hora en la que se recargan las neveras, se limpia el pescado, se ordena y se reparten los turnos y las tareas. «En definitiva, se trata de organizar todo el percal antes de que llegue el gentío».
El fin de la faena la marca en todas y cada una de las casetas, un único factor: la clientela. «Cuando la gente comienza a irse y se dejan de pedir platos es cuando ha llegado la hora de recoger los trastos e irse a casa. Por ejemplo, hoy no pienso que salgamos antes de las 3 ó las 4 de la mañana», cuenta Ángeles, una de las cocineras.
Para María, jefa de cocina de la caseta Recuerdos, « lo más difícil de trabajar en estas fiestas es tener que aguantarse los pies ya que cuando una ve a la gente al otro lado de la barra marcándose unas sevillanas me vuelvo totalmente loca».
Lo que queda claro tras darse una vuelta por las variadas cocinas del recinto de las banderas es que la dedicación, el buen hacer y el trabajo duro van de la mano para que el resto de los portuenses que decidan ir a divertirse lo tengan todo a punto.