Alfonso Guerra apela al «espíritu de consenso» de la transición para un acuerdo sobre el 'Estatut'
El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso pide un esfuerzo a todos los partidos en el inicio del debate parlamentario de la reforma catalana PP y PSOE constatan sus fuertes discrepancias sobre el texto, que se discutirá en ponencia durante un mes
Actualizado: GuardarAlfonso Guerra apeló ayer al espíritu de consenso que presidió la transición democrática para abordar en los próximos meses el debate parlamentario del Estatuto de Cataluña. El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso fue el encargado de abrir la sesión constitutiva de la ponencia paritaria que, formada por 11 miembros de la Cámara Baja y otros tantos del Parlamento autonómico, deberá analizar las enmiendas presentadas a la propuesta y elaborar un informe en el plazo de un mes. Ayer se celebró la primera de las reuniones de la ponencia, que volverá a reunirse de nuevo el próximo viernes.
El mensaje de Alfonso Guerra fue muy claro: evitar el «círculo» de confrontaciones, tan común en la Historia de España, requiere «voluntad de acuerdo». «Invito, pues, a todos a hacer un esfuerzo por el consenso y pido y ofrezco sentido común para superar las posiciones previas», señaló.
La reunión -en la que estuvieron presentes todos los miembros de la Comisión Constitucional así como los de la delegación de la Cámara autonómica- se desarrolló en un clima pacífico, lo que no impidió constatar una vez más la amplia brecha que separa a los dos partidos mayoritarios. El portavoz del PP, Eduardo Zaplana, reprochó a los socialistas sus «conversaciones extraparlamentarias» con las formaciones catalanas y les echó en cara su pacto «oculto» con CiU para la modificación del proyecto aprobado el 30 de septiembre en el Parlament. «La ponencia va a debatir enmiendas que ya no valen a un texto que ya no existe», dijo.
Propuesta «innecesaria»
Aún así, arremetió contra la propuesta por «innecesaria», por vulnerar preceptos constitucionales de los que no quiso hablar y por «rezumar desconfianza hacia las personas». «Es -sentenció- una obra de ingeniería contra la libertad». El tono implacable de Zaplana contrastó con el también duro, pero más conciliador, del presidente del PP catalán. Josep Piqué, miembro de la ponencia catalana, aseguró que mantendrá la misma posición de rechazo al texto defendida hasta ahora. Sin embargo, admitió que será posible «desarrollarla y matizarla» a lo largo del debate.
También partieron del rechazo, aunque por motivos opuestos, los representantes de ERC. Fiel a su tradición de adoptar un tono suave en sus visitas a Madrid, el presidente de la formación, Josep Lluís Carod Rovira, se limitó a señalar que Cataluña «necesita instrumentos útiles» de financiación y autogobierno y a advertir al PSOE de que «se juega la credibilidad del discurso plural».
Fue el portavoz parlamentario, Joan Tardà, quien anunció su «no»provisional al texto acordado entre José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente de CiU y quien acusó a los socialistas de desleales. «Partimos del «no» a la desnaturalización del Estatut -insistió- pero podría esto variar si hubiera valor para retomar el diálogo sobre el texto aprobado originariamente».
La reunión sirvió así, únicamente, para realizar una fotografía del momento. El propio Alfonso Guerra ironizó tras el encuentro: «En algunos momentos he pensado que estábamos en la última sesión del debate y no en la primera». A pesar de que fueron varios los portavoces que aseguraron tener la «mano tendida» al acuerdo, los dardos virtuales sobrevolaron de una punta a otra de la sala, especialmente, desde el sillón que ocupó la portavoz del PSC, Manuela de Madre, al de Eduardo Zaplana, al que acusó de mentir y de buscar el desgaste del Gobierno por encima del interés general.
Mas, sereno
La vicepresidenta de los socialistas catalanes fue con mucho la más agresiva en su discurso. El más sereno, el líder de CiU, Artur Mas. Su intervención presidencialista sirvió también para dar la pauta del buen momento que vive la formación nacionalista tras el acuerdo de La Moncloa. Tanto que se atrevió a comprometer su palabra con que el texto que salga de las Cortes Generales podrá ser refrendado por el «pueblo catalán». Sólo puso una condición: «que no se dé marcha atrás con los acuerdos preestablecidos» y que lo pactado en financiación se mantenga «en toda su precisión y extensión"»
La ponencia conjunta del Congreso y del Parlamento catalán encargada de preparar la reforma del Estatut celebrará su primera reunión de trabajo el próximo viernes por la mañana y habrá de presentar su informe el 6 de marzo, fecha en que podría tener lugar su última y definitiva cita, según detalló ayer Alfonso Guerra.
Plan de trabajo
En la sesión constitutiva de la ponencia, Guerra propuso que, disponiendo sólo de cuatro semanas, el texto remitido por el Parlament se fragmentase en cuatro partes, cada una de las cuales se resolviese en una semana. La idea fue aceptada y se fijó mañana como principal jornada de trabajo, con opción de continuar el viernes y, si tampoco se ha concluido la parte correspondiente, utilizar el lunes siguiente. Sin embargo, la primera reunión de la ponencia, que como todas las que celebre serán a puerta cerrada y sin opción de que los periodistas puedan acercarse, ha quedado fijada para este mismo viernes, al considerarse precipitado empezar pasado mañana.