VOLUNTARIADO
Los universitarios también entienden de solidaridad
'Painting for others', la iniciativa de Cooperación internacional para darle un lavado de cara a las viviendas de los más necesitados
Galicia acogerá este verano a 150 jóvenes voluntarios que pintarán viviendas en la comunidad
La zona vieja compostela conocía la pasada semana a un grupo de estudiantes y ex estudiantes de la Universidad de Valladolid que acudía a la capital gallega con la intención de echar una mano a los más necesitados . Durante el verano, Santiago conocerá a otros 150 jóvenes solidarios que vendrán a pintar las casas de personas sin recursos o en riesgo de exclusión social . El proyecto en cuestión es 'Painting for others', coordinado por la ONG Cooperación Internacional, compuesta por 5.500 voluntarios relacionados con la universidad.
La iniciativa de la brocha solidaria consiste en fomentar el voluntariado en los más jóvenes , promoviendo la solidaridad con las personas más necisitadas. 'Painting for others' nace de la urgencia que tienen las personas sin recursos por rehabilitar su hogar, pero se ha convertido también en una forma de llenar de vitalidad, al menos por unos días, las casas de personas en riesgo de exclusión social. Hasta ahora, Cooperación Internacional ha apostado por este proyecto en determinados tramos del año, pero ahora la intención es convertirlo en un proyecto autonómico de larga duración . «Estamos hablando con la Xunta para realizarlo a nivel gallego con unas 50, 60, 70 viviendas en todo el año», ha compartido Juan Pampillon, coordinador de Cooperación Internacional en Galicia. Su idea es continuar en la línea, pero expandiendo el proyecto, tanto en el tiempo como en el mapa, ya que pretenden también «trabajar el rural» .
Beatriz Perez-Hernández, una de las chicas responsables de la reforma de la pasada semana en la rúa Algalia de Arriba, es estudiante en la Universidad de Valladolid y este es su tercer año como voluntaria. Previamente, había estado repartiendo comida en un comedor social en Burgos y también en Galicia, donde ayudó en el Cottolengo del Padre Alegre. Este verano, después de cuadrar bien las fechas, su grupo ha venido a Santiago a pintar la casa de Teresa, una señora de 94 años que vive sola . «Era una señora impoluta tanto en sus actos -muy agradecida- como en la casa, aunque las paredes estuvieran desgastadas», afirma la universitaria. Su vivienda sufría el efecto de la humedad, pero ella no podía arreglarla. Los voluntarios se pusieron manos a la obra y han conseguido lavarle la cara al inmueble de Teresa. «Aparte de lo que es reformar la casa, rehabilitar y demás, es también el acompañamiento personal a esa persona, que necesita de apoyo y cariño . Unos pintaban y los otros estaban hablando con ella». No es una mera reforma material, sino que, por así decirlo, es también una reforma emocional. Acompañar y ayudar a los que se siente solos, que han aumentado desde que la pandemia hizo mella.
«Lo bueno de estas experiencias es que al final te llevas más de lo que das» , comenta Beatriz, que ya desde pequeña quiso ser voluntaria. María Merino, responsable de este grupo, explica que durante su trabajo se produce un intercambio entre las personas necesitadas y los voluntarios en el que se transmite «esa parte de la humanidad que es la fragilidad y la carencia». «Existen muchas realidades humanas muy difíciles y nosotros podemos hacer algo para aliviarlas» . Todos los implicados concuerdan en que es una experiencia satisfactoria a todos los niveles, y algunos afirman que les ha «cambiado la vida» , como es el caso de Juan Pampillon, que entró como estudiante en tercero de carrera y con 35 años sigue en el mundillo.
Esta serie de iniciativas también acaban por forjar un vínculo sincero entre los compañeros de trabajo. «Nos vemos una vez al año, a lo mejor dos, pero siempre como si hubiera sido ayer», dice Beatriz. La experiencia del voluntariado «une bastante», sobre todo cuando existe la misma meta: «ayudar a los demás» . Una meta que puede con todo, porque ni el coronavirus les ha parado. «Han aparecido más cosas en las que ayudar y ahí nos hemos lanzado. Algunos pidiendo días libres, todo para esa semana del año tenerla por y para los demás». Al final, para los voluntarios, y en concreto para María Merino, todo se resume en que « el corazón de las personas está hecho para amar , y esta es una manera muy fácil de ejercitar ese cariño a los demás» .
Noticias relacionadas