Márquez será campeón en Australia si:
Marc Márquez tiene en su poder el cómo, el dónde y el cuándo en lo que a ser campeón del Mundial de MotoGP se refiere. De él dependem todos los factores que afectan a un profesional cuando ve cercana la meta final de su trabajo. Ahora en Australia posee su primer ‘dónde’. Un lugar que le trae recuerdos de un pasado cercano, en el que era un niño precoz al que muchos señalaban para el futuro pero pocos apostaban sobre él para el presente. En 2010 ganó sobre una moto de corta cilindrada (125cc) sin más alegría que la de ir sumando victorias en su corta carrera. Lo hizo el mismo día que Casey Stoner ganó a todos en la máxima categoría, contra los pilotos más sagaces, intrépidos y vivarachos. Un jovial Marc Márquez lo disfrutó en su conjunto desde tribuna entre el asombro y la admiración de lo que estaban viendo sus ojos. Lo hizo con la preferencia que otorgaba una acreditación, pero sin más rango dentro de la elitista clase del motociclismo que la de quien da sus primeros pasos con más sacrificio que descanso.
Sólo han pasado tres años desde aquello y otras tantas carreras. Sin embargo, todo ha cambiado en tan poco tiempo dentro de la vida sensata de un chico de Cervera. En este tiempo el catalán se ha curtido dentro del auge espectacular de su carrera. Pasando por el nivel medio que proporciona el talento y «la mala leche», que diría Álex Crivillé, para afrontar con garantías los retos mayores de la máxima competición, Márquez conquistó a pasos agigantados los peldaños que tenía por delante en su escalada a la cima. De igual manera ha experimentado un notable cambio su forma de pilotar. También es cierto que por culpa de ello se ha ganado varios enemigos acérrimos, otros que lo serán menos con el paso de los años y el asentamiento de la madurez y, finalmente, los hay que pasarán con el tiempo de amigos con derecho a dejarlos caer en una curva a rivales eternos si se siguen produciendo incidentes en momentos más importantes.
Tiene el corredor de Honda la tarjeta amarilla anaranjada con tendencia a la roja de la Dirección de Carrera. Sabe que la próxima infracción que cometa le costará algo de mayor importancia que un simple punto en su nuevo carné profesional. Un nuevo error en su pilotaje y la temporada puede irse al traste a pesar de tener agarrado con una mano el trofeo de campeón. Entre esos enemigos que ahora parecen irreconciliables se encuentra aquel que tiene en su poder retrasar la celebración del ilerdense. Jorge Lorenzo ya avisó en Malasia que no le gustaban las formas ni las decisiones de los mandamases. Para el mallorquín todo lo que suponía anteponer el espectáculo a la seguridad estaba más cercano al circo que a un deporte de cierto señorío. Sacó su fina ironía, o puro sarcasmo según se prefiera, para dar un golpe psicológico al contrincante.
Ironías del destino, lo mismo le ocurriera en su día con Dani Pedrosa, tercero en liza, en medio de una batalla donde no sabe si refugiarse bajo el calor del fuego amigo que a veces le provoca su compañero o alinearse con Lorenzo, rival de marca y anteayer en la diana de sus críticas y malas palabras. Al fin y al cabo, el trío que conquista el Mundial de MotoGP es español. Mitad Don Quijote y mitad Sancho. Locos por una pasión sin lógica dada por la adrenalina y sabedores que sus peleas les harán llegar a la fama. Todo héroe necesita de un antihéroe para poder amplificar sus conquistas. Márquez lo ha encontrado en Lorenzo. Ahora le toca a Pedrosa acompañar a ambos hasta que le vuelva a tocar su turno en próximas temporadas propicias para sus intereses.
